En cuerpo y alma.

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OST: Grind Me Down.

Sobre la mente de Jonathan, pasaba el dulce recuerdo de Erina; su delicada sonrisa y amor hacia la vida que ella solía tenerle, la pesadez de la culpabilidad del accidente recaía sobre su conciencia, sus hombros. Pero Su cuerpo, sí que no estaba en condiciones de poder seguir con su labor de darse por decente en respeto a su difunta; se dejó llevar por los refinados brazos de la quimera nocturna hacia su habitación, mientras el dulce perro; "Danny", despertó de su pequeña siesta, y observaba como su amo caía en encantos femeninos.

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Con mucho trabajo, ayudaste al Sr. Joestar a subir las escaleras, pues a este; le flaqueaban las piernas debido a ese dulce elixir que aflora hasta el más fuerte y duro de los instintos comprimidos en el fondo de una persona.



Tardaron en llegar a su destino, pero ahí lograron su meta; en ese momento, dejaste recostar al fornido hombre sobre la cama, desde su punto podías apreciar como aquel respiraba con pesadez, jadeante y desconcertado. Llevaste tu dedo índice entre tus labios, mordiéndolo ligeramente con una pequeña sonrisa; pues sí, es la primera vez que te llega a fascinar este tipo de situaciones, pues te sentías realizada en llevar a la cama a un caso difícil de tratar, además de que ese hombre es sumamente guapo y de un extraordinario físico, comparándolo con toda la basura que te ha contratado, este era como la cura de tus males pasados.



Seis horas antes del amanecer.



Sin perder un segundo más; subiste por encima del alma desesperada en su "pronta recuperación". Tus posaderas se reposaban sobre la pelvis sensible del varón, colocando los yemajes de tu mano diestra por encima de los definidos pectorales ajenos, para poder inclinarte lentamente hasta llegar al oído del azul.



— Sr, Joestar. . . No se preocupe, se sentirá mucho mejor en un buen rato— ; Susurraste, con un tono que hizo hasta estremecer al inocente. Mientras tanto, este; inútilmente podía defenderse de tu toque tan complaciente a su cuerpo necesitado de cariño. Por otro lado, tus posaderas se daban a la labor de ir en vaivén sobre de la pelvis del tímido hombre.



—E-espera. . . No está bien esto, n-no puedo. . . — Trató de sujetar tu cintura para retirarte a como pudiese, sin en cambio sus bajos instintos le habían traicionado, la masculinidad del Joestar había despertado de su pequeño sueño; llevándolo a jadear un poco en alto — ¡A-Ah! —; Se escuchó en esa habitación. El rostro del hombre estaba más que rojo por la vergüenza.



— Sr. . . Solo relájese, esto es algo que necesita. . . — Tomaste una breve pausa en tu dialogo, suspirando suavemente en su oído, solo para después besar esa dulce mejilla roja; — . . . Desde hace mucho tiempo, descuide. . . Lo llevaré a la luna.




La mirada de Jonathan tintineaba con debilidad; aceptando su situación, dispuesto a entregarse en cuerpo y alma pese a que esto rompia con sus ideales. Y tu apreciaste tal detalle gracias a una apertura de la ventana, que iluminaba directamente a esos bellos ojos; por más que él tratara de retener el impulso; Tus increíbles besos lo doblegaron pidiendo más entre pequeños suspiros que se le escapaban. La noche se fue en entregas de un contacto físico que bien disfrutaron ambos.




Nunca en tu vida, sentiste tal éxtasis que llego a hacerte sentir como una diosa, además de protegida por su caballerosidad.


Seis horas completas de "acción", la sesión se alargó más de lo esperado, ya que tanto el Sr. Joestar como tú, estaban unidos por algo muy fuerte que ni tu podías entender. Ya era un día nuevo, y sabías que debías retirarte, pero los brazos tan fornidos del azul simplemente no te dejaban ir, pues te tenia abrazada de la cintura mientras dormía. A cómo pudiste, alcanzaste un vaso de agua, para acompañar "la pastilla del día siguiente"



«Con esto debería bastar. . . » Pensaste sonriendo entre agotada y somnolienta. Las pastillas hechas por Melone siempre eran bastante efectivas. Aun por tu mente divagaba la imagen de esa mujer de hermoso aspecto decente y bien cuidada; frente a ti, un espejo te llevo a compararte a la imagen de ella, sabías perfectamente lo que eras, lo que te convertiste, sometiéndote a ese rol durante tantos años pese a que tu corazón y cuerpo exigía paz. Deseabas ese sueño azul; un final feliz que seguramente nunca podrías alcanzar debido a que; nadie en su sano juicio aceptaría a una mujer de la vida galante.



Esa señora, seguramente llegaría en cualquier momento; por lo tanto era momento de irte. . . Tratando de zafarte del agarre de Jonathan; este despertó poco a poco, volviéndote a sujetar.



— Debo irme, Sr. . . Mi trabajo ha terminado. — Dijiste, delineando esa sonrisa coqueta tuya; sin en cambio estaba escaza de confianza a comparación del día anterior. Suspiraste con levedad, retirando los brazos de él. — ¿Puedo tomar prestado su teléfono un segundo? Su esposa no debe tardar en llegar.



— Pe-pero. . . ¡No has descansado! Esto es mi culpa, no sé qué me sucedió. . . — Si, su sentido de caballero, lo estaba atacando; los principios que bien se le habían inculcado se habían quebrantado una segunda vez, se sentía severamente derrotado. — ¡E-Erina, ella. . . !— Fue interrumpido por el ladrido de Danny en el comedor.



Por tu parte, fuiste directamente a buscar algún teléfono en esa casa. Hasta hallarlo, marcaste directamente a Cioccolata.



El sonido del teléfono en espera a la llamada sonó durante unos segundos hasta que la llamada fue respondida; — Huh ¿Buenos días? Jefe, he terminado el trabajo que me fue encomendado, estoy lista para regresar. . .



Cioccolata al otro lado de la línea, suspiro satisfecho; sin en cambio la risa de Secco sonaba al fondo de la llamada, dejándote confundida. — Escucha (T/N), para la cabecilla ya no eres necesaria, se llegó a la conclusión de que una madame no es necesaria, así que sabes el punto en el que te encuentras, ¿Cierto? Te he considerado como una hija, nunca has envidiado riquezas, lujuria, sabes fingirlo, pero es algo que no deseas, no llegaste a este mundo por tus propios pies. El resto de tus compañeras fueron vendidas a peses gordos muy capaces de horrores, pero tengo en consideración la vida que se te presentó desde temprana edad. . . Tuviste una similar a Secco, pero este lugar no es para ti, no durarías ni un día más. — Volvió a suspirar, mientras tu mente no terminaba de procesar todo aquello. — Vive la vida de forma decente, he borrado tus historiales, fuiste la mejor venta de esta organización. Tu equipaje llegará en tres días, eso es todo.


Colgó.




—Jefe. . . Debe estar bromeando. . . — Lagrimas empezaban a derramarse con impotencia. — Ni siquiera me dejó decirle adiós. . . y gracias.



En ese instante, Jonathan ya vestido, salió de la habitación, yendo rápidamente hacia ti con una pequeña caja roja pequeña en manos. — ¡S-Sé que es muy repentino! ¡Que solo nos conocemos de una noche y eso! ¡Pero no puedo permitirme un segundo tropiezo así! ¡Tomaré toda la responsabilidad de la situación! — él se puso de rodillas, mientras abría esa pequeña caja roja, el hermoso anillo que viste en esa mujer rubia estaba ahí; — Era de mi difunta esposa. . . Nunca pude tirarlo para olvidarla, pero. . . Si me lo permites, ¿Podrías. . . aceptar mi mano en matrimonio?




<-----To be continued-------

Dato curioso.

Cioccolata siempre tuvo consideración a rayita, ya que su inocencia se quebranto por su culpa, ademas de que él y seco tuvieron un pasado similar y fueron acogidos por Solido D. Naso; algo como veneno fueron lo que tomaron, Cioccolata decidió que era mejor no adentrar a Rayita en un mundo sin retorno.

Normalmente como proxeneta no tomaría en cuenta tales detalles, pero le quedo bien el saco al Bb y por ende decidió venderla, disfrazada a que se vendió al mejor postor, sino a un hombre de bien.

&quot;Encuentros&quot; ; Jonathan x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora