El cuadro

782 76 28
                                    


El pasado de Jonathan. 

Todo circula a la edad de 19 años en Reino Unido, Britania. Era un hombre inexperto de la vida que desea convertirse en un maravilloso maestro. Tenía una pareja, con la cual duró dos años y medio de relación; ambos cometieron el error de entregar sus cuerpos en una situación pronta antes de seguir sus sueños, Jonathan era un caballero, que se hacía responsable de sus actos, lo llevó a casarse con la hermosa Erina, iban a tener un hijo.



El dinero no hacía falta en casa como para dejar los estudios, él la ayudo a terminar la carrera y se formó como un maestro para poder impartir la educación sobre arqueología en una universidad de prestigio.



Todo iba perfecto, lo tenía todo... Una hermosa y cariñosa esposa, un hijo a conocer y demostrarle el mundo, la felicidad se veía todos los días.



Pero como todo en el mundo, tiene un fin.



Era un día nublado, Jonathan tuvo lo que en toda familia hay, su primera pelea matrimonial, esa mañana se había enterado que el hijo que Erina llevaba en el vientre no era suyo, y le dolió tanto saber que era de su hermanastro; todo salió de una violación antes de que él tuviese el acto con ella, todo el mundo del Joestar se estaba desmoronando a cenizas.



Se sintió traicionado, ya habían pasado meses de ese embarazo, ¿Y no podía decírselo? La realidad, es que la dulce Erina estaba destrozada emocionalmente, no deseaba tener al bebé, pero a su amado le hacía ilusión ser padre por primera vez, fue su error mantenerlo en secreto.



Cuando la discusión y gritos ceso, Erina sin decir más, ni llevar nada consigo, tomó las llaves del auto y emprendió su huida sin destino alguno.



Jonathan lloraba desconsolado y en silencio, nunca la detuvo, porque en su mente pensaba que quizá ella amó a su hermanastro en realidad y deseaba estar con él en ese momento, el sentimiento tan amargo de tener una perdida lo dominó, pero... era un hombre de bien, y la amaba tan desesperadamente.



Pasó una hora de reflexión, y decidido, entre lágrimas; aceptaría a ese niño como su hijo, le daría su apellido y hasta lo amaría como si suyo se tratase, con tal de mantener a su amada cerca, y feliz como siempre.



Una familia feliz, eso deseaba tener.



Al estar decidido por fin, estaba por arreglarse en ir a buscarla, ¿Dónde? Quien sabe, pero algo le decía que estaba cerca, y confiaría en su instinto de hombre enamorado. En ese instante, el sonido de teléfono resonó en toda esa habitación, Jonathan, extrañado, dejo del lado el saco y respondió inmediatamente el teléfono... Aún recuerda ese evento.



-¡¿Señor Joestar?!- La voz de un fiel amigo se escuchó alarmado, llamando a través de línea con desesperación.



- Speedwagon, ¿Sucede algo, porque suenas tan angustiado? – Si los nervios ya se notaban en su voz ligeramente quebradiza ya estaba asustado.



- ¡Su esposa, Erina Joestar tuvo un terrible accidente de auto! Ella ha...!! – En ese momento, Jonathan soltó el teléfono sin colgar, y corrió lo más que pudo por un sendero largo, oscuro... durante media hora corrió como un loco, sudaba bastante, pero nadie sabe lo que es amar hasta perderlo todo.



Increíblemente llegó, al momento en el que los restos de su amada estaban siendo recogidos de distintas partes, el coche estaba hecho un desastre, el metal había hecho de su amor una carnicería. Tan abrumadora fue la escena, que trató de ir hacia Erina; fue detenido por diez personas, y a lo lejos estaba Dio Brando, sonriendo con cinismo antes de marcharse de escena. 


Moonlight Sonata. El día lluvioso.


El funeral se llevó a cabo en privado, las cenizas de Erina fueron enterradas en lo más profundo del mar italiano como ella una vez lo deseo.



Cada noche Jonathan tenía pesadillas, y cada día sentía el vacío de estar sin la persona que más amaba a su lado, pero siempre fingía una sonrisa a sus alumnos, y que todo estaba bien.



Se quedó en Italia, lejos de su hermanastro, lejos del recuerdo, lejos de las pesadillas; empezó de cero, sin olvidar la sonrisa de esa maravillosa mujer que dejo de decirle al oído "Te amo." Sus amigos, deseaban hacerlo feliz, y sino bien no sabían cómo hacerlo, tenían en cuenta que se trataba de una mujer, la usencia de una, siempre cambiaba al hombre y optaron por comprar en definitiva una mujer para él.



Un proxeneta ofreció vender en cuerpo y alma a una mujer que ya no le hacía falta en realidad, sabían el mal que era comprar una mujer, pero quien sino una dulce mujer galante podría cesar las pesadillas que atormentaban a ese pobre y amable hombre...



< ------ To Be Continued -------

&quot;Encuentros&quot; ; Jonathan x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora