Capítulo uno.

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Helena es una joven de dieciocho años, agraciada en su belleza sin tanto maquillaje y oculta a travez de sus finos lentes de dorado armazón redondo su sincera mirada y detrás de sus libros oculta su tierna sonrisa.

Ella sueña —al igual que en sus libros—, poder encontrar a su amor verdadero, alguien con quien pueda sentirse ella misma, autentica y feliz, pero muchos de esos deseos se han visto afectados por las múltiples burlas que obtuvo con los chicos con los que salió.

Cada uno había atormentado sus sueños y sus metas y habían provocado que el rocío de sus ojos cayera lentamente por sus mejillas dejando simplemente que sus sueños no fuesen otra cosa que un deseo muy lejano que jamás podría realizar. Por eso Helena había logrado encontrar la esencia de su vida entre las frías paginas de sus libros, suspirando y disfrutando las hermosas historias que estos le podían ofrecer.

Llevaba ya dos años sin tener un noviazgo, pues después de su cuarta pareja había entendido que no era necesario tomarse de la mano para poder sentirse feliz.

Lucas, su primer novio la había humillado tanto por tener un gusto a la lectura que podía recordar sus palabras a la perfección >>tú serías mas atractiva sin esos estúpidos lentes redondos que tienes que usar por andar leyendo esos tontos libros que tanto te afectan la vista. Deberías ser deportista o atleta para ser digna de salir conmigo. Además de darme las gracias y darme mas de tu atención solo porque yo me he fijado en alguien como tu<<

Lucas y ella habían sido también amigos desde el preescolar pero todo había cambiado cuando entraron a la secundaria y el había quedado como capitán de su equipo. El jamás había aceptado salir con ella en publico ya que era el capitán del equipo de fútbol en la secundaria y muchas chicas deseaban salir con el, pero el se guiaba mucho por las apariencias y aunque Helena sabia que Lucas la usaba mas para resolverle sus tareas y problemas, ella aceptaba esas humillaciones solamente para no sentirse sola y por la amistad que habían tenido hacía tiempo atrás. Pero al llegar Elizabeth, una chica de gimnasia de la escuela, Lucas había olvidado a Helena, dejándola devastada y deprimida.

Si, su vida era parecida a una historia llena de tragedia tal y como lo relatan en tantas novelas, pero esa era su vida y eso le había tocado tener.

No olvidemos tampoco a Oliver, un novio que llegó al poco tiempo de Lucas que le había hecho creer que era el indicado. Probó de su cuerpo los gloriosos placeres que le podía otorgar pero luego de muchas salidas se canso de ella y sin decirle nada se apartó de su lado saliendo con otras chicas y posiblemente también chicos.

Al poco tiempo llego Octavio su compañero de laboratorio el cual fue solo un desliz de desquite ya que su antigua novia era muy posesiva y se molestaba cada que se tenía que reunir con ella para los trabajos de equipos que realizaban para la clase. El poco tiempo después le explicó que no deseaba nada mas con ella a pesar de prometerle que se quedaría con ella mas tiempo simplemente para después regresar nuevamente con la anterior novia posesiva que ya había tenido.

Pero a pesar de que ellos habían sido unos desgraciados y bastardos con su persona, no se comparaban con Michael.

El llego a su vida como un consuelo, sin mencionar que era su profesor de la clase de poesía, la enamoró entre verso y verso y ella sin darse cuenta había quedado perdidamente enamorado de él. Salian juntos de vez en cuando después de clase y el con la excusa de que era profesor y nadie podía verles salir, fingían que solo adoraban compartir sus textos, hasta que una tarde una mujer madura entro a su salón mientras estaban solos y escandalizada la corrió y le dijo que él era su marido.

Fue un terrible pasado para Helena, pero esa era su historia y ella había decidido vivirlo.

•••

Una tarde Helena leía tranquilamente en su cafetería favorita, pero la mirada del chico que estaba en caja la inquietaba cada instante mas, ya que siempre que ella llegaba el la observaba pasivamente desde su puesto y aunque ella le miraba interrogante por su constante mirada el solo le respondía con una sonrisa y regresaba su atención a su trabajo para al poco tiempo volverla a observar mientras leía.

Por ello una vez que había acabado de comer su pastel con moras y su café capuchino tomó su bolsa y se dirigió hacia la salida. El rápidamente se quitó su mandil salió detrás de ella quitando el candado a la bicicleta estacionada frente a la tienda y con ligera indiferencia se colocó a su lado para caminar.

Helena solamente lo observo inquisidoramente.

-¡Hola! -le saludó el chico - mi nombre es Cesar, trabajo en la cafetería que acabas de visitar...

Helena se detuvo en seco observándolo con una ceja en alto por lo que le decía Cesar.

-¿Me sigues para decirme que trabajas en esa cafetería la cual visito todos los días y donde es evidente que tu trabajas no solo porque tu me cobras, sino porque siempre que estoy ahí te quedas observándome sin fingir demencia? -exclamó Helena exasperada.

-Así es -respondió Cesar fingiendo no haber sonado tan estúpido en la manera que se había presentado.

-¿Y me puedes explicar porqué siempre que entro a esa cafetería me observas de ese modo? -preguntó Helena indiferente.

-Porque me parece interesante lo mucho que te agradan los libros...y cada libro que has leído he tenido yo también la oportunidad de leer y me es imposible no hacerte caso cuando cada portada que tocas me dice a gritos que tú eres única y diferente...

Helena continuaba escuchándolo con una ceja en alto sin poder evitar reírse con una carcajada por sus palabras.

-Ok, chico...

-César... -la interrumpió él. Ella hizo una pausa analizándolo.

-Bien, Cesar -continuó Helena- No sé que tramas, pero déjame aclararte que no estoy interesada en nadie. Sean cuales sean tus intenciones no me importa, no quiero nada.

-¿Lo dices por mi increíble atractivo, cierto? Bien, Helena, si, quita esa expresión de tu rostro es obvio que se tu nombre porque siempre que pides un café lo anoto en tu vaso y puedo darme el lujo de llamarte así porque es obvio que ése es tu nombre, además de que lo anotas en tus libros. Te lo dejaré en claro, me gustas y no espero que aceptes mis intenciones ahora porque yo te lograré enamorar todos los días que me queden de vida y no me rendiré hasta que no aceptes ser mi novia y te siga conquistando hasta que tu decidas ser mi mujer y la madre de todos aquellos niños que serán sin duda alguna míos.

>>Y se que lo lograré porque sé que debajo de esos tristes colores fríos que usas y detrás de esos libros y de tu personalidad indiferente se que hay alguien esperando por un chico que saque esa dulce personalidad que tienes.

-Me gustan las chicas -dijo Helena sin cambiar de expresión.

-Me disfrazaré de una si es necesario. Aún así te demostraré que puedo ofrecerte mas que una chica -insistió sin desanimarse Cesar.

-¿No piensas rendirte, cierto?

-Así es.

-Bien, pues sorpréndeme.

Helena estiró la mano y oportunamente paso un taxi en cual se subió y se marcho. Pero no sin antes dejarse conmover por la hermosa sonrisa que tenía Cesar mientras la veía alejarse.

Un caótico amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora