El inicio de todo (I)

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—Agente Higurashi, Soyima la llam—una esbelta mujer pelinegra se acercó, con un portafolio en manos, hacia una azabache.

—Dígale que estoy algo ocupada...—dijo con dificultad mientras recargarba su arma.

—Dice que es algo muy importante—dijo la pelinegra mientras se tapaba los oídos por los disparos.

—¿Más importante que entrenar?— la azabache la miro curiosa.

La pelinegra asiente.

—Ya veo...— dejó el arma en una gran mesa plateada. "Más le vale a esa tonta que sea algo importante..."

—¡Le avisaré que va encaminó!informó la pelinegra algo timida.

—No hace falta. Tu sólo encargate de cerrar la habitación de entrenamiento. Lo demás, dejamelo a mi...

[Hace 3 años]

Narrado por Kagome.

Hoy era lunes, y como de costumbre llegaba tarde.

No era mi culpa, era del jodido despertador. ¡El condenado siempre se averiába!

Al fin, llegue a mi trabajo.

Estaba trabajando tranquilamente, pero mi jefa me llamó a su oficina, recibí miradas burlescas de mis compañeros de trabajo.

—Higurashi, pasa —dijo la recepcionista.

Asentí muy nerviosa.

Entre a su oficina, y me encontré con la mirada sería de mi jefa, Marrie.

—Sientate —ordenó mi jefa.

Rápidamente me senté.

—Me han llegado reportes de tu impuntualidad...

—Puedo explicarlo...

—¡No sigas con tus estúpidas excusas!—vociferó.

Guarde silencio.

—Si llegas tarde mañana tendré que despedirte— dijo seriamente.

Tragué saliva por el miedo, esa mujer si que daba miedo. Luego de una larga charla con ella, y de varios regaños, al fin me dejó salir.

Cerré su puerta y soltó un gran suspiro.

—¿Que tal te fue?— pregunto la recepcionista, la cual raras veces me dirigía la palabra. Me sorprendió bastante.

—Pues...

—No importa —respondió de mala gana ella. Acomodó sus lentes y siguió con la mirada en su escritorio.

Rodé molesta los ojos. Ya recordaba porque no hablaba con ella. La mire molesta, a esa..."Cuatro ojos". Decía en mi mente.

Las horas, extrañamente, pasaron volando.

Termino mi trabajó, me fui a casa muy agotada. Y me prometí a misma que mañana no llegaría tarde.
.
.
.
—Uhm...—empeze a despertar.

Me senté en mi cama, frote mis ojos.

—¿Qué hora so...—me paré rápidamente— ¡¿SON LAS DIEZ?!

Te protegereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora