La chica iba corriendo a través de las calles de Londres dirigiéndose directamente a Scotland Yard, necesitaba desesperadamente la ayuda del detective inspector Lestrade.
Ni siquiera al llegar a la comisaría redujo su velocidad, pasando entre polic...
El detective se preparó, puso a calentar agua para el té, preparó la vajilla y se paró frente al espejo, con su violín, a esperarlo.
James Moriarty entró al departamento sigilosamente, escuchando la melodía que Sherlock tocaba con su violín. Procedió a subir lentamente, pero el rechinido de un escalón lo puso en evidencia, ya que la melodía se detuvo. Se quedó quieto y cuando Sherlock volvió a tocar, reanudó su caminata hacia arriba.
Al llegar a arriba, se encontró con Sherlock de espaldas, terminando su melodía.
-La mayoría toca- dijo Sherlock escuchando la puerta abrirse- Pero me imagino que no eres la mayoría de la gente. El té ya hirvió.
-Johann Sebastian estaría consternado- Jim entró y se dirigió a la mesita de centro, tomando una manzana del frutero- ¿Puedo?
-Por favor- Sherlock señaló el sillón de John, pero Moriarty se dirigió hacia el suyo, tomando asiento en este.
-Cuando Bach estaba en su lecho de muerte...- Moriarty comenzó, mientras cortaba su manzana con una pequeña navaja y Sherlock servía té- Escuchó a su hijo tocar una pieza suya en el piano. El muchacho se detuvo antes de acabar.
-Y el hombre agonizando, saltó de la cama, corrió al piano y la acabó
-No pudo con una melodía inconclusa.
-Tú tampoco, por eso viniste.
-Sé honesto, te alegra.
-¿Con qué, con el veredicto?- Sherlock le pasó una taza con té.
-Que yo esté de vuelta en la calle. Todos los cuentos necesitan un buen villano clásico. Me necesitas o no serías nada- Sherlock lo miró unos segundos y regresó la vista hasta su propia taza de té para tomar asiento- Porque tú y yo somos iguales. Excepto que tú eres aburrido. Tú estás del lado de los ángeles. Como esa hermosa compañera tuya.
-Compraste al jurado, claro- Sherlock ignoró el último comentario de Moriarty, ganándose una sonrisa divertida por parte de este.
-Entré a la Torre de Londres, ¿crees que no podré entrar a 12 cuartos de hotel?
-Red de cable.
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-Cada cuarto tiene una pantalla personalizada. Y cada persona tiene su punto de presión, alguien a quien quieren proteger del mal. Así de fácil.
-¿Cómo lo harás? ¿Me vas a quemar?- preguntó Sherlock dándole un sorbo a su té.
-Ese es el problema. El último problema. ¿Ya dedujiste qué será? ¿Cuál es el último problema?- Sherlock lo miraba fijamente, tomando pequeños sorbos de su té- Ya te dije, ¿pero escuchaste?
Jim dejó su taza en el pequeño plato y apoyó su mano izquierda en su rodilla, jugando con sus dedos.
