Que comience la operación.

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El bullicio de los alumnos martillaba su cabeza sin cesar, vio de nueva cuenta al chico rubio que lo acompañaba, con esa sonrisa de idiota que siempre suele dibujar en su rostro; bufó molesto y siguió avanzando hacia su casilla. Dio tres vueltas a la perilla y abrió la pequeña portezuela mientras Naruto se recargaba en su casillero.

Revisó los libros que llevaba, acomodándolos dentro de forma ordenada, sacó los que iba a ocupar en sus siguientes clases. Giró la vista hacia su amigo, notando como este revisaba dentro de su casillero, buscando entre la basura que guardaba; vio los pequeños botes de ramen instantáneo, las hojas con manchas extrañas pegadas en la portezuela, las pegatinas en forma de rana y las fotos de su compañera la pelirosa que siempre le golpeaba. Rodó los ojos, molesto, y azotó la puerta de su casilla.

Aquel rubio lo hacía molestar sin siquiera proponérselo, pero al parecer no sería el único que lo fastidiaría ese día. Bien lo sabía al escuchar la voz que lo llamaba…

—¡Sasuke-kuuun! —Gritaba una pelirroja, mientras sacudía su mano en señal de saludo. Los alumnos se giraban a ver el espectáculo que ofrecía, pero a ella parecía no importarle, sólo quería ir a arrimarse a “Sasuke-kun”.

A unos pocos centímetros de él, la chica se abalanzó a su brazo cual hiena hambrienta a su presa, sujetándose con fuerza. Una vena asesina cursó por su frente, y le dedicó una de esas miradas “emo” que para ella eran tan “placenteras”. El rubio sólo contemplaba la escena, divertido; le encantaba ver a Sasuke enfadado. 

—¿Qué quieres, Karin? —Dijo con frialdad, definitivamente hoy no sería su día. La chica se aferró aun mas a su brazo, sin embargo él no hizo ademan de soltarse de su agarre; hacía tiempo que se había acostumbrado, ya que para Karin antes era constante y diario acosarlo.

—No seas tan amargado, Sasukito… se que has extrañado que te dé mis cariñitos —La pelirroja sonrió ante al bufido de molestia que soltó el joven azabache. Por unos segundos desvió su atención al rubio que aun se divertía con el show armado por esos dos.

—Hola Naruto, ¿ya me dirás cuánto mide “Kyubi”? —se dibujó una sonrisa pícara en la cara de Karin, como le encantaba traumar al rubio, ese sería su nuevo hobby. El rostro de Naruto pareció quemarse; bajó la mirada con vergüenza. El Uchiha sólo los miraba con detenimiento, conociendo a la chica sabía que no había preguntado nada inocente.

—Hola Karin, no, no lo he medido… —le respondió, apenado por aquel comentario—. Pero, ¿de dónde se conocen ustedes? Nunca los había visto juntos…

—¿Desde cuándo eres tan observador, Uzumaki? Hasta hace unos minutos no te habías dado cuenta que tenías la camiseta al revés —sonrió socarrón—, mejor dicho, ¿de dónde ustedes se conocen?

—Jajajaja, deja de molestar a Naruto que de eso me encargo yo —rió débilmente y con una mano tapó su boca—. Él pidió mi ayuda para resolver un caso. Naruto, Sasuke era mi antiguo “jefe” en el club de detectives.

—Espera, ¿el “emo” de Sasuke pertenecía al club de detectives? ¿y era el presidente? Jajajaja, ¿qué tipos de casos resolvían? ¿Misterios de ultratumba? —el rubio no podía parar de reír acompañado por Karin, quien no pudo evitarlo. Sasuke sólo rodó los ojos y se preguntaba como rayos podía soportarlos.

—Jajaja, pero…—intentaba articular el rubio, aun no salía del ataque de risa—, ¿por qué ya no sigues en el club de detectives? —preguntó curioso. Karin dejó de reír y su cara se tensó, al igual que la de Sasuke. Al parecer el rubio había sacado a la luz un tema incomodo.

—No es tu asunto “dobe” —cerró los ojos y dio media vuelta—. Debo ir a clases —una vez dicho esto, el pelinegro comenzó a avanzar en dirección a su salón de clases, dejando al rubio con las palabras en la boca.

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⏰ Última actualización: Jan 13, 2015 ⏰

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