Cada Mañana

El Trabajo y el Bar

Amity

Crear abominables era lo que hacía durante todo el día, mis audífonos con cancelación de ruido exterior me ayuda a mantenerme horas bajo las bestias.

Nunca faltaba el obrero que hiciera comentarios sobre mis orejas y lo inverosímil que era para ellos el que yo fuera la solución a sus problemas. Pues, aunque las brujas no faltaban, allí había algo de discriminación de parte de ambos bandos. Otros más me invitaban a salir, pero realmente no estaba interesada en ninguno de ellos; incluso algunas atractivas brujas habían mostrado interés en mí, pero no... ninguna era ella, nadie era ella. Aún daba vueltas en mi cabeza, la cantarina y dulce melodía de su voz no me permitía imaginarme a lado de alguien más.

A las 7:00 pm termina mi turno, y, si no hay algún imprevisto, justo a esa hora registro mi salida, tomando mi auto y dirigiéndome a mí no tan humilde hogar. Admito que mi parte favorita del día es cuando no hay nadie más que yo, mi habitación era un lugar sencillo y seguro. Tenía lo que necesitaba y no deseaba más. Un sofá, una televisión, un escritorio donde escribir, un librero... una estufa, un refrigerador, una cama, un guardarropa; eso era todo.

Al llegar, me cambio de ropa por algo más cómodo, las botas hacían que mis pies dolieran, la camisa de lona irritaba mi piel, los pantalones de mezclilla gruesa escocían mis muslos y el uso constante del casco me daba dolor de cabeza. Tras ponerme cómoda, escribía e imaginaba hasta que la relajación viniera a mí, después, me arrastraba hasta la cama y cerraba los ojos, lo lograste Amity, pensé. Todos los días era lo mismo, había sido lo mismo durante dos años y esperaba que siguiera así por tiempo indefinido. Solo que, en ocasiones, el destino tiene planes diferentes.

Luz

El trabajo es muy gratificante y a su vez bastante agotador. Tengo apenas 6 meses de haber salido de la universidad y me siento afortunada de haber encontrado esa vacante en la clínica de rehabilitación. La verdad no era lo que me esperaba hacer en un mundo que se había llenado de magia de la cual yo no sabía mucho, pero no podía quejarme.

Trabajo como una de las encargadas de los medicamentos y pociones, aunque de vez en cuando tenía que cuidar a los pacientes para que no se sintieran solos. Pero no estoy a cargo de todo, Willow, mi mejor amiga me ayuda demasiado, hemos sido amigas desde que llegó a la tierra.

Teníamos a alguien que nos ayudaba: Boscha.

Ella era... De carácter fuerte con nosotras o con cualquiera que se le atravesara en el camino, a veces no nos ayudaba en nada, pero tenías que obedecerle si no querías que te diera una paliza horrible.

La otra vez estaba encerrada en el almacén con Willow, parecía que estuvieran peleando o golpeándose entre ellas, no sé, nunca se atreven a decirme que hacen, dicen que no debería importarme.

Hoy fue todo muy distinto, hoy fue Boscha quien estaba de buen humor, quien me invitó a salir con las chicas que también trabajaban conmigo, y yo acepté gustosa.

El bar parecía tranquilo, no había ni un solo borracho haciendo escándalo y la seguridad era realmente buena.

- Chicas, tengo algo que decir - dijo Willow atrapando la atención de todo nuestro grupo.

- Willow, no - susurró Boscha intentando callarla, pero ambas estaban un tanto pasadas de copas

- Oh cariño, ¿qué pasa si les digo que somos pareja, eh? - respondió Willow amenazante, no era así normalmente.

Todas nos mostramos realmente sorprendidas, aunque, supongo que era algo obvio.

Después de eso, solo me fui a mi casa, casa, no quería ser mal tercio, me tiré sobre la cama, quedando inconsciente casi al instante. Justin no estaba ahí, me alegraba por eso, aunque fuera un gran sujeto, apreciaba tener mi espacio, y que las noches que se quedará en mi casa fueran las menos posibles.

Mi último pensamiento se lo dediqué a ella. Fue el de muchas noches anteriores, "querido Ángel, si lees esto es porque no me atreví..."