𝟐𝟔 𝒂𝒏̃𝒐𝒔, 𝒅𝒊́𝒂 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐

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❝Hacer el delicioso, el sin respeto, el muele carne...❞


Namjoon y tú disfrutaban los besos, un beso puede significar muchas cosas, puede expresar muchas emociones y puede generar momentos hermosos; por eso siempre que podían hacían una sesión de besos, sesiones que nunca estaban planificadas y que nacían en el momento.

Por ejemplo cuando una película romántica terminaba, ambos se sentían en el ambiente amoroso y feliz, un besito, que pronto se transformaba en dos, en tres, en cuatro, en una larga sesión de 5 minutos.

Pero otra cosa era cuando pasaban de ser besos inocentes a ser más fogosos y sensuales, esa era la situación actual.

Namjoon te recostó sobre la cama y te saco la camiseta blanca para luego retirar sus prendas y quedar únicamente en ropa interior. Besó tus labios y sus belfos descendieron por todo tu cuerpo hasta llegar a la pelvis, bajó tu pantaloneta y metió sus manos dentro de tu ropa interior.

Chupó tu miembro que ya se encontraba erecto como fruto del toqueteo de hace poco, te masturbaba con su izquierda y con la derecha pellizcaba tus pezones, tus manos se dirigieron a sus hebras oscuras las cuales acariciaste mientras jadeabas.

Él saco tu ropa interior y admiro tu cuerpo. No eras muy atlético, tus hombros no eran demasiado anchos y tampoco eras la persona más delgada del mundo, de hecho tenias una pequeña pancita que a su vista era adorable. Por muchos años esos rasgos fueron la fuente de tu inseguridad pero con el paso del tiempo, la maduración mental y la aceptación propia hicieron que te amaras tal y como eras.

Cosa que Namjoon amaba, él amaba cada pedacito de ti y tú lo amabas por igual.

Nam se saco su propia ropa interior y dirigió su mano hacia tu parte baja, su dedo estaba por entrar en ti cuando...

—¡Dedos no! —le gritaste a lo que él salto.

—Honey, un día me mataras del susto ¿por qué?

—No me he limpiado allí abajo, solo usa lubricante, esta en el cajón de mi ropa interior.

Namjoon asintió y se levantó para ir a por ese botecito que contenía un líquido con una coloración rosa muy muy leve, volvió a ti, abrió el frasco y puso un poco del contenido en su mano y lo derramó sobre su miembro, obviamente después de ponerse un preservativo.

Paso su mano sobre tu entrada y alineó su miembro en el inicio de tu recto y empezó a meterlo, tú te quejaste..., aquello dolía como un golpe en los huevos.

Nam bajó hacia ti y sacó tu mano de tus ojos, dejo un beso en tus labios el cual correspondiste y él siguió metiendo.

—Ya honey, no llores —susurró en tu oído y limpio la pequeña lagrima que bajaba por tu mejilla.

—Ah..., espera un momento —susurras de vuelta y dejas un beso en su mejilla. Nam es paciente, él entiende, una vez lo hicieron con él como el pasivo y también había lloriqueado—. Ya, muévete.

Comenzó a moverse a una velocidad discreta, ni muy rápido ni muy lento, subiste una pierna en su pecho y él se abrazó a ella, lo sentiste más profundo y sus embestidas subieron aún más.

El sonido que sus genitales hacían era lascivo e inundaba la habitación que se veía lúgubre por las cortinas cerradas de par en par.

—Ah, ah, ahg —gemías conforme sus movimiento subían de velocidad.

Tu mirada estaba fija en su rostro, Nam tenia esa costumbre de hacer gestos cuando le apretabas así que contraías tus paredes a voluntad para ver sus expresiones y también porque lo sentías mejor.

Nam saco su miembro de tu interior y te pidió darte vuelta, con una mirada lasciva asentiste e hiciste caso, giraste sobre la cama y subiste tus caderas hacia tu novio.

Él toco tu trasero y luego volvió a meter su pene en tu interior, dirigiste tu mano hasta tu propio miembro y comenzaste a masturbarte.

Nam estaba llegando muy profundo, al pequeño y delicado punto que te hace perder los estribos.

—Ay, ng —gemiste sintiendo el punto dulce ser tocado, enseguida tu pene expulso el líquido de eyaculación y dejaste caer tu cuerpo sobre la cama.

La mano de Nam fue hacia tu miembro y mientras él se movía sobre ti, te hacia correrte aún más.

Gemías, no podías evitarlo, la sobreestimulación que estabas teniendo era abundante y tener a Namjoon besando tu oreja era desesperante, te hacia cosquillas.

—Y... ya mismo —jadeó.

Sus estocadas continuaron hasta que emitió un gemido ahogado.

Se acostó sobre la cama a tu lado y miro tus ojos cerrados, esa era tu expresión habitual al terminar de tener sexo.

¡No!

Namjoon prefiere llamarle hacer el amor.

承 Love | One week Nam's birthdayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora