1. Perdida

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-¿Perdida? -JaRin soltó el teléfono.

No podía creer lo que había escuchado, pero era cierto. La casa en la que había crecido no solo ella y sus hermanos, sino su padre y hasta su propia abuela, estaba irremediablemente perdida. Su hermano la había puesto como garantía en una deuda de juego, y ahora... su abogado le llamaba para informarle que debía salir cuanto antes, o iban a desalojarla. No había nada que hacer, todos los trámites se habían realizado de manera legal.

Una semana. Ese era el tiempo que le daban para abandonar su hogar.

-¡Pero esta casa ha sido de nuestra familia desde hace más de dos generaciones! -le dijo al juez en su momento; pero para un hombre de leyes eso no significaba nada. La ley estaba a favor de los casinos City of Dreams. Su hermano había firmado el traspaso de la propiedad y no había nada que hacer. Ahora la casa le pertenecía a... No sabía cómo se llamaba el nuevo dueño; pero ya lo odiaba. Ahora él podía hacer con la casa lo que le viniera en gana. Solo esperaba que no la convirtiera en un casino, eso sería demasiado.

Finalmente, llegó el día en el que tendría que salir del que una vez fue su hogar. Solo podía llevarse sus enceres personales. La casa, muebles y todo lo demás, estaba incluido en el contrato. Su hermano mayor había tirado por la borda la herencia familiar y ahora le quitaba lo único que les quedaba a ella y su hermana.

JaRin suspiró un poco aliviada, al menos le quedaba la cabaña del lago. La cabaña, y Thunder, un hermoso alazán de patas blancas. Eso era lo que pensaba; porque cuando fue al establo en busca del pura sangre, se encontró con otra desagradable sorpresa.

-¿Qué sucede? -le preguntó al cuidador-. ¿Por qué Thunder no está en el remolque?

El cuidador se rascó la cabeza, y señaló hacia las caballerizas. Estaba avergonzado, esta era la primera vez que desobedecía sus órdenes.

-Pregunté, ¿Qué sucede? -exclamó ella levantando la voz, casi gritando.

-Sucede -dijo una voz desde el establo-, que ahora este caballo es de mi propiedad.

Un hombre joven surgió desde las sombras, tenía una expresión altiva. Vestía un traje gris de corte casual y un suéter negro por dentro de éste. Parecía un traje de estos, que son hecho a medida, lo que le daba un aire de exclusividad y elegancia. Su padre también usaba trajes a medida, tenía su propio sastre, un sastre donde solo personas célebres o pudientes tenían lo suficiente para pagar sus servicios.

Él era el dueño de los casinos City of Dreams, el hombre que se había aprovechado del vicio de su hermano para quitarle todo. Era la primera vez que lo veía; pero su odio se hizo real.

Ryu JaRin se aferró a Thunder, él y su hermana menor eran todo lo que tenía, su única familia. Y no iba a dejarlo en manos de un extraño. No, sin luchar.

─Thunder es mío ─aseguró con firmeza─, así que es imposible que esté incluido en el contrato que firmó mi hermano. Mi padre me lo heredó a mí, tengo papeles que lo demuestran. No quiera apoderarse de él valiéndose de artimañas.

Él la examinó de pies a cabeza, estaba vestida de amazona y debía reconocer que aquel traje le sentaba de maravilla. Su figura era esbelta, pero de curvas sutilmente acentuadas, lo que la hacía perfecta para enfundarse en un traje como aquel. Tenía el porte y la elegancia de una chica de clase alta y suficiente belleza para dedicarse al modelaje si le daba la gana.

─No necesito valerme de artimañas ─respondió él─, cuando quiero apoderarme de algo que me gusta.

Aquello enfureció a Ja Rin, aquel tipo era un atrevido, pero no podía esperar nada bueno de un vividor, lo tenía bien claro.

─¡Thunder es mío! ─volvió a repetir mientras trataba de no perder los estribos.

─Usted le firmó un poder a su hermano, ¿no?

Ja Rin hizo memoria... Su hermano le había pedido que firmara algunos papeles. "Son solo cuentas por pagar" le había dicho. ¡Y ella estúpidamente había firmado sin leer!

Miró a Thunder y acarició su frente. Si las cosas se habían dado de aquella manera, no había nada que hacer... Thunder ya no era suyo, le había fallado.

─Otra cosa más ─continuó Yoo Kihyun─. La casa del lago también está incluida en el contrato. Se lo digo porque tengo entendido que piensa mudarse allí. Así que por favor busque otro sitio donde vivir, tengo planes con esa casa.

Ja Rin no podía creer lo que escuchaba. Su hermano no solo se había gastado hasta el último centavo que les había heredado su padre... Sino que la había dejado en la calle. Ya no tenía dinero, ni propiedades. Nada que la respaldara. Ni siquiera un empleo. Tenía veinticinco años, hacía poco había terminado la universidad. Pero su carrera no le servía de mucho, siempre le interesó el latín antiguo y eso estudió. Nunca pensó que tendría la necesidad de trabajar para mantenerse.

─¡No sé cómo puede dormir sabiendo que todo lo que posee, lo ha obtenido a base de engaños, de trampas, de robos! ─explotó, lanzándose contra él.

Su intención era darle una bofetada; pero tropezó, cayendo de rodillas.

Una mueca en los labios de Yoo Kihyun le hizo sonrojarse, se burlaba de ella.

─Estoy acostumbrado a que las mujeres se me lancen ─bromeó éste─. Pero no esperaba que fuese tan pronto.

Ella se incorporó de inmediato, dispuesta a descargar toda su ira sobre él; pero un tipo vestido de traje detuvo su mano justo en el momento que estaba a punto de golpear su rostro. Ni siquiera supo de donde salió, no le había visto hasta ese momento.

Yoo Kihyun se dio la vuelta y se alejó con indiferencia.

─Que tenga un buen día ─dijo a cierta distancia.

Ja Rin se quedó inmóvil, no sabía qué hacer, a donde ir... pero, sobre todo, le dolía dejar a Thunder. Ahora no solo se trataba de la casa, se trataba de su caballo, de su amigo.

─Regresaré por ti, Thunder... Aún no sé cómo haré, pero te recuperaré a ti, la casa, todo... lo prometo ─concluyó, acariciándole la frente.

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