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Aquellos zapatos altos y llamativos golpeaban contra el suelo durante ese baile, era lento pero sutil e increíble a la vista. La manera en la que se movía probablemente era innata y lo que lo hacía tan especial aunque para su propietario era lo que lo hacía tan caro.
La gente estaba dispuesta a pagar por sentir aquellos movimientos que eran totalmente desagradables para él, inclusive serían vergonzosos pero ya no había una gota de vergüenza en su organismo, qué remedio, ya no podía sentirse más miserable y asqueroso. Sus pensamientos consistían en un bucle de manos tocándolo de manera grotesca y repulsiva, de palabras que odiaría repetir y de órdenes que tenía que cumplir inclusive si esos decretos fueran a jugar con su salud física. De todos modos tampoco era la primera vez que terminaba en el hospital por culpa de quienes pagaban para destruir su cuerpo con acciones que probablemente no lo harían con sus parejas o en su matrimonio.

Claro que no porque para eso existía la gente como Akaashi, para que otros cumplieran sus deseos más recónditos y sádicos.

La llave de la ducha fue abierta, el vapor no tardó en levantarse pero antes que se metiera bajo el agua notó un camino de líquido seminal casi seco en su abdomen. Por supuesto, no era suyo

Las arcadas comenzaron pero esta vez fueron imparables. Con rapidez levantó la tapa del inodoro y vomitó, nada más que líquido estomacal con algo de sangre fue expulsado dejándolo más vacío de lo que ya estaba.

"Oh" Observó con una sonrisa casi trivial. No tardó en hacerse carcajadas, que no tardaron en ser sollozos ahogados.

Sus delgadas piernas se volvieron de papel así que no tuvo más remedio que dejarse caer al piso aún sin poder controlarse.

Pobre Akaashi, era tan miserable y asqueroso.

Su cuerpo expulsó de nuevo y sin previo aviso aquel líquido amarillo que manchó esta vez todo el suelo. Akaashi se hubiese parado de inmediato si aquel dolor punzante no se hubiera hecho presente en su abdomen, Akaashi gritó de dolor pero esta vez se arrastró a la bañera.

Dejó que el agua tibia inundara su mente e intentó con todas sus fuerzas restantes relajarse, la yema de sus dedos tocaba cuidadosamente debajo de sus ojos.

Vaya... al parecer no suelo dormir mucho, no lo recuerdo.

Exhaló fatalmente frustrado después de haber limpiado su desastre de recién. "Menudo asco" dejó todas sus cosas y salió de su habitación con ropa decente, no sabía muy bien que hacer; tal vez ir a la barra y tomar algo, después de todo Wakatoshi Ushijima no les permitía a los empleados salir después de las 19hs.

¿Qué crimen había cometido Akaashi para terminar en una cárcel de esas?

"Hola Kenma"

No obtuvo más respuesta que una mirada y un movimiento de cabeza por parte del rubio.

00:02 am

Debería estar durmiendo pero algo lo impedía y esta vez no era la música retumbante del club, si no un sentimiento ¿Una corazonada tal vez?

Sacudió su cabeza nuevamente y pasó sus nudillos por sus ojos restregando sus párpados. Otra vez alucinaciones. Sonrió antes de casi retirarse a su habitación después de tomar su último shot de.. ¿Sabía siquiera Akaashi lo que estaba ingiriendo?

Lo hubiese averiguado si los vidrios polarizados de la entrada no se hubiesen roto en mil pedazos, todos esos hombres armados irrumpían en el lugar logrando causar una conmoción en los consumidores y empleados

Su atención rápidamente se ubicó en su jefe quién corría a la puerta trasera acompañado de los Miya quienes cuidaban sus espaldas y por supuesto aquel pelirrojo enfermo psicológicamente que nunca dejaba de perseguir a Wakatoshi.

¿Qué es esto? No entiendo qué pasó.

Akaashi había entrado en estado de shock al ver lo lento que pasado todo a su alrededor. Grandes masas corrían ahuyentados por los hombres armados.

"No sé que debería hacer... ¿Debería correr también donde el jefe y probablemente Kenma? ¿Y si no lo hago donde iré a parar? "

Un apretón en su nuca lo desconcertó.

"Buho a Felino, tengo a otro, no identifico su estado; rehén, víctima o implicado"

"No uses esos apodos de mierda"

Lo último que Akaashi vió fueron aquellos ojos dorados brillando a la oscuridad y esa sonrisa cínica y molesta, además del sitio que se iba cayendo a pedazos a su alrededor entonces él cayó profundamente en sueño.

Su casa se caía a pedazos.

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