Capítulo Único

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El día de clase había finalizado en la academia UA y los alumnos comenzaban a salir de las instalaciones para dirigirse a sus dormitorios. Ya era viernes, por lo que muchos aprovecharían para salir de allí y visitar a sus familias.

Entre estos, se encontraban dos destacados chicos: Izuku Midoriya y Katsuki Bakugou. Apenas saliera de allí, harían una visita a las casas de ambos. El pecoso era de extrañar mucho a su madre y siempre sentía la necesidad de visitarla tanto como le fuera posible. Por otro lado, el cenizo no le daba tanta atención a esto, pero siempre recibía las constantes insistencia por parte de su madre de que “dejara de ser un mocoso malcriado y fuera a verlos”.

Pero ninguno de estos eran el verdadero motivo por el que este dúo pensaba ir. Sino que ambos tenían un plan que seguir.

Ese mismo día, irían a ver a sus familias juntos y, finalmente, confesarles que llevaban una relación desde hace años.

Ya todos sus compañeros lo sabían, y muchos otros alumnos de otras clases estaban al tanto de esto. Pero las únicas personas que parecían no tener ni la menor idea eran los padres de los jóvenes.

Esto se debía, principalmente, a que el peliverde no se sentía listo a soltarle la bomba a su madre y confesarle que le atraían los chicos y que tenía novio desde hace años. Siempre fue muy inseguro sobre sí mismo y lo que las personas pensaran de él; a diferencia del cenizo a quien no le importa exponerse y mandar al carajo a quien le dijera que sus gustos estaban mal.

Pero, tras tiempo de charla, ambos habían decidido que ya era momento de hacerles saber a sus progenitores sobre esto.

Y allí estaban ahora: caminando fuera de la academia, rumbo hacia el barrio en el que ambos habían crecido. Cabe mencionar que iban a paso muy lento, ya que Izuku parecía querer retrasar la situación lo más posible.

—Da igual que tan lento camines. Cuando lleguemos, ambos vamos a tener que decirle—le dijo Katsuki, ya algo cansado mientras caminaba a su lado—. Estás temblando como gelatina.

—L-lo siento—susurró el pecoso rascándose la cabeza—. Es que estoy nervioso, no entiendo como haces para estar tan tranquilo.

Su novio se encogió en hombros.

—No veo mi sexualidad como algo de que preocuparme. Solo voy a decirle a mis padres que estoy saliendo con alguien de mi mismo género, no es como si les confesara que soy necrofilico o una mierda así.

El peliverde soltó una leve risa ante tal comparación.

—Además mis padres ya saben que soy gay, se los dije hace mucho.

Izuku se detuvo al oír eso, abriendo los ojos como platos.

—¿Y-ya se los dijiste? ¿Cuándo?

—Ni idea, hace mucho ¿Qué importa?

—¿Cómo fue?—preguntó, algo sorprendido.

El cenizo volvió a encogerse en hombros, restándole importancia; mientras que para el más bajo era totalmente lo contrario.

—Estaba hablando con mis padres, la bruja metiche de mi madre empezó a insistir sobre si me gustaba alguna chica, y solo les dije que me atraían los chicos.

—¿Así de fácil?—El cenizo asintió— ¿Y qué dijeron?

—Creyeron que estaba bromeando, pero, cuando se dieron cuenta de que hablaba en serio, dijeron que estaba bien. No les importa.

Completamente atónito, Izuku bajó la mirada hacia el piso. No lograba comprender como es que algunos lograban tomárselo tan a la ligera. A él le había costado mucho hasta el simple hecho de asimilar la idea de que era gay; ni hablar de lo que le fue atreverse a admitirlo frente a sus amigos (aunque estos ya lo venían sospechando).

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