prólogo

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Corría a través del bosque oscuro, a lo lejos podía oír a los guardias viniendo por mí. Buscándome. Mi aliento era entrecortado, desesperado, sabía qué hacía una hora había sido emboscada a las orillas del río y ahora solo querían una cosa: matarme.

Mis piernas se sentían exhaustas y pequeñas cortadas las cubrían acompañándolas estaban todos los moretones que cubrían el resto de mi cuerpo. Sin notarlo comencé a entrar en la desesperación pues cada vez ellos estaban más cerca y yo más débil, la vulnerabilidad ahora más que cualquier otra ocasión dominaba en mi semblante cansado. Sin otra opción lo único que pude hacer fue esconderme detrás de un árbol y guardar silencio, esperando no ser vista.

—¡Atrápenla! — gritó metros atrás de mí. Sabía que me buscaba, me quería tener no importaba si sería viva o muerta.

Sin poder contener más mi llanto salí corriendo tan rápido como pude adentrándome aún más en la oscuridad y los árboles, por entre los dedos de mis pies podía sentir la humedad de la tierra, así como también dolor. Cada paso se sentía como si pisará una aguja, pues mis heridas no eran dignas de ser ignoradas. Había tantas ramas y rocas que sin darme cuenta resbalé y caí sobre un tronco enorme, el golpe seco contra el suelo confundió mis sentidos. Al levantarme sentí el dolor de mi pie, indicándome una cosa: estaba roto.

De pronto el sonido de unas pisadas acercándose a mi capto mi atención, era un guardia real. Gire rápidamente en un movimiento que de haber estado en perfecto estado me habría ayudado a escapar, pero falle exitosamente. A los segundos tenía una de sus manos alrededor de mi antebrazo y la otra enredada en mis cabellos jalándome fuertemente. Los tirones me hicieron derramar una lagrima. No quería morir, no así.

—¡Para! — pedí, una nota de desolación podía notarse a kilómetros en mi voz. Espere que atendiera mi petición, pero lo que hizo fue apretar más fuerte, esta vez arrancando un mechón.

—¡La tengo! — gritó a los demás, la victoria era perceptible desde donde estaba.

A los segundos todos comenzaron a llegar. Rodearon el perímetro en un círculo y esperaron a su líder. La persona que quería verme muerta. De entre los árboles salió una figura varonil alta, esbelta, poderosa. Tenía puesta una máscara de barro blanco a la par de una capa negra. Cuando finalmente estuvo bajo la tenue luz de la luna levanto su mano para desenmascarar su anonimato. Pero nunca me espere que de todas las personas que querían asesinarme el que finalmente lo logrará fuera él.

Kim Seokjin, el tercer príncipe de Joseon.

El hombre que me había jurado amor, y el único en el que confíe. Traicionándome.

Inevitablemente entre en un estado de shock, mientras tanto sentía lágrimas tibias recorrer mis mejillas, el miedo que tenia de morir se veía opacado por lo desconsolada que me sentía. Si antes había experimentado dolor sin duda alguna no había sido nada como esto. Sentía como mis ojos ardían impidiéndome alzar la vista, no podía creerlo. No quería creerlo, deseaba que todo fuera una mentira sin embargo el brillo en sus ojos me dejaba en claro que no lo era.

El ambiente había caído en un profundo silencio, pues solo se escuchaba la brisa del viento y la soledad de una fría noche. Parecía que el tiempo se había detenido en este mismo instante.

—¿Por qué me haces esto? — pregunté rompiendo el silencio, mi garganta dolía, se sentía rota. Devastada era la palabra que me definía en este momento.

—No me culpes Nyeri, yo nunca quise hacerte esto. Eres demasiado útil para mis planes que hasta siento lastima de tener que matarte. — La sorna relucía en las palabras que decía, aunque de todas formas no podía creer que me resultaran tan dolorosas cada una de ellas. — Pero aun así me sigues dando asco. Me das asco.

Princesa renacida|kim taehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora