Princesa renacida|kim taehyung

dos

Me encontraba sentada en una de las sillas, por el cambio de luz fácilmente intuía que al menos ya había pasado una hora en la que lo había estado esperando, sola. Seguramente está sería catalogada como una de las ceremonias más miserables de la historia pues siempre creí que el día en que me casará lo haría por amor con el único hombre que había amado, pero temo que eso nunca sucederá, en cambio, uniré mi vida a un completo desconocido.

El chirrido de la puerta abriéndose robo mi atención, al instante levanté mi vista. Una silueta caminaba en mi dirección, pero no podía verla con la tenue luz de las velas que había prendido hace minutos.

—¿Quién anda ahí? — pregunté con determinación mientras me levantaba de la silla. Era extraño hablar y no reconocer mi voz, después de todo este no era mi cuerpo, hasta ahora. No recibí respuesta, sin embargo, tome una de las velas y la posicione a la altura de mi cara, después avance dos pasos adelante y mire hacía el lugar en donde estaba. Vestido con un traje nupcial color rojo se encontraba el quinto príncipe.

Tenía cabello lacio y largo color café recogido en un medio moño. Sus cejas castañas y espesas enmarcaban perfectamente su mirada, está era de unos suaves ojos en forma de almendra color café, que sin quererlo transmitían tranquilidad e inocencia, pero había algo mas en ellos, que te tentaba a llegar hasta lo profundo de su ser y descubrir todo sus secretos. 

Su nariz era pequeña y respingada con un pequeño lunar en la punta mientras que sus facciones se veían manchadas por un leve rubor... ese mismo tono tenían sus labios. Estos eran finos y alargados, a simple vista parecían ser los más suaves del mundo. Su postura era tímida y retraída, a pesar de su altura fuerte e imponente no parecía amenazante. El era una clara obra de arte en todas sus letras, jamas había visto a alguien como el. 

De repente sorprendiéndome avanzo hasta quedar en frente de mí y me miró por unos segundos con las mejillas más coloradas que nunca, murmuró algo que no pude entender y sin previo aviso me tomo por la cintura acercando mi cuerpo al suyo. El asombro me dejó inmóvil en mi lugar por unos segundos y cuando reaccione para alejarme, tenía sus labios sobre los míos.

Su beso fue suave, la textura de ellos en conjunción con los míos era etérea y delicada. La comodidad que sentía combinada con su flojo agarre en mi nuca logro ensordecerme y conducirme sin darme cuenta hacia una sensación de calidez que nunca antes había experimentado. Pero todo eso termino cuando me despegue de sus fuertes brazos. No entendía que acababa de suceder, porque me había besado tan repentinamente y sobre todo por qué no me separé al instante. Sentía mis mejillas sonrojadas y la palma de mis manos húmeda, de pronto mis nervios se transformaron a un leve enojo.

—¿Qué demonios haces? — pregunté, mi claro tono de enfado dejaba en claro que no estaba jugando.

—Yo... Lo siento, pensé que estaba bien. Mis hermanos me dijeron que debía de besarte la noche de bodas, no sabía que no era correcto— dijo con la cabeza gacha, de repente pareciendo un niño que cayó en cuenta que había hecho mal.

De cierto modo me recordó a mí de pequeña y una vez más comencé a sentirme miserable, por otra parte, sentí que mi reacción había sido muy arrebatada.

—Perdón por eso, es solo que no me gusta el contacto con otras personas...

Esperé que eso arreglará la situación y al parecer lo hizo.

—Lo entiendo, no volveré a hacerlo— dijo y me tomo de las manos, ahora una vez mas sus ojos brillaban, pero a los segundos pareció darse cuenta porqué me soltó un poco avergonzado.

No había prestado atención, pero su voz era melodiosa, profunda como la misma oscuridad y a la vez armoniosa al igual que una canción triste y misteriosa que para nada contrastaba con su personalidad. Su tono simplemente era sublime. Claramente podía entenderse porque razón era despreciado por el rey.