El reino de Charlotte ha iniciado la guerra celestial contra Underland, una guerra que definirá el futuro de ambas naciones, solamente el amor por la patria podrá asegurarles la victoria.
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Masato caminaba por las calles de Makenko, con la esperanza de encontrarse de nuevo con la hermosa chica que habia conocido dias antes, Tsukiko Mizushima pero de nuevo no la habia encontrado, ya habian pasado varios dias desde la ultima vez que la vio, ¿algun dia la volvera a ver? se preguntaba viendo a todos los residentes de Makenko caminar por las calles.
Saito: — Olvídala Masato, no creo que vuelvas a ver a esa chica por aqui, ella es de familia adinerada seguro solo dio un paseo para conocer los niveles bajos de esta ciudad
Masato: — ¿que dices? ella no era así, lo veía en sus ojos, ella era diferente
Saito: — ¿que me dices de la otra chica? la peli azul
Masato bajo la mirada recordando el mal trato que recibió el estudiante del colegio militar por parte de Rui, en serio no creía que hubiera un ser tan inhumano pero como decía la señorita Yona, asi eran la mayoría de los residentes de Underland que venían al reino de Charlotte.
Masato: — Se que podre hablar con ella algún día a pesar de esa chica.
Saito: — No te hagas muchas ilusiones, creo que lo mejor seria que te enfocaras en tu carrera como militar, ¿no has ido a los entrenamientos de la señorita Agrias? ella da buenos consejos
Masato: — Desde luego, debo ponerme al corriente con eso, mejor regresemos, no quisiera que tambien te perjudicara a ti Saito.
En la esquina de aquella calle se lograba ver que Rui, la peli azul hermanastra de Tsukiko estaba espiando a ambos chicos, esbozando una sonrisa maliciosa.
Lugar: Colegio militar de Makenko.
Tanto Saito como Masato estaban en un entrenamiento con espada en el patio del colegio, totalmente distraidos cuando de un momento a otro Yona, aparecia detras de ellos sorprendiendolos al instante
Yona: — Masato, ¿crees que podamos hablar un momento?
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Masato por obvias razones de exalto y volteo a ver a la peli roja soltando su espada
Masato: — Señorita Yona, no me asuste asi de repente
