Un par de horas después de que ambos quedarán profundamente dormidos, ella despertó. Con cuidado se aparto un poco de Seokjin para evitar despertarlo y poder observarlo mejor. El joven respiraba lentamente y tenía su boca ligeramente entreabierta, cosa que lo hacía ver adorable.
Recordó el día en que se conocieron, hace aproximadamente siete meses. Había decidido que ese día sería el último de su vida, sin embargo las cosas dieron un giro inesperado que terminaron por convertir ese día en el más extraño de todos, esto gracias a la dirección de Kim Seokjin.
Al igual que esa tarde, aquel día había entrado llorando a su habitación. Sus padres no se encontraban en casa por lo que considero era el momento perfecto para llevar a cabo lo que desde hace semanas tenía mente: suicidarse.
Tiró su mochila sobre la cama y rápidamente saco una pequeña navaja con la que siempre cargaba para defensa personal. Esa ciudad era un caos, era casi imposible sentirse segura al salir a la calle y, aunque gracias al cielo nunca había tenido que utilizarla, valía más estar prevenida que lamentar. Bueno, hoy por fin le daría uso, uno que nunca imaginó.
Se sentía tan desesperada que en lo único que podía pensar era en acabar con todo. Estaba harta de tener que soportar las discusiones de sus padres, harta del estrés de la universidad, harta de no tener un plan de vida como el resto de sus compañeros, pero sobre todo estaba harta de ella misma. En ese momento nada parecía tener sentido, sentía una soledad y desesperanza tan profundas que le hicieron creer que la muerte sería su salvación.
Con la navaja en mano se encerró en el baño de su habitación. Miró su reflejo en el pequeño espejo sobre el lavamanos, sus ojos estaban rojos e hinchados por el llanto, se veía tan mal.
—Ojala las cosas hubieran sido diferentes— le habló a su imagen en el espejo—. Perdóname.
Sin perder más tiempo colocó la hoja de la navaja sobre una de sus muñecas, pero entonces una mano sujetó su brazo con firmeza evitando que el acero tocara su piel.
—¡Por favor no lo hagas!— gritó el chico que apareció a su lado.
Asustada soltó la navaja y sin saber bien que hacer corrió a la puerta del baño, desafortunadamente el tipo fue más rápido que ella y se quedó parado frente a la puerta con los brazos extendidos para bloquearle el paso.
—Tranquilízate, por favor. No te haré daño, lo juro— su voz era suave, pero ella estaba lejos de sentirse tranquila—. Estoy aquí para ayudarte.
Aún sin entender que era lo que estaba sucediendo, la joven hizo un esfuerzo por hablar pero las palabras simplemente no podían salir de su boca.
—Seguro debes sentirte muy confundida en estos momentos— dijo él—. Por favor, deja que te explique quién soy.
Le dedicó una pequeña sonrisa que en lugar de hacerla sentir mejor, aumentó su miedo.
—¿Quién eres tú?— preguntó con desconfianza— ¿Y que haces aquí? ¿Cómo entraste a mi casa?
—Mi nombre es Seokjin, Kim Seokjin— contestó—. Y bueno, en realidad no entre como tal a tu casa, solo aparecí aquí.
Ella lo miró con la boca abierta sin comprender las palabras del chico. Seguro había escuchado mal, ¿o en serio él dijo que había aparecido en su baño?
—¿Cómo que... apareciste... aquí?
—Si, yo... Digamos que soy algo así como tu guardián— respondió el tal Seokjin con naturalidad.
—Dios mío— suspiró ella—. Me volví loca.
Seokjin se alarmó al ver a la chica caer de rodillas al suelo. La navaja estaba tirada muy cerca de ella así que se apresuro a tomarla antes de que se le adelantara.
—Si no te importa me quedaré con esto— Seokjin guardo en el bolsillo de su pantalón la pequeña pero peligrosa arma mientras se sentaba frente a ella—. Y lo siento mucho pero después de lo que acabas de intentar no puedo dejarte sola.
—¿Quién eres tú?— volvió a preguntar.
—Ya te lo dije, mi nombre es Seokjin...
—No— lo interrumpió—, me refiero a lo otro que dijiste sobre ser mi... guardián.
—Ah claro, eso. Supongo que esa es la palabra más acertada para describir mi trabajo.
—¿Eres un ángel?
—¿Qué? No claro que no.
Seokjin soltó una risita por lo tonto que le pareció el comentario de la chica. Ese sonido la hizo volver a la realidad y por primera vez le prestó atención al hombre que estaba con ella.
—Luces como uno— hablo sin pensarlo pero no decía ninguna mentira, tenía un rostro muy hermoso.
—¿Alguna vez has visto uno?
—Claro que no, yo solo... Olvídalo— Seokjin la miraba fijamente y ella bajo la mirada sintiéndose avergonzada—. Entonces, ¿mi guardián? Eso no tiene sentido.
—Se que suena muy loco, pero hablo en serio. Mi trabajo es cuidar tu integridad física y mental, lo ha sido desde el día en que naciste. Solo tenemos permitido presentarnos ante nuestro humano cuando esta en un riesgo muy alto de muerte.
—Entonces básicamente eres un ángel guardián pero sin las alas.
—Lo puedes ver así, pero es más complicado que eso.
—¿Dijiste que has estado conmigo desde mi nacimiento? ¿Me has vigilado toda mi vida?— preguntó molesta— Eso... Eso no está bien. ¡No tienes ningún derecho a meterte en mi vida!
Ella se levantó dispuesta a salir de ahí, se sentía demasiado abrumada por todo lo que acababa de pasar y por lo que Seokjin le había contado.
—Espera, por favor— Seokjin tomo su brazo para detenerla—. Entiendo que estés molesta pero no es lo que crees, yo nunca he violado tu privacidad ni nada de eso, así no funcionan las cosas. Aunque he sabido que seré tu guardián desde que naciste como tal no te he visto crecer ya que cada humano a lo largo de su vida cuenta con dos guardianes, el primero lo acompaña hasta que cumple la mayoría de edad y es hasta entonces que entra el segundo guardián, o sea yo— sonrió brevemente, luego su semblante se volvió serio—. Sé por lo que estas pasando, lo he visto, pero acabar con tu vida no es la solución.
—Estas equivocado, no me conoces. Y te vuelvo a repetir que no tienes ningún derecho sobre mi vida, no me importa quien seas... Yo... Yo no te necesito, yo...
Sin que pudiera soportarlo más, la joven estalló en llanto. Seokjin quiso abrazarla pero sabía que no tenía caso intentarlo, simplemente no podía. En lugar de eso, la tomo de las manos.
—Yo estoy aquí para protegerte y en este momento el peligro más grande eres tú misma, así que me quedaré contigo lo quieras o no— dijo con firmeza—. No estás sola.
Aún con lágrimas en los ojos, ella lo miró por un largo rato como tratando de decidir si podía o no confiar en él.
—Todo va a estar bien— prometió Seokjin.
Y ella le creyó.
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A tu lado no hay días malos
Short Story"Cuando odio ser yo, cuando solo quiero desaparecer para siempre, abro una puerta y allí esta tu corazón"~ Magic Shop. Historia original.