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Los dioses no son perfectos, independientemente de la creencia popular o de la fe que se les tenga.

Bam nunca deseó ser uno y quizás esta fue una rebelión infantil a esa imagen que F.U.G forzaba sobre él.

La caja de cigarrillos tiene impregnada el aire helado de la cueva y deja una huella invisible en la palma de sus manos. Le hace pensar que lleva varias horas ahí, desde la última visita de su maestro y Hwaryun prefirió ignorar su presencia hasta el final de la suya…

Bam sacudió su cabeza y corrigió esta conclusión, Hwaryun no ignoraba nada. Su existencia allí tenía un propósito.

Probablemente es el mismo que la adicción del señor Hansung por el café instantáneo, el olor inconfundible de los cigarrillos en la ropa de su maestro y cuando a veces, la guía pelirroja tocaba su parche. Bam reconocía esta clase de gestos en él también, antes de Rachel solía pasar sus dedos entre el cabello largo y enredado, y después de Rachel, sus uñas hacían sangrar sus antebrazos a través de la ropa.

Ambas cosas le dolían. Los mechones estaban sucios y enmarañados, atados con la fuerza del agua y el polvo, y el frío en la cueva dónde ahora pasaba sus días —a pesar de usar ropas que no eran harapos amarillentos— retrocedía solo un poco con el ardor de la piel abriéndose y la sangre cálida.

El dolor le obligaba a respirar. A llenar sus pulmones y tragarse las lágrimas y las pesadillas.

Inhala y exhala. Esto se repite en la respiración acompasada de la señorita Hwaryun al subir su mano y rozar el parche, el momento de silencio del señor Hansung antes del primer sorbo de su taza caliente y la presencia de su maestro dejando una estela de humo.

Entonces, las uñas suficientemente afiladas para rasgar su piel abren el paquete de cigarrillos y los dedos pálidos juegan con uno.

(El alcohol quema de forma desagradable la garganta, el toque de personas desconocidas le hacen picar los dedos y terminan en el cuello de otros, el café le genera náuseas, la sonrisa de la señorita Hwaryun le provoca un nudo en las entrañas, pero…)

—Viole ¿Qué piensas hacer con eso?

Los ojos de Viole brillan como dos libélulas perdidas en un pantano. Jinsung lucha con el impulso de tomarlas entre sus manos y llevárselo lejos de allí.

Este es un sentimiento prohibido.

(Apesta a traición. Los ojos de F.U.G están siguiendo el rastro.)

Ni siquiera puede tomar el cigarrillo en las manos que comparten un patrón de cicatrices con las suyas —de Jinsung—.

—Maestro.

La voz de su estudiante es la misma cuando le suplica que continúe con el entrenamiento aún cuando no para de sangrar y se arrastra de rodillas y manos.

Jinsung se odia a sí mismo.

Ningún padre debería enseñarle a fumar a su hijo —quiere gritar.

Los dioses no son perfectos, en especial si han sido creados por humanos igual de dañados. Y eso son los asesinos de F.U.G.

Piezas rotas, cuidadosamente recogidas, seleccionadas y reparadas. La encarnación de la promesa de cumplir los deseos acumulados bajo los ojos sangrientos de la organización.

Jinsung Ha no es el padre Viole, y Jue Viole Grace debe convertirse en un dios capaz de hacer realidad los sueños de F.U.G.

El alto ranker guarda sus verdaderos pensamientos y sonríe con tristeza.

(Bam la conoce, la misma con qué coloca los vendajes limpios y calientes en sus brazos rasguñados durante la noche.)

—De acuerdo. Observa con atención Viole.

Así que Jinsung no debe estar sorprendido cómo lo está. Es inevitable encontrar rastros de los artistas en sus obras maestras.

Viole repite perfectamente sus movimientos. Sus sombras dibujan siluetas familiares detrás de ellos, las manos de ambos son perfectos reflejos en un espejo y Jinsung trata de maldecir este sentimiento que cala en su pecho.

(Pero no puede, es débil. Y una sonrisa victoriosa se cuela cuando escucha a Hansung Yu lamentarse del poco —inexistente— aprecio tiene el pequeño Viole a su bebida favorita.)

my head's underwater but i'm breathing fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora