PARTE 7&8

845 146 6
                                    

Septiembre 12

Apenas tenía la fuerza necesaria para tomar aquella taza de té frente a él, su estómago estaba vacío y gruñía por ser alimentado pero el dolor que sentía al levantar ambos brazos no lo dejaban comer y al mirar a su costado podía ver a Horacio en la misma situación, con sus brazos sobre la mesa, su cabeza hacia atrás, casi echado sobre la silla y ambas tazas de té humeante frente a ellos sin siquiera ser tocadas.

Estaban muertos, se habían propuesto terminar ese mismo día con el color para la fachada de la casa creyendo ingenuamente que sería una tarea fácil, que les llevaría sólo la mañana y un poco de la tarde, pero ni él ni Horacio habían contado con la discusión por el color que llevaría el mostaza contra el azul, una discusión que duró alrededor de una hora, para terminar con eligiendo un color terracota que les ayudó a elegir el vendedor aludiendo que se veía mejor con las vallas de madera oscura y los marcos de las ventanas blancas.

Superando aquel primer obstáculo sólo quedaba pintar y eso era lo que habían estado haciendo al menos las primeras tres horas hasta que Horacio tuvo la idea de descansar tan sólo uno segundos y ese pequeño descanso fue el que los dejó tal como estaban, Horacio con su cresta, oreja derecha, parte de su cuello, camiseta y pantalones manchados y a Gustabo con manchones de pintura por cabello, nariz, brazos e incluso sabía que aún tenía marcada la mano de Horacio sobre su trasero cuando lo golpeó empezando con aquella guerra de pintura.

— Es que somos gilipollas — habló a modo de protesta recibiendo la risa de Horacio que ahora lo miraba a los ojos.

— Al menos lo terminamos, mañana vamos a valer mierda en el trabajo — Gustabo rió en respuesta haciendo que su estómago doliera en el proceso. Nunca reír se le había hecho tan doloroso.

Estaba demasiado agotado, adolorido, manchado, hambriento, pero Gustabo se sentía tranquilo, hasta se atrevía a aventurarse a decir a que estaba feliz, con su huerto al costado del jardín, con las vallas nuevas, con el color que "eligieron" para la casa, Gustabo sentía que todo aquello era algo que quería pero nunca lo había sabido.

— ¿Por qué dejamos de vivir juntos Horacio? — dejó externalizar aquella pregunta que llevaba semanas haciéndose.

— No sé, un día dijiste que sería buena idea independizarnos, que era mejor estar cada uno en su casa y yo acepté. — respondió como él recordaba que había sucedido, no queriendo mencionar que fue probablemente por ese mismo tiempo donde él apareció.

— Será mejor que comamos bebé — Horacio alejó de su mente esos recuerdos y le sonrió a Gustabo, porque sabía que desde hace ya un tiempo que el rubio le respondía cada sonrisa que le daba como si su complicidad y conexión hubiese aumentado entre ellos.

Octubre 30

"No otra vez pensó" pero ya estaban en eso, en una nueva discusión, Horacio veía los brazos de Gustabo cruzados sobre su pecho como si le estuviese diciendo que no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer, que para él ya estaba decidido, pero Horacio pese a no querer discutir no podía dejar que Gustabo se saliera con la suya, no con ese tema, no con algo tan delicado como era elegir el color del papel tapiz y mucho menos cuando ese color rojo no iba a combinar bien con los sillones azules que él quería comprar para la sala.

Su proyecto de jardinería había crecido a pasos agigantados durante todos esos meses, era sólo un huerto para plantar vegetales y hortalizas pero comenzaron ver la cerca muy vieja, el color de la casa muy feo y viejo, se dieron cuenta que pese a lo antigua el interior tenía mucho potencial para transformarse en un lugar donde tanto el exterior como el interior de la casa reflejara lo bien que se encontraban habitándola y como primer proyecto con algo ya de ahorros en sus bolsillos decidieron que la sala, una de los lugares donde más pasaban en sus ratos libres para descansar, ver una película, cenar viendo una serie o beber algo mientras charlaban sobre su día, era la mejor opción y dado al grado de importancia que tenía para ambos ese lugar los dos quería dejar su huella en él y eso significaba un papel tapiz rojo en las paredes para Gustabo y un sofá con un par de sillones de azul eléctrico por parte de Horacio.

— ¡Se va ver como un escroto, Horacio! —

— ¡Entonces elijamos otro color de papel para que si combine! — tal vez debería importarles que estaban en medio de una tienda discutiendo pero para ambos aquella decisión era tan importante que todos estuvieran observándolos no les importaba.

— ¡No, vete a tomar por culo! — alzó su voz.

— ¡Pues te jodes, Gustabo! —

Y ocurrió lo que tenía que pasar...

Gustabo miraba a Horacio al salir de la tienda intentando aguantar la risa y Horacio hacía exactamente lo mismo por su parte, y no fue hasta que sus pies estuvieron fuera de la tienda que dejaron salir sus risas de su garganta.

— ¿Nos echaron? — Horacio tenía sus manos contra su abdomen aguantando el dolor por la risa.

— ¡Por tu culpa cabrón! — le respondió Gustabo en la misma situación sintiendo sus ojos aguados.

No había sido un buen día, había terminado, sin el papel, sin sofá, tendrían que elegir bien algo que les gustara a ambos y probablemente no podrían volver a pisar esa tienda de nuevo.

No había sido un día de éxitos para ninguno de los dos.

***

*Se suponía que hoy llegaba mi tableta, se suponía que hoy iba practicar haciendo alguna escena del fic. Odio a las tiendas comerciales.

Saludos.

Still TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora