PARTE 13&14

1K 168 18
                                    


Julio 22

— ¿Gumersindo has visto a Horacio? — El hombre dejó las redes a un costado mientras se giraba para verlo.

— Capitán Cresta Roja está arriba del barco — le respondió en un sonrisa.

— ¿Cómo que capitán cresta roja? — Gustabo llevaba unas carpetas en su mano derecha mientras que en la izquierda su celular.

— Los chicos los bautizaron así hoy, ya sabe... por el pirata barba roja — Gustabo negó con la cabeza con un sonrisa, a lo lejos veía a Horacio dar órdenes a los demás hombres mientras descargaban la pesca del día y despidiéndose del hombre de cabellos negros avanzó hasta el barco pesquero.

Sus vidas habían cambiado mucho durante esos siete años, se habían hecho más viejos y con ello también un poco más sabios, lo suficiente para entender que con aquellos ahorros que tenían no era una mala idea de comprar un barco y pescar en alta mar y vender pescados fresco a los locales de la costa y algunos supermercados. La idea que en un principio había resultado riesgosa había transformado su vida y aunque en un principio fue algo lento, el tiempo, las horas invertidas y las ganas que tenían ambos porque aquello resultara dieron frutos.

Horacio tenía su barco, a su pequeña tripulación, al mar y a sus clientes habituales, mientras que Gustabo había dejado de lado su trabajo en la tienda y se había encargado de darle forma a la pequeña empresa que formaban entre ambos.

— Traje los permisos para que los firmes, y hoy me contacto otro supermercado de la ciudad de al lado porque quieren hacer un acuerdo con nosotros. — Horacio apenas verlo le sonrió, aquello era algo que no había cambiado, el amor que tenían por el otro, el cariño que sentían al verse y como todo parecía más brillante cuando el otro estaba cerca.

— Déjame descargar todo ponerlo en el camión y lo firmo ¿Me esperas bebé?—

— ¡Cabrón que te van a escuchar! — le respondió un poco más alterado porque los otro hombres ahí descubrieran que entre ellos no sólo existía una relación de amigos y socios.

— No me importa, que se enteren que hoy en la noche te como el culo bebé — Aquella palabras fueron dichas contra su oído para que nadie lo fuese escuchar, sus mirada no cambió, pero para la mala suerte de Gustabo sus orejas siempre le delataban y Horacio sólo tenía que verlas para notar lo que había causado en él con esa frase y que aunque fuese sólo una broma la idea lo entusiasmaba más de lo que pensaba.

Octubre 20

— ¿Por qué sonríes tanto? — preguntó observando aquella tonta sonrisa que desde el día anterior no se iba de su rostro, y Gustabo a pesar de estar acostumbrado a esas cosas algo extrañas de Horacio esto le causaba algo de curiosidad.

— Me has pillao' te tengo una sorpresa pero... debes esperar a que lleguemos a la casa. — la vista de la carretera se desvió solo para ver la cara de confusión en el rubio que poco entendía lo que ocurría.

— Mientras no sea nada raro todo bien, tus sorpresas son raras —

— Dime alguna sorpresa ra...— no alcanzó a terminar su frase cuando fue interrumpido.

— El salto en paracaídas, la carrera contra un desconocido cuando íbamos al norte sólo porque se burló de tu cresta, cuando fuimos a ver las peleas callejeras, cuando empezaste a bailar de la nada en medio de una plaza, cuando apareciste con ese tatuaje, cuando te teñiste la cresta roja ¿Sigo? — Horacio sabía que Gustabo tenía razones de sobra para pensar todo aquello pero estaba seguro que esta última le alegraría, y que aún no sabía cómo se había aguantado todo ese tiempo no decir nada.

— Tu ganas, pero esta vez te juro que no es nada raro Gustabo — El auto se detuvo frente a su hogar, que había cambiado mucho desde la primera vez que llegaron, tanto en el interior como en el exterior, el jardín estaba mucho más cuidado, la acera se veía limpia, aún seguían con su huerto donde sacaban cosas para sus comidas, con el tiempo habían logrado construir una zona para relajarse con unos sillones para descansar y una asadera a su costado.

— ¡Bien aquí está tu sorpresa! — exclamó abriendo sus brazos.

— Si eres tú la sorpresa quiero el ticket de cambio — le contestó con una sonrisa de medio lado.

— ¡Oye! No soy yo. Ésta es tu sorpresa — Su mano derecha tomó la de Gustabo dejando su palma abierta para entregarle con su otra mano lo que sacaba de su bolsillo.

A la mano de Gustabo llegó la llave de la casa, el llavero de Horacio y si aquello era una especia de metáfora Gustabo no la estaba entendiendo.

— Es tuya, es mía, es nuestra. — dijo mirando directo a los ojos del rubio mostrando ante él su hilera de dientes. — Ahora sí, es nuestra...—

— ¿Joder la compraste? — y en un momento de exaltación pasó de mirar la llave a los ojos de Horacio y hacer el mismo movimiento unas dos veces más hasta ver como este asentía con su cabeza controlando las ganas de gritar que él sentía en ese momento.

Gustabo fue el primero que lo dejó salir y saltó a los brazos de su compañero mientras este lo tomaba con fuerza, aquella casa ahora era suya, aquella casa que cobijó su nueva vida, que los unió, que observó cada paso que daban juntos, donde ambos se sentían protegidos del mundo exterior, la casa que vió nacer su amor y que los cubrió cuando querían demostrárselo el uno al otro.

Esa casa significaba mucho para ambos, y finalmente era suya, les pertenecía y ni Gustabo ni Horacio esperaban marcharse jamás de aquel lugar.

FIN

***

*Terminé mi incursión con un Gustacio Soft para sanarme el alma. 
* Si escribía algo de ellos tenía que ser Soft, es que son demasiado lindos juntos.
*Besitos y gracias por leer.

Still TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora