PARTE 3&4

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 Mayo 26

Abrió sus ojos con pereza, afuera aún estaba oscuro y el sol no tenía planeado salir en al menos un par de horas más, se estiró lo más que pudo intentando no meter demasiado ruido para no despertar a la persona que dormía a su lado, tomó con su mano el celular sobre la mesita de noche y cercioró que la alarma no sonaría por segunda vez.

Horacio sentía su cuerpo cansado, aun no se acostumbrara de todo a su nuevo trabajo, recordar las reglas del buceo, la inmersión y los tiempos que debía esperar para subir para evitar una descompresión abrupta era algo que aún no dominaba del todo, aún no tenían el suficiente dinero para reformar en algo la casa y lo único que tenían permitido solventar por el momento era la comida, agua, luz, bencina y un techo para dormir.

Pero Horacio no se arrepentía de la decisión que había tomado, Horacio sabía que en el fondo había sido la correcta, notaba lo tranquilo que Gustabo se encontraba aunque supiera de sobra que seguía algo molesto con él por no seguir el camino de la policía; porque no podía decir que no había dudado de todo, cada cierto tiempo se preguntaba si habían tomado la mejor decisión, que si aquel "no" que dijo en la oficina de Conway los había privado de un futuro sin penurias, más cómodo y mejor para ambos, pero luego veía a Gustabo durmiendo con tranquilidad en ocasiones abrazando al oso y se convencía que si era la correcta.

Llevó una de sus manos para acariciar su cabeza con apenas las yemas de sus dedos, como si sólo el calor de su mano fuera el que estuviese en contacto con los cabellos rubios, lo hacía cada mañana antes de levantarse a trabajar, lo hacía como si fuese un mantra para cuidar el sueño de su amigo y que cualquier cosa que estuviese en su cabeza jamás se atreviera a aparecer.

Junio 13

Su mirada estaba pegada en el celular, no buscaba nada en específico sólo existía la necesidad de ocio y despejar un poco su mente antes de dormir, la luz de la habitación era tenue, sólo la lámpara de la mesita de Horacio seguía encendida, se sentía cansado, por alguna extraña razón ese día pareció ir mucha más gente a la tienda buscando cosas, preguntando por otras que ni siquiera él sabía que existían mientras trataba de vender los productos más caros aunque poco supiera de las diferencias entre unos y otros.

Gustabo pasó de largo las noticias que aparecían de repente sobre la muerte de un agente de policía en extrañas circunstancias, la ciudad se estaba volviendo cada día un poco más caótica o él comenzaba a darse cuenta que siempre lo había sido pero no lo había notado.

Desde atrás de la puerta del baño se escuchaba cesar el sonido del agua que caía de la ducha y la voz de Horacio tarareando alguna canción, cumpliendo con esa rutina que habían estado llevando desde que comenzaron a vivir juntos y que ambos cada vez se acostumbraban más a repetir.

Sus ojos dejaron de mirar el celular cuando la puerta del baño se abrió, observó a Horacio sólo llevar su ropa interior para dormir a modo de pijama, sus cabellos lucían aún algo húmedo y el tono de su cresta más desgastado por el agua del mar. Gustabo lo miró con un poco más de atención sin que Horacio pudiera notarlo, observando los pequeños cambios que había en él, su espalda se veía más marcada, sus hombros más anchos y su cuerpo un poco más tonificado, tenía que admitir que su nuevo trabajo ayudaba al cabrón verse bien y no lo podía negar.

El rubio dejó de lado su celular cargándolo mientras su compañero de cuarto se acostaba junto a él con el oso entre medio como todas las noches y Gustabo agradecía en silencio que Horacio no hubiese dicho nada para burlarse por mantener ese objeto aún consigo.

El rubio se acomodó entre las mantas y al igual que todas las noches sintió primero el aroma a shampoo junto al de jabón colarse por su nariz muy cerca de él pero pasados unos segundo debajo de aquellos olores florales podía sentir un ligero olor a sal, al océano que ya casi empezaba a ser parte del aroma propio de Horacio.

— Hueles al mar — dejó salir.

— Trato de limpiarme lo más que puedo pero el olor no sale y yo no lo siento ¿Te molesta? — preguntó, su rostro lucía algo preocupado, como sí el que a Gustabo le molestara ese olor fuera un real problema para él en vez de ser un simple comentario.

— No, me relaja un poco... — Gustabo vio la sonrisa de Horacio y suprimió la ganas que tenía de formar una también ante la curvatura de felicidad que había en su rostro, sólo tomó aquel oso entre sus brazos y cerró sus ojos para intentar dormir antes de que se hiciese más tarde y su mente comenzara a pensar de más.

Still TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora