Cap 3

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Stefan, como siempre desde que Ravenna llegó, la persuadió para que lo acompañara donde Elena se reuniría con esa mujer, Isobel, para entregarle el reloj

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Stefan, como siempre desde que Ravenna llegó, la persuadió para que lo acompañara donde Elena se reuniría con esa mujer, Isobel, para entregarle el reloj.

Se escondieron entre los árboles, una tarea fácil en la oscuridad de la noche. Ahora, los Salvatores se acercaban a ellas, flanqueando la espalda de Elena en una entrada bastante dramática. Ravenna no pudo evitar soltar una risita entre dientes.

—¿No ibas a matarlo? —escuchó la voz de Elena.

—No, iba a matarlo —respondió Isobel. —No busques cualidades redentoras en mí. No las tengo.

—Pero te arriesgaste con Damon. ¿Cómo sabías que me lo daría?

—Sabía que te lo daría.

—¿Cómo?

—Porque está enamorado de ti.

Ravenna notó cómo Stefan apretaba la mandíbula y Damon apartaba la mirada, fingiendo desinterés. 

Eso fue demasiado, bruja. Todos sabían eso, pero no tenía derecho a decirlo así delante de Stefan. Pensó Ravenna.

Incapaz de seguir oculta por más tiempo, Ravenna se acercó lentamente a donde estaban, llamando la atención de Isobel.

—Por más que disfrute de este tipo de espectáculos, que son como una telenovela en vivo, no puedo hacerme de la vista gorda si esto llega a afectar de cierta manera a Stefan —dijo con una pausa mientras se sentaba en el banco frente a ellas, cruzando las piernas.

Isobel retrocedió unos pasos con miedo en los ojos, lo que confundió a Ravenna.

—¿Y a ti qué te pasa? —preguntó.

—E-eres la ira —balbuceó Isobel.

—Amiga, no sé de qué hablas —dijo Ravenna con una pequeña sonrisa. —Tal vez me confundes con alguien más. Suelo tener una cara muy común —soltó una pequeña risa que pareció calmar a Isobel.

Después de una tensa despedida, Stefan sugirió que se fueran a casa.

—Vayan ustedes, porque con este ambiente tan incómodo entre ustedes tres, no quiero ni siquiera ir a la esquina —dijo Ravenna burlonamente. Se acercó a Stefan para darle un breve abrazo de despedida.

—Nos vemos mañana en la noche —le susurró mientras le daba un beso en la mejilla.

—Está bien —respondió él. Ravenna se dio la vuelta para acercarse a Damon, quien mostraba una pizca de curiosidad en sus ojos.

Ella lo abrazó, esta vez pasando sus brazos por su cintura en lugar de su cuello. Sintió cómo él correspondía al abrazo, y en segundos bajó las manos hasta llegar a sus glúteos, haciéndolo saltar en su lugar.

—¿Q-qué estás haciendo? —preguntó sorprendido.

Ella rió un poco mientras lo soltaba.

—Solo un pequeño chequeo de rutina, ya sabes. Y parece que todo está bien, muy bien —dijo. Escuchó a Stefan suspirar.

IRA / 𝐃𝐚𝐦𝐨𝐧 𝐒𝐚𝐥𝐯𝐚𝐭𝐨𝐫𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora