𝟎𝟎𝟏| 𝐄𝐥 𝐜𝐮𝐚𝐝𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐡𝐚𝐛𝐢𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧

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Edmund sentía su mano picar y no era por la picadura de algún insecto, sino todo lo contrario, eran las ganas de golpear de manera discreta a su joven primo Eustace. 

Su primo Eustace era en pocas palabras poco agradables, un idiota, era claro que no estaba a gusto con ninguno de ellos, parecía que aborrecía la idea de compartir espacio con sus primos, los hermanos Pevensie y era peor, desde que los hermanos Hourani llegaron. Cuatro niños con sangre noble se interesaban por sus primos, unos niños tontos e insoportables, en vez de él y lo hacía notar cada que alguno de ellos estaba cerca.

Sin embargo, se alegró mucho cuando supo que Edmund y Lucy se iban a quedar durante un tiempo en su casa. En el fondo le gustaba mandar y abusar de los más débiles; y aunque era un tipo insignificante, ni siquiera capaz de enfrentar en una pelea a Lucy, ni mucho menos a Edmund, conocía muchas maneras de hacer pasar un mal rato a cualquiera, especialmente si estás en tu propia casa y ellos son sólo visitas, pero desafortunadamente, tenía que abstenerse de decir algo cuando Florenthia y Bartemius estaban cerca. 

Después de haber llegado del viaje en tren a su hogar, y siendo verano, su padre fue contratado para dictar conferencias en Norteamérica durante dieciséis semanas y su madre lo acompañó, pues desde hacía diez años no había tenido verdaderas vacaciones, mientras que Peter había viajado hacía la casa del profesor Kirke junto a Violet y otros diez estudiantes que ansiaban prepararse para la universidad, por lo que ir hacía la casa del profesor, no era una idea buena.

También estaba el hecho de que llevar a los otros tres niños a Norteamérica resultaba demasiado caro, así es que sólo fue Susan. Los adultos la consideraban la belleza de la familia, con su aspecto de ser más madura que el resto de las niñas, le había hecho ganar varios puntos a favor. Por eso, la señora Pevensie dijo que "ella iba a aprovechar mucho más un viaje a Norteamérica que sus hermanos menores". Y aunque sus palabras molestaron a Edmund y a Lucy, ninguno dijo nada, no cuando a pesar de estar en la casa de sus tíos, también podían ir y venir a la casa de los Hourani, aunque desafortunadamente no podían quedarse ahí, no cuando la vizcondesa, el vizconde y su hijo Leonard (quien iba a heredar el titulo) habían tenido que hacer un viaje urgente, por lo que Florenthia y Bartemius invitaban de vez en cuanto a Edmund y a Lucy a su casa, dándole un respiro de su irritante primo.

—Y para mí es muchísimo peor —alegaba Edmund de pronto, estaban en la habitación de Lucy, y necesitaba desahogarse—, porque tú, al menos, tienes una habitación para ti sola; en cambio yo tengo que compartirla con ese requeté apestoso de Eustace. 

—Y te es más molesto porque no puedes estar a solas con Thia— se burló Lucy, su cabello ya estaba un poco más largo, justamente hasta sus codos.— ¿Verdad?

Edmund chaquea la lengua. Quería estar a solas con Thia, poder besarla libremente como en el hogar Hourani, pero en vez de eso, tenían que estarse escondiendo.  

—Y tampoco puedo enlistarme— se lamentó el azabache, ganando una mirada de su hermana.— He dirigió ejércitos, he dado grandes estrategias de batalla y he ganado territorios...

—Pero no aquí— negó Lucy, sabiendo los sentimientos de su hermanos por no ser mas de «utilidad»

Antes de que Edmund pudiera decir algo más, un golpe en la ventana llama su atención y pronto, una cabeza de cabellos rubios, llama su atención. 

—¡Barty!— exclamó Lucy con una sonrisa 

—¿Nos abren?— su voz se escuchaba distorsionada por la ventana que estaba siendo una barrera 

Lucy, ayudada por Edmund, abrieron aquella vieja ventana y pronto, no fue Barty quien ingreso, sino Thia, quien llevaba unos cómodos pantalones para vestir y una blusa blanca con holanes delicados, detrás de ella ingresaba Barty, quien después de entrar, se apresuro a abrazar a Lucy, mientras que Thia le daba un beso en los labios a Edmund. 

𝐋𝐚𝐬 𝐂𝐨𝐫𝐧𝐢𝐜𝐚𝐬 𝐃𝐞 𝐍𝐚𝐫𝐧𝐢𝐚 «𝐄𝐝𝐦𝐮𝐧𝐝 𝐏𝐞𝐯𝐞𝐧𝐬𝐢𝐞»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora