Capítulo 1

803 77 22
                                    

Narra Inés :

No sé si serán los años, pero he bajado el volumen de lo que escucho y subido el de lo que siento. Me estremece un atardecer, el sorbo de un café, un buen vino, una grata compañía, una bonita canción, el calor de una mirada, el poder de un beso...No sé si serán los años, los daños o quizás, sólo quizás, comienzo a ver la vida tan bella como realmente es.

Hoy se cumplen veinticinco años de aquel fatídico día donde mi mundo entero se pigmentó en tan solo dos colores, blanco y negro. Aquella inocente y noble muchacha que se desvivia por ayudar a todo y todos ¡Ya no existe! o tal vez sí, lo que simplemente con el pasar de los años y los duros golpes que le dio la vida ahora prefiere ocultarse bajo las sombras de un pasado.

Hay momentos en los que, miras atrás, y no sabes exactamente qué pasó. Sólo sabes que desde que pasó, nada volvió a ser los mismo. Mirenme a mí, Inés Huerta de Mendoza; me he convertido en ese tipo de mujer fría y altanera que nunca pierde, y ante todos siempre tiene la razón cuando de joven no hacía más que perder por siempre arriesgar, me encantaba dar todo. Nunca daba nada a medias porque no me gustaban los pobres amores en versiones incompletas. Era una joven loca, sentimental, libre, vehemente, soñadora, decidida y muy desmedida a la hora de amar. Y es que, así era yo.

¿Nunca les ha pasado que están buscando las llaves de su hogar pero no las encuentran porque las tienen en sus manos? Bueno algo muy similar suele suceder con la felicidad. A veces nos vamos muy lejos a buscarla cuando en realidad la tenemos en nuestro interior siendo solo nosotros capaces de obtenerla sin ayuda de segundas personas...claro que a veces existen ladrones de felicidad y yo, yo tengo el mío, y tiene nombre y apellido; Victoriano Santos. ¡Maldito!.

Así como una vez lo amé, hoy lo odio con toda mi alma y con cada poro de mi piel. Él y solo él, es culpable de esta nueva versión de mí, versión de la que en parte no me arrepiento, puesto que gracias a ello soy madre de tres hermosos muchachos: Alejandro el mayor y más sabio de los tres, Santiago el del medio y artista de la familia, como yo le llamo, debido a que es un aficionado de la música y Mariana, mi pequeña y rebelde Mariana, que pese a ser la típica adolescente caprichosa y testaruda, es mi princesa, la niña que siempre soñé tener.

Y volviendo al tema anterior....Victoriano Santos, mi maldita perdición. Hace años, desde que me casé y pasé a vivir aquí en Colombia no sé mucho de él, sólo que se volvió a casar tras el fallecimiento de su primera esposa, Diana María, con quien tuvo a sus hijas mujeres, Diana y Alicia. Su actual esposa, y madre de ese hijo varón con el que siempre soñó, Emiliano, por lo que he podido averiguar, se nombra Isadora y según lo que se comenta es una mujer déspota e interesada que no ve en Victoriano más que un signo de peso o una mina de oro que la tiene viviendo como reina..muy diferente a mí, yo que si lo amé con todas sus virtudes como también con todos sus defectos, que eran muchos, y entre ellos esa actitud machista y competitiva que siempre lo tenía en constante discordia con el mundo; aún es así e incluso hasta peor. Sólo que ya a mi no me importa en lo absoluto ¿no? Él tiene su vida y yo tengo la mía.

Como dicen por ahí, todos los días nuevos amores nacen, y viejos amores mueren. Es decisión de uno ir al festejo o quedarse en el funeral para siempre, y yo que no quería vestir de luto toda la vida decidí darme la oportunidad de festejar y olvidarme del pasado.

Claro que no contaba con el hecho de que el pasado nunca se va, a él le gusta esconderse en la calle, en lo sueños, en la música, en los recuerdos...en el corazón.
.
.
.
Bogotá, Colombia-Mansión Mendoza...

-Inés ya te dije que no me interesa irme a México, aquí tengo a todos mis amigos e incluso a mi novio-se quejó la joven de cabellos renegridos.

Imperio de Mentiras_I&VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora