Si miráramos el barrio de Boedo a través de un drone nos detendríamos en las esculturas tangueras, caricaturas de pensadores – intelectuales-deportistas y almas luchadoras sin tiempo.
Las avenidas San Juan y Boedo reflejan historias pasadas, presentes y futuras.
Hace 14 días atrás, mi punto de encuentro fue la escuela Nº14 Intendente Alvear. Sus dos entradas, Castro Barros y Castro al 900, son calles paralelas y angostas pero profundas. Simboliza una especie de "fuerte" con ladrillos escritos por egresados, enamorados y por qué no activistas defensores de la igualdad y la identidad.
En su interior nos encontramos con tres enormes pisos. Su corazón, el salón de actos del subsuelo.
Muchas historias han sido narradas a lo largo de sus 99 años. Finalmente, llegó el día tan esperado, su centenario. Y, cómo era de esperarse, la comunidad educativa estuvo de fiesta.
Seguramente las miradas estuvieron puestas en las diferentes versiones e historias de los famosos duendes escolares. Pequeñas criaturas, según dicen, de aspecto humano, quienes protegen y conocen los secretos más íntimos del alumnado. Sus coloridos chalecos hacen que los niños y niñas se acerquen a ellos y, a través de sus palabras y sonidos logran que cualquier infante pueda cambiar y mostrar su interior sin censura.
1º RECREO: 9 y 30 hs, PATIO CENTRAL.
El día estuvo muy nublado, parecía que la niebla envolvía la escuela y dentro de su aspereza, los alumnos jugaban y corrían por el patio.
Alejandro y Matías cruzaron intensas miradas.
Alejandro, como es habitual, demostró una actitud desafiante, patotera y violenta ante cualquier persona que se acercaba a él. Jamás su inseguridad por ser el niño repitente y más grande de la escuela, sería la protagonista ante los demás.
En cambio, Matías, es admirado, valorado y querido por sus amigos.
Su presencia es admirada por cada chico, en especial por las chicas.
En sus manos llevaba varias sillas apiladas para colocar en el salón de actos y así ayudar, como siempre, al equipo docente y auxiliares. Detrás de él varios niños repitieron su acción como un camino de hormigas siguiendo a su reina.
Pero el tiempo se detuvo en esa mirada penetrante de ambos chicos. Alejandro chocó con su impactante cuerpo el brazo de Matías quien soltó las sillas golpeando, una de ellas, su pie izquierdo.
La mayoría de los alumnos que se encontraban en el patio, quedaron inmóviles ante esta situación.
La docente más vieja de la escuela se acercó a Alejandro, lo tomó de la mano e inmediatamente, sin decir una palabra, lo ingresó al salón de actos reflejando una actitud de cansancio y enojo.
Matías miró su pie, lo tocó y se asombró al no sentir dolor ni molestia. Observó las sillas apiladas y al tomarlas nuevamente sintió un peso mucho mayor que al principio. No pudo volver a levantarlas y, para no demostrar debilidad, arrastró la pila de sillas hasta el interior del salón. Los demás chicos volvieron a sus juegos antes de que toque el timbre y finalizara el recreo.
Al cruzar la puerta, que une el patio con el salón de actos, la profesora de plástica, Celia, estaba pegando, a una velocidad incalculable, dibujos de los alumnos desde 1º a 7º grado. No importaba el orden, sólo que los miles de colores, hagan de esa pared un mural brillante y significativo para quién se detenga a verlos. Sin embargo, catorce de ellos no tenían nombre o apodo de los integrantes de la escuela. Parecían anónimos y los papeles estaban algo amarillentos, como si ya hubiesen sido usados para otra celebración.
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Duendes de la 14
Science FictionLeyenda urbana del barrio de Boedo. En la Escuela 14 " Intendente Alvear", los duendes escolares serán los encargados de enseñar a sus alumnos y alumnas el verdadero aprendizaje en esta vida: ser uno mismo.