𝕻𝖗ó𝖑𝖔𝖌𝖔

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La brisa golpeteaba frescamente sus cabellos negros, la profunda oscuridad de este podría ser increíblemente admirada, eran largos y ondulados. Le daba un toque delicado y al mismo tiempo marcaba lo varonil de su rostro. Su respiración era calmada e indicaba la gran paz que estaba teniendo en aquellos momentos.

Escucho leves risas desde no muy lejos e inconsciente la comisura de sus labios se elevaron reconociendo aquellas carcajadas. Negó con la cabeza dirigiendo sus ojos avellanas a las dos no tan pequeñas personas en medio de aquel cristalino río. El Nilo.

Oh, aquellos chiquillos sí que se salen con la suya.

— ¡Beomgyu y SooBin, cuidado, no vayan a lo profundo!

Reclamo el joven de cabellos negros con una ligera mueca, siempre se cuestionó si de verdad sus hermanos le obedecían, y ahora como muchas otras veces, los mencionados parecían no haberle prestado atención ya que siguieron correteando por el gran río, chillando mientras se tiraban agua mutuamente. Revolvió su cabello y le dio una pequeña mirada al cielo, disfrutando directamente el calor del sol en sus mejillas, sonrió escuchando el melodioso sonido de algunas aves cerca conjunto el chapoteo del agua.

JungKook contempló con adoración a sus dos hermanos menores, cuanto amaba a esos dos niños, el apenas tenía 21 años y sus hermanos 14 y 16, unos completos mocosos. Soltó una risa divertida cuando un SooBin distraído se tropezó y cayó encima de Beomgyu, el agua chispoteando por todos lados, y se dijo así mismo "Ahí viene..." cuando Beom se dirigió al el con una sonrisa burlesca.

— ¡JungKookie! ¿Viste eso?, ¿puedes pintarlo? —gritó el menor de los tres, Beomgyu. Mientras se trepaba en la espalda ancha del más alto y jugaba con los cabellos castaños del mismo.

— ¡Eh!, no lo hagas hyung, ¡luego Beom molestará hasta mi muerte! —SooBin se quejó cuando su cabello fue jalado bruscamente por Beomgyu. JungKook admitiría todas las veces posibles que amaba aquel ambiente, era una de las cosas por las que daría todo para que perdure y claro que también le gustaba molestar a esos chicos, como hermano mayor, merecía molestarlos.

— ¡Lo pintare solo si prometes hacer la cena!

Inmediatamente el menor de los tres asintió efusivamente y brincó de la espalda del castaño para seguir nadando, estirando sus pequeños brazos y refrescándose con el agua.

JungKook suspiro suave parándose de la enorme piedra en la que descansaba, se acercó al río y tomó una gran cantidad de agua en una cubeta de arcilla.

— Madre debe aún estar durmiendo...

Murmuro JungKook ya con la cubeta llena y se volvió a sentar. Su madre era una buena mujer de edad avanzada, amable y muy risueña con todos, pero estaba terriblemente enferma. Postrada en la cama de su pequeña casa y sin poder hacer absolutamente nada. Jeon JungKook sabía que de alguna manera la mujer que amaba tanto no resistirá más, de solo pensarlo un hincón molesto en su corazón se hacía presente. Por eso y más siempre se esmeraba en que todo, para que ella esté bien y sus hermanos igual. Daría todo por su familia.

Aunque él sea un simple creyente fiel a Selene, la madre Luna y su única diosa. Por más que rezara todas las noches por la salud de su mamá, tendría que ocurrir un milagro para que se sanase de aquella enfermedad rara que aún no tenían idea que era, ya que a muy pocas personas le daba.

JungKook recuerda rezar todas las noches con fervor junto a su cama.

— Estaremos bien... —. JungKook mordió su labio inferior desviando sus pensamientos negativos y agarró un poco de agua entre sus manos, se mojo únicamente la parte de sus muslos de la túnica larga y café que poseía. Con rapidez bajo su mano al suelo tomando un poco arcilla y comenzó a trazar en su túnica.

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⏰ Última actualización: Apr 12 ⏰

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𝑺𝒆𝒍𝒆𝒏𝒆 ||𝙏𝙖𝙚𝙆𝙤𝙤𝙠 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora