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Estar tirado en su cama sabiendo que se le hacía tarde para el colegio era lo que hacía Mateo todos los días y hoy no era la excepción. Solo pensaba en el día anterior, la vergonzosa escena de la cafetería y luego en el salón.

Corrió suerte cuando nuevamente llegó el director, si, ya iban muchas veces, pero era característico del primer día de clases, les avisó que ya no tendrían jornada completa ese día y todos partieron a sus hogares, gracias a eso logró librarse de la intensa mirada de Manuel.

Manuel...

Estaba empezando a creer que ese Manuel le iba a complicar muchas cosas, primero porque todo el colegio tenía su atención fijada en él, hasta el propio Mateo, pero se negaba tal cosa.

Se levantó con mucha pereza de su cama y miró hacia su celular, dentro de media hora tendría que estar entrando al colegio. Fue corriendo al baño con sus utensilios de aseo, en diez minutos salió a su pieza para cambiarse al uniforme, en cuanto estuvo listo volvió al baño a cepillar sus dientes, fue escaleras abajo y miró a todos lados, pero su papá no se encontraba por ninguna parte listo para llevarlo al colegio como todos los días. Salió de la casa y divisó a su papá mirándolo desde el interior del vehículo, caminó hasta el auto y justo se acordó de que no portaba con él su mochila, se golpeó internamente para decirle a su papá que lo espere otro poco, volvió corriendo hasta su pieza y calzó su mochila, para esta vez entrar al auto y partir definitivo con destino a la escuela.

—Un día vas a olvidar tu cabeza, una suerte que la tenés pegada a tu cuello —Fue lo primero que dijo Pedro, una vez, Mateo estuvo sentado y con el cinturón bien puesto.

—Sí, dormí bien, ¿y vos? —Contestó sarcástico

Pedro solo se limitó a negar con la cabeza en señal de desaprobación al comportamiento de su hijo y arrancó el auto en dirección al lugar de estudios de Mateo.

—Nos vemos —Se despidió el morocho y entró, justo en ese momento sonó el timbre de inicio de clases.

—Teito —Saludó alguien a sus espaldas pero él ya sabía que se trataba de Camilo

—¿Qué querés?

—¿Seguís enojado?

—¿Qué te pensás?

—Fue una jodita Teo, no seas rencoroso, mirá que es malo eh —Advirtió divertido pero el contrario solo negó con una sonrisa, no se podía enojar con Camilo por mucho tiempo.

Siguieron caminando hasta que llegaron al salón de Mateo, se despidieron para que Camilo vaya a su clase y el primero entrara a las suyas.

Entró la profesora de lengua y saludó animadamente, Mateo sabía que ese ánimo y amabilidad no le duraría más que ese día. Sacó sus cosas correspondientes a la clase, pero miraba y no encontraba a Manuel. Pronto entró, con dos nuevas amigas al parecer, las pendejas creídas y repitentes del curso.

Seguramente ya se lo habían comido las dos, no le sorprendería, aunque si hubiera sido así a Manuel no le había gustado nada, ¿Cómo lo sabía?, la sencilla razón es que éllas parecían dos gallinas ruidosas y él no traía muy buena cara.

Seguro le propusieron un trío

Reía Mateo para sus adentros, pero se frenó automáticamente, ¿Que tenía él que andar pensando en ese total desconocido?, no le interesaba ni un poco, claro que no, solo era una pizca de curiosidad.

Manuel nuevamente se detuvo un par de segundos a observarlo descaradamente,sentía su corazón latir anómalo, hasta que unas de sus amigas, Lucía, para ser exactos, le susurró algo al oído, y tenía que ver con él, era obvio, puesto que mientras lo decía miraba a Mateo por el rabillo del ojo. Quiso saber qué era lo que le había susurrado, como consecuencia el lindo castaño había apartado la vista de él para tomar asiento en el medio de Lucía y Antonia, dos filas más adelante y prestar total atención a la clase, en la cual él no pudo concentrarse por estar pensando que le había dicho su amiguita sobre él...

De cabeza; TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora