Capítulo 4

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Todos los personajes y tramas principales pertenecen a J.K. Rowling. 

La lluvia le golpeó en el rostro con fuerza, dificultándole la vista. Aun así, reconoció la figura de su tío frente a la puerta del cobertizo. Sus ojos acuosos la miraban con tal furia que por un momento Harriet temió que derribara el cobertizo con ella dentro.

"¿Se puede saber que estás haciendo?" soltó entre resoplidos. A Harriet le recordó ligeramente a un caballo enfurecido.

"Yo... yo... quería..." Harriet temblaba tanto del frío y del miedo que apenas pudo balbucear unas palabras. "Estaba lloviendo".

Harriet enseguida comprendió que daba igual lo que dijera, su tío no le estaba prestando atención. Miraba fijamente el sitio donde Harriet había tenido la mano diez segundos antes y donde se veía claramente el sobre de su carta, el escudo de armas claramente visible a pesar de la oscuridad.

"¿De dónde has sacado eso?" A pesar de que aún resoplaba de la ira, el tono de su tío era calmado y sereno como si estuviera hablando con uno de sus vecinos y no con su sobrina a la que detestaba. Harriet dudaba que en sus casi once años de vida su tío hubiera usado ese tono con ella, lo que hizo que se asustara aún más que si estuviera gritando.

"Estaba aquí cuando entré" murmuró.

No era una mentira exactamente, la carta ya estaba en el cobertizo cuando ella llegó, pero sabía que esa respuesta no satisfaceria a su tío. Si eso, solo lo enfadó más. Harriet no estaba segura si temblaba de la ira o del frío, pero se sacudía de tal manera que el cobertizo temblaba con él. En dos zancadas se echó encima de Harriet y, antes de que esta pudiera reaccionar, la agarró del pelo y la arrastró fuera del refugio del cobertizo hacia la tormenta que seguía cogiendo fuerza.

"Te he preguntado qué de dónde has sacado eso" Bramó por encima de la tormenta mientras sacudía a Harriet de un lado para otro con tal fuerza que esta no pudo evitar gritar de dolor cuando le arrancó un par de mechones de pelo.

"No lo sé" Lloró agradecida de que la lluvia ocultara sus lágrimas, no había cosa que odiara más su tío que las lágrimas. "Ni siquiera sé lo que dice, lo prometo".

La lluvia y las lágrimas empeñaban las gafas de Harriet dificultándole la vista, pero reconoció una luz a lo lejos. Uno de sus vecinos se asomaba por la ventana a ver que estaba pasando. Por un momento, Harriet sintió tanto alivio que se quedó sin respiración, tal vez alguien podría parar a su tío antes de que este hiciera algo horrible, hasta que se dio cuenta que quien quiera que fuera probablemente no podría ver bien debido a la lluvia y, aunque así fuera, tampoco haría nada.

Tío Vernon también se percató de la luz y, aunque sabía que podía pegarle una paliza ahí mismo y nadie haría nada, la arrastró hasta la casa sin inmutarse ante sus gritos de dolor y la arrojó dentro de la alacena sin una sola palabra. Harriet se dejó caer en la cama y se acurrucó entre las sábanas para intentar entrar en calor mientras dejaba las lágrimas caer mientras se preguntaba, no por primera vez, porque no había alguien ahí fuera que le importara lo que le pasará.

Casi desde que podía recordar ninguno de sus vecinos, profesores u otros adultos en su vida habían hecho nada para evitar como los Dursley la trataban. Daba igual que estuviera claramente desnutrida o que, a pesar de poder permitírselo, sus tíos no se molestaban en comprarle nada que no fuera de segunda mano, ni siquiera sus libros de la escuela, o que, en más de una ocasión, hubiera acudido a la escuela con moratones, heridas, ojos morados e incluso algún hueso roto.

Al principio Harriet pensó que esto era algo normal, al fin y al cabo, sus tíos no perdían ninguna oportunidad para recordarle lo insignificante e inútil que era y todos los problemas que causaba. Un día llegó a escuchar, mientras arreglaba el jardín de su tía, a dos de sus vecinas comentar con esta lo bondadosos que habían sido sus tíos al acogerla, ellas desde luego no habrían sabido criar a alguien como ella y que desde luego debían ser más estrictos que con un niño normal.

Harriet Potter y la piedra filosofal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora