El frío de la madrugada golpeaba el cuerpo de Jungkook sobre el suelo. Su cabeza dolía como mil demonios, temía levantarse y que su padre le estuviera observando, si, ya había sucedido.
En su angelical rostro se veían las líneas de lágrimas ya secas, su nariz tornada de un color carmesí tanto por el frío como por el llanto. Mantenía sus manos dentro su pantalón de pijama y su mirada fija en la oscuridad que le rodea.
-¿tanto puedes llegar a odiarme, padre?- era en lo único que lograba pensar. Fruncía su ceño en intentos de levantarse, pero su cuerpo no respondía. Sentía arder toda su espalda y zonas bajas por los intentos toques de su padre. Intentó no pensar más en todo aquello, pero para ser verdad ¿cómo se olvida algo así?
Tres figuras con alas miraban al joven tirado en el suelo.
-¿Y este no sabe que tiene una cama? -alzó una ceja mirando con diversión al joven-.
-De verdad que ustedes son unos inútiles -sobo sus cienes entrecerrando sus ojos-. Mira, Hoseok, segun siento, está pasando por un mal momento -se cruzó de brazos-. Está indefenso en estos momentos.
-Hmmg -el peliamarillo miraba a su jefe con intriga-. Entonces ¿qué harás?
-Luego verán, mientras todo surge -esparció una especie de polvo rojizo sobre la esquina de la ventana-, pondré mi marca, para no perderlo de vista -sonrió satisfecho-. Vámonos.
Dicho eso, las tres siluetas desplegaron sus hermosas alas para volver a casa.
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-Es importante destacar que al hacer un pactó de sangre, estas dejando caminos abiertos para engaños y así tomar tú alma por completo, sin dejar salida ni escapatorias. -se escuchaba la voz del profesor de historia mitológica -. Pero, si haces un trato, es cuando puedes engañar de igual manera, no dejas algo en terminado.
El joven de cabello azabache miraba la punta de su lápiz como si de eso dependiera su vida. Estaba con la cabeza en otro lugar desde la mañana, se despertó con la sensación de que alguien le miraba, por un momento pensó que era su padre pero descarto la idea cuando vio la casa sola.
-Joven Jeon -llamó con sutileza-. La clase dio por terminada hace seis minutos -miró de reojo-.
Jungkook sacudió su cabezita, haciéndolo ver tierno. Recogió con rapidez sus útiles para camianar hasta la puerta.
-Hasta mañana, profesor Yoongi -hizo una corta reverencia-.
Metió sus manos entre los bolsillos de su sudadera caminando por un pasillo largo. Miraba hacia los lados pensando que lo seguían y sintiéndose estúpido al instante por pensar tal cosa.
Dio dos pasos y comenzó a sentirse mareado, todo le daba vueltas en su lugar, nadie parecía prestarle atención. Todo se torno de un color grisaseo. Las personas pasaban en cámara lenta, pero, era como si nadie lo viera ¡estaba parado justo ahí! ¿nadie se daba cuenta de la cantidad de sudor que tenía?
-Jungkook -se escuchaba a la lejanía, era una voz tan dulce, encontrarías la calma en una voz tan melodiosa si no fuera por estar pasando por una experiencia tan extraña- ¿Jungkook?
Cerró los ojos con fuerza soltando un gran suspiro. En segundos todo se volvió "normal" el color volvió. Vio a su mejor amigo observándolo con preocupación, mientras acariciaba su cara con delicadeza.
-Ji...jin -fue lo último que logro decir para luego dejarse caer sobre el cuerpo del castaño-.
Las horas pasaban y el pequeño de cabello azabache no despertaba, Jin y Namjoon no querían salir de aquel cuarto, no lo querían dejar solo y menos en esas condiciones. Ellos más que nadie sabían por lo que Jungkook tenía que pasar estando a solas con su padre, se preocupaban por su salud, temían que al igual que su madre, él intentará quitarse la vida. Jin siempre estaba para darle ánimos "Así el mundo este encontra de ti, tú sigue sonriendo. La vida no es algo que se elige quitar y ya." Muchas veces no dormía por la preocupación de que estaría haciendo el menor, pero aún así trataba de mantenerse al margen.
Así salió la luna, aquella que era la única que daba brillo en aquella habitación. Los mayores decidieron irse y volver lo más temprano posible.
Su pequeño cuerpo temblaba por el frío, soltando quejidos inaudibles decidió abrir lentamente el ojito izquierdo, seguido del derecho. Miró con atención en donde se encontraba, dándose cuenta que estaba en su habitación. Se estiró aún somnoliento, restregando sus manos sobre de ojos.
-¿Qué me paso? -se levantó de la cama para mirar su reflejo en el espejo de cuerpo completo-. No tengo nada -ladeó su boca intentando recordar-.
Caminó con tranquilidad hasta la ventana que anteriormente fue testigo de sus lágrimas. Posó sus brazos sobre el mural mirando la soledad que abundaba en la calle. El aire soplaba haciendo el ambiente más refrescante.
Recordó pequeños juegos que hacía con su madre, sonreía con melancolía. Suspiró bajando la mirada hasta una de las esquinas.
-¿Y esto? -alzó una ceja acercando su dedo índice a aquel polvo rojizo-. Acaso.... es -llevó su dedo hasta la nariz para olerlo-, ¿sangre?
La ventana se cerró haciendo que soltará un pequeño grito. Miró con confusión ¿cómo se había cerrado? ¿las cosas se cierran solas? Claramente, no. Caminó de espaldas esperando chocar con la pared, justo choco con algo pero no exactamente una pared.
Su cuerpo se tensó en un instante, tragó saliva en seco moviendo su mano derecha para saber con que, o mejor dicho, con quién había chocado. Levantó su cabeza con lentitud chocando con unos ojos carmesí. No podía moverse, era como si lo estuvieran apresando, pero no era así, podía escapar y ya.
-¿Dejarás de verme o ...? -ronca, si,muy ronca, así podría describir su voz. Esa voz retumbó sobre los oídos del menor-.
Jungkook sentía una especie de miedo pero también curiosidad de saber que era. Se alejó lo suficiente para darse vuelta y poder enfrentarlo, viendo fijamente esos ojos tan llamativos.
-¿Q...quién eres? -tartamudeaba por el miedo y es ¿quién no tendía miedo?-.
-Hmg -sonrió ladino curvandose un poco para estar a la altura del pequeño-. Lucifer para ti.
<<Lucifer... ¿eso dijó?>>
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LUCIFER.[+18]
FanfictionY pensar que por más que pasen los años esa guerra entre CIELO y INFRAMUNDO permanece. Aquel que solo tomaba el alma de sus víctimas calló preso en el alma tan pura de el joven de cabellera azabache. Nadie le dijo que sería posible y tampoco lo busc...