Capítulo 2

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Acaban llegando un día antes de lo previsto al pequeño pueblo, cosa que hace que Geralt relaje un poco su mal carácter.

Lo primero que hacen al llegar es buscar al cura, quien les mandó la carta, para que les indique contra qué se estarán enfrentando.
Al entrar al pueblo, las reacciones son, al igual que en todas partes, insufribles. Son cuatro o cinco pueblerinos los primeros que corren despavoridos a los gritos de "¡monstruo!", "¡es un brujo!", "¡viene a matarnos y a quedarse con todo lo que es nuestro!", y demás. Geralt solo los ignora, como hace siempre. Y es que, aunque es cierto que gracias a la popularidad de las canciones del bardo su reputación ha mejorado, muchos aldeanos aún sienten un atisbo de miedo al verle de cerca. Y el brujo no los culpa. Piensa que es posible que él también experimentase el miedo si la situación fuese al revés, y nunca hubiese sido como lo es ahora.

-¡Son todos unos desagradecidos! -Refunfuña el bardo, que va montado tras él sobre Roach. - Tenerte miedo a ti, ¡a ti! Que solo has venido para acabar con las criaturas que les atormentan. ¡Deberíamos de haberles rechazado! -Sigue protestando.

Geralt solo le suelta un seco "Jaskier", que hace que el bardo deje de maldecir y suelte un gran suspiro.

-No les hagas caso, no eres nada de lo que te acusan. -Suelta un poco más calmado y envuelve al brujo entre sus bazos. - Eres el mejor brujo que conozco, aunque no sé de otros, bueno, están Eskel y Lambert, que también son buenos brujos, pero no tanto cómo tú, o bueno, están cerca de tu nivel... que no estoy diciendo que sus niveles sean...

-Jaskier, cállate. - Ordena el brujo sacudiendose un poco para hacer que lo soltase.

-Me callo, me callo, pero solo decía que... -Geralt vuelve a interrumpirlo con un gruñido.- Esta bien, no volveré a decir una palabra. -Dice quedando completamente en silencio, pero sin soltar al peli blanco.

Ciri, que ha observado toda la escena desde su caballo a unos metros de distancia, suelta una risita y sonríe con cariño cuando ve cómo el bardo apoya su mejilla en la espalda del brujo y esté se relaja visiblemente.

Geralt podría decir y actuar como quisiera, pero el bardo era como un titiritero a sus emociones.

Resultan ser unos cuantos kikimoras, cinco, para ser más exactos.
Es una tarea medianamente fácil; Ciri ha mejorado mucho en su entrenamiento a lo largo de estos seis años, tanto que puede encargarse de uno de ellos por sí misma, y el siguiente, con ayuda de su padre, es derribado en menos de unos minutos. Jaskier los observa desde lejos sin realmente prestarles mucha atención, sabe que estarán bien y él tiene muchas canciones y poemas que escribir ahora. Como casi todos los años el bardo se irá a pasar el invierno a Oxenfurt y quiere llevar nuevas cosas para enseñar, y por eso, se encuentra tan centrado en su montón de hojas.

Esa es la razón de que no lo vea venir.

Está acostumbrado a ir contra kikimoras, y siempre es un trabajo sin mucha complicación, sobretodo cuando Cirilla se encuentra a su lado, pero esta vez se distraen. Es solo un segundo.
Uno de los bichos logra lanzar a Ciri unos metros de distancia e instintivamente, Geralt mira en su dirección preocupado. Cuando vuelve a mirar a la criatura ya es demasiado tarde, esta ha cambiado su objetivo y va dirección al bardo.

-¡Muévete Jaskier! -Grita Ciri mientras se levanta para detener al monstruo, el brujo quiere correr en su dirección pero no puede, una quinta kikimora sale de debajo del suelo y arremete contra él.

El bardo solo logra levantar la cabeza de sus papeles cuando siente como un peso lo manda volando hacia su derecha. Cuando aterriza, en medio de la conmoción, siente un dolor en su espalda y costado izquierdo. Intenta moverse, pero todo su cuerpo se siente inestable y un fuerte mareo le ataca, haciendo que le cueste respirar y abrir los ojos.

-¡Jaskier! -Oye gritar una voz femenina a lo lejos, pero no termina de saber desde donde viene.

No sabe si son segundos u horas, aunque él siente que han sido horas, cuando por fin logra que todo deje de dar vueltas a su alrededor y, apoyado a lo que sea que ha amortiguado su caída, comienza a intentar enderezarse por sí mismo. Advierte como una figura un poco más baja que él, se coloca a su lado con prisa, y lo ayuda a terminar de levantarse. Apoya casi todo su cuerpo contra el otro y poco a poco, logra sostenerse en pie. Ciri comienza a dar pasos cortos en alguna dirección y no para de repetir pequeños "lo siento", de forma desesperada.

-Esta bien, estoy bien. -Suelta con dificultad- No ha sido tu culpa.

-Jaskier, yo... -La muchacha se traba con sus palabras y el bardo puede ver como va a comenzar a llorar de un momento a otro. A veces siente que Ciri, sigue siendo aquella niña asustadiza que encontró a Geralt años atrás en medio de un bosque.

-He dicho que estoy bien cielo. -Insiste- Solo han sido unos golpes.

Han pasado dos días desde el incidente. Dos días en los que Geralt no se ha alejado ni un centímetro del bardo, por muchas protestas que este hiciera y muchas "demostraciones" de que estaba bien.

Ciri es la encargada de traerles comida, aún sintiéndose culpable por lo sucedido, y de echarles un vistazo a los caballos, que se encuentran en el establo de la posada, de vez en cuando.

Es mediodía, y los tres se encuentran en la habitación. Ciri y Jaskier hablando sobre Dios sabe qué (o más bien, el bardo parlotea mientras la muchacha se ríe y contesta de vez en cuando), tumbados en una de las camas, y Geralt por el contrario se encuentra en el suelo, sin hacer realmente nada, solo mirándolos y pensando. De vez en cuando, el bardo le mira y cruzan miradas, y es, en una de estas veces, que el brujo habla.

-No vayas a Oxenfurt.

The witcher and the bard {Geraskier}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora