ℕ𝕦𝕖𝕤𝕥𝕣𝕒 𝕄𝕒𝕕𝕣𝕖

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¿Quién es ella? - la pregunta que la joven de ojos rosas murmuró hizo eco en los vacíos pasillos de la gran mansión, el silencio se dejó escuchar y por ello permitió a sus blanquecinos dedos deslizarse con delicadeza por el marco de oro que protegía la gran pintura de la bella mujer, nunca olvidaría tal sensación que le producía verle, sintiendo una calidez emanante de aquel etéreo rostro que yacía bañado de amor en cada una de sus facciones —.

— Es mi madre - la voz de Ayato hizo que asustada volteara el rostro para verle, ni siquiera le había oído acercarse a ella más eso no fue lo que más le sorprendió, si no el hecho de que jamás se imaginó el poder ver una sonrisa sincera en el rostro del pelirrojo engreído; más ahí estaba él, con sus orbes esmeralda brillando con la chispa del amor desbordando de ellos —.

— Nuestra madre Ayato - sorprendida observó como Laito y Kanato caminaban hacia ellos, su postura siempre amenazante era reemplazada por una relajada, su mirar desprendía calidez que aumentó cuando ambos estuvieron frente al cuadro que el menor de los trillizos aún observaba con adoración —.

— Pensé que su madre era Cordelia - cohibida llevó una de sus manos a su pecho por encima del corazón, recordando a aquella bella pero malvada mujer de cabellos violetas que le había atormentado en el pasado, no notando que su comentario había enojado a los vampiros hasta que Kanato hubo hablado —.

Esa mujer no se compara a mamá - la fúrica mirada del de cabellos lavanda se suavizó lentamente cuando sus ojos volvieron a ver la pintura colgada, cómo si la mujer en ella calmara la ferviente ira que había sentido —.

— A decir verdad, ninguna de nuestras madres se podría comparar a ella - Reji se acercó a ellos y con un pañuelo limpió el marco donde ella había posado sus dedos anteriormente, como si su tacto hubiera manchado el pulcro metal dorado —.

— Me gustaría que aún siguiera aquí - las palabras dichas por Subaru trajeron consigo miradas de amor con sabor a melancolía en los hermanos, todos la extrañaban cada vez más con el pasar de los días, pero...ella ya no estaba, y ya no iba a volver y eso a Subaru aun le dolía como si se hubieran despedido ayer —.

— A todos nos gustaría pequeño albino - la mano de Shū se posó en el hombro del menor de sus hermanos, sabiendo que éste sólo permitía que él le llamara de la misma manera en la que su amorosa madre solía llamarle para que entrara y dejara el rosal, siempre siendo él el que acompañaba al menor de vuelta a casa —.

Yui no cabía en la sorpresa, los seis hermanos estaban en la misma parte de la mansión y no habían gritos, ni tenedores o vajillas volando de aquí para allá, mucho menos mp3, revistas o muros rompiéndose a cada minuto; no, ésta vez todos se miraban con cariño y comprensión, disfrutando juntos del silencio y de la cálida pintura que allí se hallaba.



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ℕ𝕠 𝕖𝕣𝕒 𝕟𝕦𝕖𝕤𝕥𝕣𝕒 𝕞𝕒𝕕𝕣𝕖 𝕓𝕚𝕠𝕝ó𝕘𝕚𝕔𝕒, 𝕡𝕖𝕣𝕠 𝕝𝕠 𝕖𝕣𝕒 𝕖𝕟 𝕟𝕦𝕖𝕤𝕥𝕣𝕠 𝕔𝕠𝕣𝕒𝕫ó𝕟 𝕪 𝕒𝕝𝕞𝕒
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🌼🌺 𝔄𝔮𝔲𝔢𝔩𝔩𝔞 𝔮𝔲𝔢 𝔰𝔢 𝔤𝔞𝔫ó 𝔰𝔲 𝔠𝔬𝔯𝔞𝔷ó𝔫 𝔞𝔩 𝔢𝔫𝔰𝔢ñ𝔞𝔯𝔩𝔢𝔰 𝔢𝔩 𝔰𝔦𝔤𝔫𝔦𝔣𝔦𝔠𝔞𝔡𝔬 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔭𝔞𝔩𝔞𝔟𝔯𝔞 "𝔞𝔪𝔬𝔯", 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔭𝔞𝔩𝔞𝔟𝔯𝔞 "𝔣𝔞𝔪𝔦𝔩𝔦𝔞", 𝔲𝔫𝔞 𝔣𝔞𝔪𝔦𝔩𝔦𝔞 𝔰𝔦𝔫 𝔭𝔢𝔩𝔢𝔞𝔰 𝔬 𝔯𝔢𝔤𝔞ñ𝔬𝔰, 𝔲𝔫𝔞 𝔣𝔞𝔪𝔦𝔩𝔦𝔞 𝔰𝔦𝔫 𝔞𝔟𝔲𝔰𝔬𝔰 𝔫𝔦 𝔡𝔢𝔰𝔭𝔯𝔢𝔠𝔦𝔬𝔰, 𝔲𝔫𝔞 𝔣𝔞𝔪𝔦𝔩𝔦𝔞 𝔡𝔬𝔫𝔡𝔢 𝔭𝔬𝔡í𝔞𝔫 𝔰𝔢𝔯 𝔢𝔩𝔩𝔬𝔰 𝔪𝔦𝔰𝔪𝔬𝔰 𝔰𝔦𝔫 𝔱𝔢𝔪𝔬𝔯 𝔞𝔩 𝔪𝔞𝔩𝔱𝔯𝔞𝔱𝔬 🌺🌼


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🌼🌺"Por que ustedes mis niños son iguales, para mi ninguno es mejor o peor que él otro, son hermanos y deben amarse por eso, miren a su alrededor - la mujer les sonrió a todos los pequeños que yacían acostados en su cama mirándose atentamente entre ellos con lágrimas en sus ojitos - no somos iguales y eso es bueno, por que todos somos especiales, por ejemplo... ¡Subaru! - la fémina tocó la nariz del pequeño haciendo que los colores se le subieran hasta las orejas - eres el más pequeño de todos pero tienes el corazón mas grande y amoroso que sin duda brindará amor a todos cuando mas lo necesiten mi pequeño albino, mi Reji, tu no eres el mas fuerte - suavemente acarició la mejilla del menor quien gustoso cerró los ojos bajo su cálido tacto - pero eres el más inteligente aquí y tu cerebro ayudará a tus hermanos cuando tengan problemas mi pequeño genio, Ayato, no eres el más listo - soltó una suave risa cuando vio al nombrado darle un golpe amistoso a Laito por reírse - pero tu determinación te llevará lejos y no permitirás que dañen a los que amas mi ore-sama, mi Laito, no eres el más serio - el mencionado agachó la cabeza más una sonrisa surco sus labios mientras sus mejillas se encendían apenadas - pero tu alegría contagiará a todos cuando ya no puedan más mi cheshire, mi Kanato - cuando vio que el pequeño iba a correr apenado lo sostuvo y le sentó en su regazo llenándolo de besos que hacían sonrojar cada vez más al menor que reía sin parar - tu y Teddy no son los más serenos - el pequeño apretó más al oso contra su pecho - pero su carácter no les dejará ser menospreciados ni dejará que humillen a los que aman mi dulce niño, y por último pero no por eso menos importante, mi ya no tan pequeño Shū, no eres muy atlético desde ese día - el niño le sonrió con algo de tristeza mientras abrazaba a un ya algo cansado Reji - pero eres tan hábil e intrépido cuando te lo propones, y por eso sé que los protegerás a todos, mi pequeño gran músico - dio pequeñas palmadas en el colchón a su lado y los niños no tardaron en recostar sus cabecitas en sus piernas mientras que  Kanato solo se acurrucó aún más en su pecho - juntos lograrán vencer todo lo que venga, por que unidos siempre serán más fuertes, nunca lo olviden"🌺🌼

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🌼🌺" Por que ni siquiera las 3 mujeres juntas que se hacían llamar nuestras madres podrían igualar él amor que ella nos brindó, la calidez de sus brazos ni la dulzura de sus besos, no podrían habernos consolado ni fortalecido como ella lo hizo, ya que ella nos hizo volver a amar la vida, por que nos mostró lo bueno y hermoso de vivirla"🌺🌼

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𝓛𝓪 𝓶𝓪𝓭𝓻𝓮 𝓭𝓮 𝓵𝓸𝓼 𝓢𝓪𝓴𝓪𝓶𝓪𝓴𝓲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora