𝒟𝑒𝒶𝓇 𝑀𝑜𝓂

3.1K 349 20
                                    

Con la presencia de Cordelia lejos el silencio volvió a reinar en los jardines trayendo consigo una falsa paz.

Las páginas siendo pasadas eran lo único que se oía en aquel kiosco donde una rubia mujer de pálidos ojos azules leía de manera tranquila, sosteniendo un libro y manteniendo el porte elegante al estar sentada dando una imagen firme a cualquiera, dirigiendo miradas furtivas al pequeño que corría cerca y una que otra al niño a su lado.

— Madre he terminado mi lectura - el pequeño de ojos rojos observó atento a su madre en busca de alguna mísera reacción - madre - volvió a llamar a su progenitora con el brillo de esperanza apagándose en sus luceros; con impotencia sus pequeñas manos fueron vueltas puños y su pequeña cabeza se regañaba a si misma por haber hecho tan poco esfuerzo en llamar la atención de su madre, así qué, con decisión, tomó otro libro empezando a leerlo mientras miraba disimuladamente a la mujer que le dio la vida —.

— ¡Shū! - con aquel grito el pequeño dejó de jugar con un murciélago que por ahí pasaba y caminó en dirección a su madre, abrazándole y escondiendo el rostro en la falda roja de su vestido, aspirando el suave perfume de su madre —.

— ¿Qué sucede madre? - sonriendo levemente miró a los ojos de la mujer, recibiendo una sonrisa de la misma que acarició sus rubios cabellos con parsimonia, todo ante la dolida mirada muy bien camuflajeada del pequeño de lentes —.

— Shū, necesito que vayas a tu habitación y te prepares para cuando tu padre venga a la cena de hoy - las pálidas manos de la mujer acunaron el rostro del pequeño quien asintió con lentitud, sintiendo el tacto de las frías manos de su madre por sus blancas mejillas - anda, ve pequeño —.

— Si madre - lentamente se separó de la mayor para luego caminar lejos de ahí con dirección a sus aposentos, haciendo a la mujer volver a mantener su porte y mirar con seriedad al pequeño Reji que se encogió en su lugar —.

— Reji - el menor soltó un suspiro al ver que para él su madre no portaba una sonrisa en el rostro, ["como siempre"], pensó hastiado antes de responder con un tono monótono que en el fondo, lastimó a la mujer —.

— ¿Si madre? - cerró el libro que estaba en su posesión y acomodo sus anteojos para dirigir una fría mirada a su madre, ocultando el dolor que le causaba la indiferencia que recibía en los casi nulos tratos de la mujer a su persona en una barrera de hielo que desde hacía un tiempo atrás había empezado a crear, harto de las preferencias constantes que recibía su, cada vez más odiado, hermano mayor —.

— Ve a alistarte a tu habitación - la rubia volvió su mirada al libro de tapa azul que tenía en sus manos, dolida muy en el fondo por el trato del menor, incapaz de hablarle de otra forma al no saber cómo acercarse al menor de sus hijos - vístete para la cena de esta noche con tu padre —.

— Si, madre - con elegancia se levantó de la silla en la que estaba y con el libro en brazos tras dar una reverencia a su progenitora se desvaneció de ahí, haciendo uso de sus poderes sobrenaturales que lentamente comenzaba a dominar, siempre permaneciendo estoico —.

Más cuando apareció en su habitación el pequeño de hebras negras golpeó una pared con molestia, la ira y el odio naciente en su muerto corazón burbujeando en su interior mientras las finas lágrimas surcaban su sonrojado rostro, "si tan solo hubiera nacido antes que Shū madre tal vez...".

— Beatrix-sama - ante el llamado de uno de los sirvientes la mujer borró la pequeña sonrisa orgullosa que había puesto al ver a su segundo hijo usar sus poderes de vampiro - el amo le ha mandado esto, dice que le gustaría que lo usara en la cena de esta noche —.

— Entiendo, muchas gracias, ya puede volver a sus labores - tras ver al sirviente alejarse suspiró levemente y abrió la caja de terciopelo que había sido puesta en su posesión, observando una pulsera de oro blanco con un dije en forma de corazón - me pregunto que tramaras esta vez, Karl - con seriedad se levantó de su asiento, observando por un momento con cierta lástima la torre en donde una albina se encontraba cautiva para luego empezar a caminar con dirección al interior de la mansión —.








— Entiendo, muchas gracias, ya puede volver a sus labores - tras ver al sirviente alejarse suspiró levemente y abrió la caja de terciopelo que había sido puesta en su posesión, observando una pulsera de oro blanco con un dije en forma de corazón -...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Ella es...¿Beatrix-sama? - con curiosidad y algo de admiración observó el elegante caminar de la bella mujer de cabellos cual brillante oro, sin duda le hubiera admirado si hubieran estado en un diferente escenario, sin embargo - ella...quiere al pequeño pero...le ignora por alguna razón...¿O acaso me equivoco? —.

— Así es, Beatrix es mi segunda esposa y la madre de mi primogénito - con elegancia pasó el dorso de su mano por el espejo cambiando la imagen al cuarto de su hijo de ojos rojos, atento a las reacciones de la mujer a su lado, ansiando ver cuán preocupada podría llegar a estar por niños que no eran suyos - puedo sentir tu desagrado linda, ¿puedo preguntar a qué se debe? —.

— El hecho de ignorar al pequeño por no saber cómo tratarle me es desagradable, es todo - recuerdos algo dolorosos y olvidados surgieron en su cabeza generándole un pequeño malestar, más ignorando su sentir con cuidado acarició la imagen del pequeño de lentes que ya se encontraba vestido y leía con decisión uno de los muchos libros que habían en su recámara, secando constantemente sus lágrimas de ira y frustración con un pañuelo blanco - ¿por qué? —.

— No le sé, y créeme que me encantaría saber - tras curiosear un poco en la mirada de la mujer con algo de desagrado observó la imagen en soledad de su segundo hijo y el cambio que se mostraba al ver a su mujer cambiando entre leves risas a su primogénito que se dejaba hacer por los mimos y cariños de su madre - en fin, le reemplazarás para —.

— No debe recordármelo siempre Karlheinz-sama - algo sorprendido el vampiro observó la mirada seria que la joven a su lado le dedicaba, haciendo que una sonrisa algo lujurioso surcara sus labios y sus orbes doradas brillasen con deseo, oh sólo enviaba a la interesante fémina a su lado con sus hijos porque ésta había rechazado ser su cuarta esposa, haciendo a su cerebro maquinar un plan sin fallos - cumpliré mi deber y haré que esos niños conozcan lo que es familia y mientras más pronto mejor, por lo que me gustara ver a —.

— Christa, mi tercera y última esposa - aún mirando a la chica movió los dedos y el espejo volvió a distorsionar su imagen hasta mostrar a una albina de ojos rojos sentada mirando con pesar a través de unos barrotes el rosal que afuera de la torre había; la cara de la joven reflejó preocupación y la del rey vampiro se mantuvo estoica, como si no hubiera sido él el causante del terrible estado mental de su propia prima, pero...él siempre conseguía lo que quería no importándole el daño ajeno - por ahora —.



































él siempre conseguía lo que quería no importándole el daño ajeno - por ahora —

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

✨Las clases en línea apestan chicos 😔👊

✨Avísenme si ven algún fallo de ortografía por favor, así podré corregirlo y hacer más agradable la lectura para tod@s ✔️🔤❌

Ⓘ  ⓗⓞⓟⓔ   ⓨⓞⓤ   ⓔⓝⓙⓞⓨⓔⓓ 

𝓛𝓪 𝓶𝓪𝓭𝓻𝓮 𝓭𝓮 𝓵𝓸𝓼 𝓢𝓪𝓴𝓪𝓶𝓪𝓴𝓲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora