PAIN KILLER ➳ Taegi

Capítulo I

Luego de limpiar su ropa y darse un largo baño, se dispuso a recostarse en su cama, cubriendose con las mantas y mirando hacia el techo, incapaz de cerrar los ojos. 

No podia dormir por ese miedo a haberse dejado algo en la escena del crimen, lo que llevaria a los policias a deducir que el asesino estaba por ahi, dandole mas y mas pasos para llegar hacia el. 

Por que, ¿remordimiento por haber matado a dos personas? Nunca. Desde que tenia quince años noto que se le habia privado de esa sensacion. 

Kim Taehyung fue diagnosticado con sociopatía a los quince años, justo año y medio despues de haberse mudado con sus tios, luego de vivir toda su infancia en un hogar con dos figuras parentales violentas, alcoholicas y sedientas de humillacion. Por eso aun conservaba cicatrices en sus rodillas y quemaduras de cigarro en sus brazos y pecho.

Tae no habia nacido como un demente. Él no era un psicopata. Él habia sido un niño dulce nacido en el sitio equivocado, entre los brazos equivocados.

Esa pareja lo rompio y lo moldeo a su antojo, arrancandole las emociones dulces y puras. El psicologo con el que iba de mas joven asegura que quiza desarrollo su trastorno antisocial a los nueve años, aunque nadie lo sabe con certeza.

Y nadie lo hubiese sabido de no ser por rasgos propios de su trastorno. Y es que no se ponia triste jamás y no mostraba ningun tipo de empatia por nadie, nunca. Siempre se mantenia a la defensiva y no dudaba en recurrir a la violencia fisica y verbal. 

Luego de meterse en una grave pelea y casi matar a golpes a su contrincante, noto que no era bienvenido en ese sitio. Sus tios le querian, pero el no lo veia de esa forma. Si lo querian, ¿por que lo obligaban a ir a terapia? ¿por que lloraban frente a su habitacion, rogandole por que les abriera? ¿No notaban lo pateticos que se veian?

Por eso, empaco las pocas cosas que tenia, emprendiendo camino a Seúl, la bella y siniestra capital. Por que para muchos era el sendero hacia sus sueños, pero para desgraciados como él, era un paso mas cerca del infierno. 

La vida fingiendo ser un huerfano de dulce corazon le habia ido bien. Se habia unido a varios programas que le dejaban seguir estudiando, habia conseguido un departamento pequeño pero util, y nadie sospechaba de sus noches de trabajo.

Parecia que era genial en lo que hacia, ¿no es asi?

Suspiró mirando por unos segundos más al techo antes de cerrar los ojos, con su mente devolviendole las imágenes de esas personas muriendo frente a sus ojos y únicamente por su culpa.

Pero eso no le trajo pesadillas. Fue como una bala despedazando el aire a su alrededor. Fue silencioso, y efímero.

Pronto se halló durmiendo como un bebé, dejando su mente descansar para seguir con la eterna farsa al día siguiente.

[ ✦ ]

Luego de alistarse y esconder las armas que había usado el día anterior, salió de su departamento, andando en silencio hacia el bus, prefiriendo ir solo.

Hoseok le había ofrecido a ir con él, pero no le gustaba la idea. No le gustaba hacer amigos.

Más bien, no le gustaba fingir que era amigo suyo. Porque jamás sería amigo de alguien como él, o de alguien más. Le cansaba la gente, le enfadaba verlos llorar, o verlos felices.

¿Por qué debían ser tan exagerados con todo lo que pasaba? Dios, no es como si la vida fuese para tanto.

Como parte de las características de un sociópata, tenía mucha falta de empatía y explotaba muy fácilmente, y debido a sus traumas de la infancia, su estabilidad emocional era directamente igual a cero.

Podía estar sereno en un momento, y justo después enloquecer. No podía controlar sus emociones. Todas eran como una bomba caótica.

Se subió al bus, mirando a la gente mientras elegía donde se sentaba, haciendo varias muecas.

Se sentó en un sitio medianamente apartado de las demás personas, sin dejar de mover sus ojos de un lado a otro, inquieto, a pesar de no estarse moviendo.

Vio al señor mirando su reloj con urgencia, o a un estudiante quedándose dormido. Vio a una mujer hablando por teléfono mientras anotaba cosas en una libreta, y a un tumulto de gente, riendo burlones.

Esa última escena le llamó la atención. ¿qué pasaba ahí?

Eran seis chicos, vistiendo el mismo uniforme que él, y según lo poco que podía oír, iban molestando a otro, diciendo palabras afiladas, venenosas, llevando al llanto a otro chico.

Rodó los ojos. Los humanos, todos eran patéticos.

Sin embargo, cuando lo empujaron, logrando tirarlo al suelo, sintió curiosidad. No reconoció ese cuerpo delgado, ni esos cabellos negros, mucho menos esa piel tan blanca, con las mejillas inconscientemente rosadas.

Vio al pelinegro levantarse, huyendo de ellos, que reían a carcajadas, llendo a sentarse a otro sitio, tratando de aguantar el llanto, apretando sus uñas en sus muñecas, muy fuerte. Podía ver como su piel se hundía por la presión.

Curioso. Él hacia eso cuando era un niño.

Pensar en eso fue el inicio del fin.

Porque en cuanto el chico levanto la mirada y sus ojos se encontraron, Taehyung vio ese miedo, derramandose por sus mejillas, vio ese desprecio hacia si mismo, ese que tanto lo atormenta cuando vivía con sus padres.

Se vio a sí mismo, vio a ese niño de siete años, lleno de moretones y quemaduras de cigarro, llorando, muriendo de hambre.

Así como sus emociones pendían de un hilo, su mente igual lo hacía.

Y no pudo dejar de mirarlo. No sintió ese coraje de ver a alguien llorar, no sintió asco. Tampoco sintió pena ni empatía. 

Distinguía ese dolor. Sabia que estaba sufriendo.

Solo podía pensar en una sola cosa.

¿Y si ese muchacho estaba tan roto como él?

Si estaba igual de fragmentado, ¿entendería su mente? ¿Entendería su alma?

Su mente dejó de pensar en algo más. Dejo de pensar en el viaje, en el ruido, en la gente. Solo en sus pensamientos. Solo en la imagen de un bonito chico de piel pálida y cabellos negros, llorando silenciosamente.