Capítulo II

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Ese muchacho era un podre desgraciado. Si el universo lo hubiese amado al menos un poco, lo hubiese puesto en otro bus, a otra hora. Hubiese permitido que jamás se cruzaran. Incluso pudo haber permitido que esos chicos que lo molestaban se levantaran más tarde, y no hubiese llamado la atención del castaño.

Pero lo puso justo ahí, justo frente a un castaño que lo observaba como si fuese su presa. Un bocadillo, un juguete.

La obsesión es común, más no normal. Es un problema con el que muchos cargamos gracias a las inseguridades en nuestra espalda. Puede tomarte semanas, meses, años o décadas obsesionarte con algo o alguien.

Pero a él solo le tomo una mirada. Cinco segundos. Basto con barrerlo con la mirada para que su mente no pudiera pensar en algo más que en él.

¿Quién era? ¿Cual era su nombre? ¿Por qué jamás lo había visto, si es que vestían el mismo uniforme?

Quizo ir hasta él, tomar su rostro entre sus manos y mirar sus ojos. Esas perlas que brillaban tristemente, como un alma en pena pidiendo ayuda.

Eran tan cautivadores.

Cuando lo vió levantarse, hizo lo mismo, bajándose del bus cuando él lo hizo, caminando a distancia.

Observo su triste andar, las marcas de sus uñas en sus muñecas que se notaban a distancia gracias a lo blanca que era su piel.

No dejo de seguirlo ni siquiera cuando entraron al establecimiento, anhelando por saber su nombre, rogando por otra mirada desesperanzada.

No la consiguió. El de cabellera negra no de giro a él en ningún momento, y sintio la ira correr por sus venas.

Apreto la mandíbula. Iba a saber su nombre, si o si.

[ ✦ ]

-Hay un chico.— murmuro.— No lo había visto antes, quizá tu lo conozcas.

Si, estaba decidido. Quizá Taehyung no lo conocía, pero seguramente Hoseok si. Él conocía a todo el mundo.

-Oh... ¿cuál es su nombre?

Nego con la cabeza.

-No lo se.— musitó.— Tiene el pelo negro, y piel muy blanca.

Lo vio pensar, mientras se tocaba la sien.

-Tiene unos ojos muy tristes...

Apreto sus manos en un par de puños al ver que Hoseok no le daba una respuesta. Dios. ¿En serio?

-No lo se.— lo escucho admitir, y se sintió muy enfadado.— Podría preguntar con alguien más 

-Lo haré yo.— respondió, con su tono de voz tornándose más duro, pero sin borrar esa hipócrita sonrisa de su rostro.

Dio media vuelta, sin despedirse ni agradecer, queriendo golpear cualquier cosa. Eso no podía estar pasando. Alguien debía conocerlo.

Se paseó por toda la escuela por el descanso. Estuvo casi seguro de haberlo visto, pero era solo su desquiciada mente jugandole una mala pasada.

En un pasillo vacío, golpeó una de las paredes.

Dios. Odiaba eso.

Fruncio la nariz, completamente enfadado.

-¿Donde carajo estás?

PAIN KILLER ➳ TaegiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora