Prólogo

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—Esta muy alto—dijo viendo hacia arriba
con una cara de espanto.

—Oh si que lo está—respondí yo con mi habitual cara de malicia.

—Y si cambiamos de atracción.

Actuando con cara de indignada le dije—Lo prometiste—y antes de que dijera algo ya lo estaba jalando a la fila.

Por suerte tenía entradas VIP para pasar rápido antes de que se arrepintiera y como le había pedido al encargado la paro justo en la cima dónde se podía ver todo el pueblo de Boulder, desde las tiendas hasta el centro.

Intenrrupiendo como siempre mi paz mental me pregunta mi acompañante—¿Siempre vienes aquí?.

—Solo cuando necesito desahogarme, vengo me siento y miro.

—Y...como le llamas?.

Una Rueda De La Fortuna.

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