PROMESAS

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Narra Oliver...

No importaba cuantas veces cambie el sonido de mi alarma todavía término despertando de mal humor. Creo que fue la parte de despertar lo que más temía, siempre odie hacer eso.

Me puse de pies después de frotar mis ojos, esta sería sin dudas una gran semana, ya que era jueves y casi el fin de semana, mis padres iban a trabajar temprano otra vez. Todavía me pregunto si debería contarles sobre la relación de Rodrigo y yo o si mejor se enteran por su cuenta.

Tarde o temprano lo sabrán después del beso de ayer ante toda la escuela y después de lo que ocurrió en su departamento...

### AYER EN LA TARDE###

Tuve que admitir que Romeh conducía bien cuando iba a una velocidad razonable.

Como tantas otras cosas, la conducción no parecía requerirle ningún esfuerzo. Aunque apenas miraba a la carretera, los neumáticos nunca se desviaban más de un centímetro del centro de la senda. Conducía con una mano, sosteniendo la mía con la otra. A veces fijaba la vista en el sol poniente, otras en mí, en mi rostro, en mi pelo expuesto al viento que entraba por la ventana abierta, en nuestras manos unidas.

Había cambiado el dial de la radio para sintonizar una emisora de viejos éxitos y cantaba una canción que no había oído en mi vida. Se sabía la letra entera.

— ¿Te gusta la música de los cincuenta?

—En los cincuenta, la música era buena, mucho mejor que la de los sesenta, y los setenta... ¡Buaj! —se estremeció—. Los ochenta fueron soportables.

En cierto punto del trayecto me di cuenta que nos dirigimos a su apartamento, lo cual no pienso subir una vez más siete pisos por las escaleras.

— ¿Enserio tienes veinticinco años? —pregunté, indeciso, sin querer arruinar su optimismo.

— ¿Importa mucho? Para mi gran alivio, su sonrisa se mantuvo clara.

—No, pero me lo estoy reconsiderando... —hice una mueca—. No hay nada como un misterio sin resolver para mantenerte en vela toda la noche.

—Me pregunto si te perturbaría... —comentó para sí.

Fijó la mirada en el sol, pasaron los minutos y al final dije:

—Ponme a prueba.

Suspiró. Luego me miró a los ojos, olvidándose al parecer, y por completo, del camino durante un buen rato. Fuera lo que fuese lo que viera en ellos, debió de animarle. Clavó la vista en el sol —la luz del astro rey al ponerse arrancaba de sus ojos un centelleo similar al de las esmeraldas— y comenzó a hablar.

—Nací en México en 1995 —hizo una pausa y me miró por el rabillo del ojo. Puse mucho cuidado en que mi rostro no mostrara sorpresa alguna, esperando el resto de la historia con paciencia. Esbozó una leve sonrisa y prosiguió—; Tenía diecisiete años cuando empecé a cazar animales era más un hobby.

Me oyó inhalar bruscamente, aunque apenas era audible para mí mismo. Volvió a mirar mis ojos.

—Luego Peter me ofreció un trabajo que según el consistía en lo mismo cazar, pero en lugar de animales eran personas. —Se sumió en sus propios pensamientos durante un breve lapso de tiempo antes de continuar—. Recuerdo cómo me sentía cuando asesine por primera vez a señor de treintena años. No es nada fácil ni algo que se pueda olvidar.

— ¿Y tus padres?

—Ya habían muerto a causa de un incendio. Estaba solo. Peter me eligió por ese motivo. Con todo el caos familiar, nadie iba a darse cuenta de que yo había desaparecido.

ASESINO PASIONALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora