Capítulo 2

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La mayoría de los buenos recuerdos de Set eran con su hermano Ángel, iban a los bosques a acampar, le enseñaba cosas de la vida, o lo cuidaba.

Cuando llegó el amanecer el joven se quedó vigilando un rato antes de moverse, era el momento cuando los zombies estaban más activos, sin calor la descomposición era más lenta, en la tarde se escondían del sol. Como pensó vio un grupo pasar fuera de su escondite, no había dos en igual estado de putrefacción, eran en general silenciosos, ya que muchos no tenían mandíbula inferior, o se le había caído todos los tejidos blandos del cuello, debía encontrar a su madre y su hermano lo antes posible se dijo, luego los tres juntos irían al campo donde podrían vivir escondidos mientras los muertos siguieran rondando por el mundo.

Luego de algunas semanas el muchacho logró llegar a su ex cuidad, parecía un campo de batalla, los vidrios quebrados de las casas, departamentos y tiendas, los autos volcados, el olor a podredumbre inundaba todo, eran iguales a las películas y series que vio en la televisión cuando era niño sobre el apocalipsis, al entrar en su casa descubrió una dolorosa realidad.

— Mamá — susurró triste.

En el patio había una cruz rudimentaria donde estaba el nombre de su madre, al lado había un libro pequeño, al abrirlo vio la letra de su progenitora, era su diario de vida, lo guardó en su morral. Buscó con la vista a su hermano, debía estar vivo, sino quien había enterrado a su mujer fallecida, desde la calle apareció a quien buscaba.

— ¿Ángel? Sobreviviste hermano.

Pero cuando se le acercó, el olor a descomposición lo alertó de la verdad.

— No, ya soy un muerto viviente, hace unas semanas que me pasó, a mamá le ocurrió primero, cuide de ella hasta que murió, no pudimos comunicarnos contigo, los teléfonos estaban sin funcionar. Me mantengo bien porque siempre me cuido del calor, he estado esperándote para que nuestra familia vuelva a estar junta — lo abrazó, Set no lo rechazó — ahora te quedarás conmigo, cuando mueras quedaremos junto a mamá — le mostró la cruz, el joven recién llegado estaba muy asustado, le daba la impresión que Ángel no razonaba bien, que pasaría cuando le dijera que no estaba enfermo — siempre estaremos juntos, como la gran y feliz familia que siempre fuimos.

— Es que yo... no estoy... todavía no me... — le mostró la mascarilla, algo raída y sucia.

— ¿No te has contagiado todavía? No te preocupes, estando conmigo pronto lo estarás, y trataremos que vayamos a la par en nuestra descomposición, así podremos quedar juntos en nuestra sepultura, con mamá.

— Estas loco... tu nuevo estado te puso así... piensa ¿Quieres que yo también muera?

— Sí, porque así estaremos juntos por la eternidad ¿Verdad mami? — le habló a la tumba — nos iremos juntos al otro mundo...

Set se dio cuenta que el otro estaba loco, el convertirse en ese ser seguramente lo tenía así pensó, debía encontrar una manera de huir, por suerte había una ventana atrás del mayor, el joven tomó aire, gritó e hizo como que se tiraba a luchar con el zombie, pero en vez de eso se deslizó entre las piernas de Ángel, barriéndose por el suelo, se levantó y saltó a través del orificio del cristal, solo recibió un par de arañazos, nada grave, apenas cayó en la calle corrió como alma que se lleva el diablo. Iba en shock, aterrado, nunca pensó encontrarse con un escenario así.

Encontró un buen escondite, al rato su hermano pasó mirando para todos lados, dobló en una esquina, sus pasos se perdieron en el silencio de la ciudad. Luego de unas horas, todo seguió tranquilo, Set lentamente se movió entre los restos de autos chocados, paredes en el suelo, y basura en general, entró en lo que fue una casa, por suerte encontró latas, frazada y agua embotellada, por la noche estaría a resguardo, si no prendía ninguna luz, ni hacía ruido.

Al despertar al otro día todavía no podía creer que su hermano pensará así, trato de olvidarlo y concentrarse en salir con vida del lugar, y no volver a cruzarse con Ángel. Con calma volvió a salir de la metrópolis, con mucho cuidado. Ahora iba a algún lugar alejado en el campo, donde buscaría una casa para vivir, hasta que se convirtiera en un zombie, o que todos los que había murieran.

Ese anochecer, ya en pleno campo, se cubrió para no ser visto, todavía tenía miedo que su hermano lo encontrará, se acurrucó y con la poca carga de su linterna abrió el diario de su madre, al otro día debería ponerla al sol un rato para cargarla, el libro estaba bastante maltrecho, pasó las primeras páginas, era lo típico de una jovencita que escribía las cosas más importantes que le pasaban, cuando tenía 20 años conoció a su padre:

"Hoy en la empresa llegó un amigo del gerente, es muy guapo, no pude evitar sonrojarme cuando me miró, que lástima que nunca lo volveré a ver... alguien de tan buen nivel no se fijaría en mí, una simple contadora del montón".

Una semana después:

"Fue una buena cita, Andrés es muy bueno, no le importan las clases sociales, ni que yo no tengo un "apellido de renombre", hoy nos besamos cuando nos despedimos, que ilusión tengo que quiera volver a salir conmigo".

El joven se entretuvo leyendo como su padre se le declaró a su madre, los primeros años de matrimonio, y la alegría de ambos al esperar su primer retoño:

"Hace una semana nació mi tesoro, Carlos, lo amo con todo mi corazón, Andrés ya no quiere que siga trabajando, pero quiero tener mi independencia económica, a pesar que él me dice que no nos falta el dinero. Seguiré con mi trabajo, él pondrá su oficina en casa para vigilar a la niñera, le recomendaron una, veremos cómo es".

— ¿Cómo que Carlos? Mi hermano se llama Ángel ¿Qué pasa aquí? — el muchacho quedó muy intrigado.

Cinco años después su madre escribió algo que nunca hubiera pensado el joven:

"Mi niño murió, cayó a la piscina y se ahogó, no puedo creer que Andrés y la maldita niñera se hayan dado cuenta tan tarde, no puedo tener más hijos, tuve muchos problema en mi primer parto y ahora soy estéril".

Dos años después:

"Por fin convencí a Andrés de adoptar, hoy fuimos a un orfanatorio, ese lugar me deprimió, tantos niños sin padres, con una necesidad increíble de cariño, vi uno muy tierno, es muy educado, y tranquilo, me cayó muy bien, se llama Ángel, quiero que sea mi hijo".

Seis meses más tarde:

"Por fin lo logre, tengo a mi nuevo hijo, tiene la edad que tendría ahora Carlos, 7 años, ya no trabajaré más, no lo dejaré con nadie, no quiero que le pase nada malo, es muy obediente".

ZombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora