¡El bueno!

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Las lágrimas del cielo caían con fuerza sobre los cuerpos magullados de ambos hombres, estos respiraban agotadoramente observándose con odio, la nariz de Gustabo sangraba, sus huesos dolían, la herida de bala de su estómago no ayudaba a seguir pero aún así sonreía de manera cínica, Conway con su ceja ensangrentada y pequeños cortes por su cuerpo parecía estar perfectamente, pues el dolor era interno.

La traición era mil veces peor que cualquier golpe.

—¡Quiero que vuelva Gustabo! —grito el intendente apretando sus puños y alzando el rostro, las gotas entremezcladas con sangre resbalaban de su rostro.

El chico con el maquillaje de payaso sonrió negando con la cabeza —. ¿Por qué quieres que vuelva un muerto? —tapo sus labios evitando que las carcajadas fueran más altas.

—¿¡Que te ha pasado Gustabo!? ¡Tu no eras así! —agarro el cuello de su camiseta —. ¡Tu eras...!

—¡El bueno! ¡El bueno! ¡El de los sentimientos! —le grito de vuelta —. Pero sintiéndolo mucho los sentimientos los rompiste en mil pedazos y luego para rematar mi hermano asesinado. ¿Joder que pasada, no? Siempre termino cobrando aún siendo un angelito, ¿Entonces dónde está la lógica de esto llamado vida? Los buenos terminan peor que los malvados, ¿Entonces para qué quiero quedarme en ese bando? Si a la larga no me renta sufrir por ser llamado “buena gente" —con la respiración entrecortada empujó a Gustabo y le dio un puñetazo haciendo que retrocediera tocando el lugar golpeado, sonrió entre la lluvia densa limpiando la sangre que brotaba de sus labios.

—¡Gustabo no era así! ¡El me prometió que estaría ahí! ¡Y ahora es...!

—El malo, ¿Eh, que pasa? ¿Ahora ahora soy el malo? ¿Entonces dime en qué momento deje de ser bueno? —seguido de decir aquello se rió extendiendo sus manos y mirando al cielo —. ¿Pero sabes algo, viejo? —pregunto calmado hechando el pelo hacia atrás y metiendo la mano en su espalda, de esta saco una pequeña pistola que tenía oculta, le apuntó —. Si antes parecía malo créeme que ahora seré el jodido lucifer y tu alma me llevaré —quito el seguro del arma apuntando la cabeza del intendente —. ¿Últimas palabras?

—¿Qué he hecho mal? —pregunto con voz apagada alzando sus manos.

—Todo, todo lo has hecho mal, tomaste mis verdades como una locura inrremediable —tomo una pausa —. El loco dejo de verse cuerdo cuando dijo la verdad, ¿Por qué en este mundo penalizamos la verdad?

—Lo siento. Lo siento pero nos vemos en el infierno —grito lleno de rabia en ese instante una bala salió entre la espesa niebla y lluvia dando en el pecho de Gustabo. Este dejo caer el arma y llevo ambas manos a su pecho verificando que efectivamente le habían dado, sonrió.

—¿Llevarás rosas a mi tumba? ¿Lo harás? ¡Dime que sí! —sonrio tosiendo la sangre que brotaba de sus labios —. Yo moriré pero tú mordidas en vida.

—¡Qué te jodan! —grito respirando  agitadamente bajando las manos lentamente.

Las risas de pogo cesaron y su mirada se cerró unos instantes —¿Conway? —pregunto con un hilo en la voz, seguido de eso su cuerpo cayó de rodillas, este le agarro antes que sus rodillas rozaran el suelo —.¿Qué me ha hecho? —pregunto con voz rota abrazándole de los hombros evitando caer —. ¿¡Que ha pasado!? ¿¡Por qué me duele tanto!? —sollozó —. ¿¡Donde... esta... Horacio!? —comenzo su voz a volverse debilitada, Conway abrazo con fuerza al chico, no dijo nada no podía, al no recibir respuestas supuso que era su final —. Papu... Le quiero... —sonrio por última vez.

—¡Gustabo! —grito desgarradoramente.

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Un final algo basura, pero bro, es lo que hay.

Un beso.

—N.G.A

Renacimiento. INTENABO. CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora