-↝⊰CAPITULO 2 ⊱↜-

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_______ dejó la fiesta de la sala de conferencias en el momento en que Zayn fue atraído.
Tenía las próximas dos semanas de descanso. Si pudiera simplemente deslizarse fuera de la oficina, podría salir de esta situación mortificante.
Ella había tenido una sensación cuando tiró ese estúpido trozo de papel que debió hacer pedazos primero.
O quemarlo. Pero entonces, se había dicho a sí misma que sólo estaba siendo paranoica. La maldita cosa estaba en la basura.
¿Quién iba a verlo? Desde luego, no. Él no cavaba en los botes de basura. O eso es lo que había pensado.
Mientras aumentaba su temperamento, su paso se aceleró y llegó a su oficina en un tiempo récord.
Esto era ridículo. Esos eran garabatos privados realizados durante una reunión especialmente aburrida.
Ella no había sido capaz de concentrarse con Zayn sentado frente a ella y luciendo tan increíblemente guapo como siempre. En lugar de eso, había estado totalmente absorta mirando fijamente la pequeña parte visible de su muñeca al borde del dobladillo, piel oscura libre de vello junto al dorado de su reloj y el blanco de su camisa.
Ese pequeño destello de nada la había puesto caliente y húmeda entre los muslos.
Había algo acerca de Zayn Malik. Tal vez era la peligrosa belleza de su rostro.
O ese cuerpo alto y bien afinado. Tal vez era su inteligencia increíble y postura agresiva en la sala del tribunal. O tal vez era su trabajo sin cobrar para el Programa de Mujeres Abusadas... Mierda, no sabía por qué. Ella sólo sabía que su historial con las mujeres era una mala noticia y que ella ya había tenido suficientes malas noticias para toda la vida.
Gruñó. Esa maldita lista había sido una forma de terapia purgativa. Nada de eso nunca fue dicho literalmente. Aún así, mientras empujaba documentos en su maletín, agarró la caja plateada con la foto no apta para menores de Nick y también la metió adentro.
—Feliz Navidad a mí —murmuró.
—Sólo estoy empezando —ronroneó una voz profunda en su oído. El delicioso sonido golpeó la parte superior de su espalda y luego se acurrucó hasta el fondo.
Con la boca abierta para protestar, ella se giró para mirar a su torturador.
Y se encontró capturada contra un cuerpo duro como una roca y besada hasta quedar sin sentido.
Al ser tomada con la guardia baja, para el momento en que su desconcertado cerebro descubrió quien la estaba abordando y lo que estaba haciendo, no quería que se detuviera. A medida que sus sentidos se llenaron del perfume del hombre excitado, las manos que empujaban contra los hombros de Zayn se deslizaron alrededor de estos en su lugar.
Dios, era bueno. Igual de exigente que de sensible. Sus labios eran cálidos, el interior de su boca suave. Sus manos se deslizaron entre su chaqueta y blusa, extendiéndose a cada lado de su columna vertebral y acercándola más. Cuando su toque se deslizó más abajo para ahuecar su culo, el calor estalló y se le enrojeció la piel.
—No —susurró ella contra su boca.
Gimiendo suavemente en respuesta, Zayn inclinó la cabeza y profundizó su beso ya ahogante. Tiró de ella, robándole el equilibrio para que cayera
en él. Aprovechando la ventaja, la levantó y la sentó sobre el escritorio, acuñando sus delgadas caderas íntimamente entre sus muslos. Al instante el latido que había comenzado en el momento en que la tocó se convirtió en un dolor que lo consumía todo.
—Zayn...
Su frente húmeda se apoyó en ella, sus jadeantes respiraciones caliente contra sus labios hinchados.
—Déjame darte lo que quieres para Navidad, _____.
—Yo no te quiero.
—Mentirosa. —La mano de él se acercó y le acarició el pecho. Dedos expertos encontraron el pezón endurecido que la traicionaba. Besando su camino a su oído, le susurró:
—Apuesto a que estas cremosa para mí.
—¡Jesús, Zayn! —Ella se estremeció, pero no podía negarlo.
—Cerré la puerta...
—¿Estás loco? —replicó ella, alejando de un empujón su deambulante mano.
Zayn la agarró de las caderas, la atrajo hasta el borde de la mesa y colocó la dura longitud de su polla directamente contra su coño.
—Sí. —Él movió las caderas, empujando su clítoris a través de la suave tela de sus pantalones de vestir. Ella gimió.
—¿No sabes lo loco que estoy por ti?
—Estás loco por todas las mujeres.
—No —argumentó, empujando contra ella con mayor urgencia—. Me gustan las mujeres. Estoy loco por ti.
El dulce roce de su sexo en seco hizo que su coño tuviera espasmos de necesidad. Con el corazón acelerado y la respiración entrecortada, ella lo empujó débilmente.
—Deja de hacer eso... no puedo pensar...
—Piensas demasiado. —Él la mantuvo en su lugar mientras frotaba su pene contra ella. Ella no se había molestado con las luces cuando entró, ya la luz de la luna iluminaba la habitación por la ventana del piso al techo. Pero incluso en la semi-oscuridad, los ojos de Zayn ardían con un hambre que hizo que se le apretara la garganta. Manteniéndola quieta, acarició la impresionante longitud de su pene arriba y abajo de su raja. Era tan guapo, tan decidido, simplemente observarlo dándole placer a ambos era casi orgásmico por sí solo—. Te deseo, _______. Te he deseado desde hace mucho tiempo. Y tú también me deseas.
A punto de llegar, Steph puso sus manos sobre el escritorio y giró sus caderas en ese gran bulto tenso, acariciándolo con su coño. El crudo gemido de dolor de Zayn fue el impulso que la empujó al límite. Gritando, montó las olas de placer que se propagaban a través de sus venas y la mareó.
—Eso es —elogió con voz ronca, meciéndose en ella, haciéndolo terminar—. Ah, cariño. Eres tan hermosa.
Ella se hundió en su pecho mientras la tensión huía. Con el rostro de ella caliente apretado contra su garganta, el olor de su piel era casi abrumadora.
—Oh, Dios mío —se quejó ella, deseando que la tierra se abriera y se la tragara. Lo último que el ego de Zayn necesitaba era su calentón orgasmo.
—Para ti ha pasado un tiempo, ¿no? —Sus grandes manos le acariciaron la longitud de la espalda, calmándola.
—¿No vas a atribuirte el mérito por eso? —Ella no pudo ocultar su sorpresa.
—¿Yo? —Se apartó ligeramente—. Ojalá. Eso fuiste solo tú. Pero el próximo lo pago yo.
Una risa se le escapó en contra de su voluntad y enterró la cara en su hombro para ocultar la sonrisa. Era encantador, nunca lo había negado.
—No va a haber una próxima vez.
Su abrazo fue casi aplastante.
—Lo que tú digas. Realmente me habías engañado. Hasta que vi esa lista de deseos pensé que no te gustaba.
—No se trata de si me gustas o no, Zayn. De hecho, creo que eres un gran tipo, pero...
—Estás buscando a alguien para algo serio.
—En realidad, no estoy buscando a nadie.
—Puedo ser serio. —Ahuecándole la cara entre las manos, usó los pulgares para acariciar sus mejillas—. No hay ninguna razón para que no pueda. Pero nunca lo sabremos si no me das una oportunidad.
—¿Por qué? —Ella lo empujó—. ¿Porque andamos calenturientos el uno por el otro? Estar cachonda no es la base para una relación y yo no quiero ser tu experimento en la monogamia.
—Ahí está —dijo en voz baja, dando un paso atrás para que ella pudiera deslizarse fuera de la mesa—. La mujer exterior que no me quiere, mientras que la verdadera Steph interior sí.
Ella hizo una mueca. La verdadera ______ había aprendido a renunciar a algunas de las cosas que quería. Era un sacrificio que había aceptado de buen grado cuando lo hizo.
—¿Ya terminamos?
—De ninguna manera. Ni de cerca. —Él se pasó la mano por el cabello grueso y brillante.
Lamentó no haberlo tocado cuando tuvo la oportunidad.
—No te corriste, pero no me siento demasiado culpable por eso. Puedes tener a cualquiera de las chicas de la sala de conferencias.
—Vete a la mierda, _______ —dijo bruscamente—. No se trata de echar un polvo y lo sabes.
Ella soltó un bufido.
—Esto se trata por completo de echar un polvo.
De repente él se enderezó, sus ojos se iluminaron con un brillo peligroso.
—Dame un par de días para ir a través de tu lista de deseos. Luego, una vez que hayas vivido tus fantasías, las cuales resultan ser también las mías, podemos volver a los negocios como siempre. Sin toda esta tensión sexual.
—Eso no va a funcionar. —Pero su estómago dio un pequeño vuelco ante la idea.
—Entonces te cambias de oficina de todos modos, como lo planeaste. Pero al menos conseguiste tener sexo salvaje, sudoroso y sucio antes de irte. Si esto es todo acerca de echar un polvo, hagámoslo.
Oooh, era bueno argumentando un caso. Él también sabía que la había tenido desde la palabra "salvaje".
Podía verlo en sus ojos.
—¿Un hotel? —sugirió, resignada. Una chica sólo tenía un tanto de fuerza de voluntad y se enfrentaba con un argumento irrefutable, ¿qué otra cosa podía hacer?
Al menos eso es lo que le dijo su demonio interior.
—Mi casa —dijo suavemente, teniendo la gracia de no regodearse—. Tengo todo lo que necesito para cocinar la cena... —Él le dedicó una sonrisa deslumbrante—, desnudo.
—Oh, Señor... —Se estaba sonrojando, podía sentirlo. Que él supiera sus anhelos secretos era embarazoso al extremo. Y excitante, lo que era peligroso. Tenía que mantener a los dos separados: al abogado que admiraba y al playboy que quería follar.
—Vamos a mantener esto simple.
Metió la mano en el bolsillo y sacó una hoja de papel doblada. Metiéndosela a ella en la mano, rozó los labios con los suyos.
—No. Has sido una niña buena, por lo que mereces que tus deseos se hagan realidad. —La besó de nuevo y no se le escapó ni por un segundo que él era la estrella de sus sueños sexuales.
—Vamos, _____, juega. Va a ser divertido.
Divertido. Los tipos como Zayn siempre se estaban divirtiendo.
—Esta son las indicaciones de cómo llegar a mi apartamento. Voy a estar esperando.
***

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