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Odiaba viajar en tren.

Era una de las cosas que más aborrecía en mi vida, pero vamos, era sólo una de las tantas que odiaba.

Porqué la lista era larga.

Otra de las tantas, era la gente, y no me refiero a está en especial, sino a la aglomeración de ella. Me molestaba cómo es que no tenías de otra más que meterte en un maldito tumulto de gente para llegar a tu destino.

Por eso es que odiaba viajar en tren.

Además del hecho de que no era muy bueno con las direcciones.

Y es que fácilmente podría perderme en la cuadra de mi casa sin ningún problema, es más, me había visto muchas veces perdido dentro del Instituto, sin importar el que ya llevará casi la mitad de mi vida conociendolo, esto ya que mi madre era profesora ahí y lo había visitado tantas veces que ya debería sabermelo de memoria.

Pero estaba claro que no.

Estaba seguro de que ahora podria estar en algún lugar del mundo si mi madre me hubiera dejado ir sólo hacía este en algún momento.

Así que, el viajar sólo para ir hacia el trabajo de mi padre, no estaba siendo muy bueno. Y esto era por dos cosas: Uno, la cosa es que jamás había ido a su trabajo y no sabía dónde carajos era, y dos, que no sabía muy bien cómo viajar en tren.

Había tratado de aprender el mapa de este para no parecer un inadaptado que a sus 19 años no sabía cómo viajar sólo -que claramente lo era- pero una parte en mi cabeza podía jurar que estaba al revés el recuerdo en mi mente, ya que las estaciones no daban con lo que se supone marcaba. Y me negaba rotundamente a sacarlo para verificar.

Así que ahí iba.

Suspire mirando la hora en mi móvil. Tenía tiempo. Según lo que mi madre me había dicho, no tardaba más que una hora en llegar al trabajo de mi padre, eran las 4:28 y tenía que estar en este a las 6:00 asi que tenía más que tiempo, si me perdía, tenía media hora para poder encontrar el bendito lugar.

La clínica privada en donde trabajaba mi padre estaba frente a un gran Starbucks en el centro de Seúl, bastante conocido y concurrido.

Estaba ahí ya que mi madre me había pedido -amenazado- de favor que fuese a ver a mi padre y lo acompañara a comprar el regalo de graduación de Namjoon, mi hermano, ya que lo había olvidado y había entrado en crisis. Namjoon es mayor que yo por 3 años y en unas semanas sería su graduación en la Universidad, y mientras tanto yo, apenas iba en mi segundo semestre de una carrera que odiaba. Mi madre está tan emocionada por él, ya que es el único en su generación que logró terminar en tiempo récord su carrera de medicina. Todo un cerebrito.

Y luego estoy yo, el menor de la familia que aún no sabe que es lo que quiere hacer de su vida, que está en una banda junto con amigos la cual mamá insiste en que en lugar de hacer música hacemos "escándalo". Soy el guitarrista, aunque Hanni, la única chica de la banda, que toca el bajo, casi siempre insiste en que debería ser vocalista.

Mi dedo repiquetea en mi muslo al ritmo de la canción que se escucha en mis cascos que se encuentran por encima de un gorro negro de lana que escondía mi cabello negro, mis ojos cerrándose, deleitandose cuando la melodía del sólo de guitarra llego a mis oídos.

La música.

La música era mi vida, siempre lo fue, siempre había sido aquel punto medio entre el mundo y yo. Entre todo aquello que no podía soportar. Era tranquilidad.

Un escape a mi realidad.

Algo que mi madre no podía entender, y se, que jamás lo haría, nadie lo haría. Papá era completamente diferente a ella, él siempre se había encontrado de mi lado en cada discusión, siempre había sido cómo un amigo para mi. Siempre tratándome cómo a cualquiera.

Deepness. | kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora