—¿Qué es esto? —preguntó Kagome, mirando con extrañeza la aguja conectada a su mano. Trató de moverla, pero la aguja permanecía fija—. Creo que se quedó atorada —dijo, frunciendo el ceño mientras agitaba ligeramente la mano.
Koga, que estaba revisando una bandeja con medicamentos, dejó escapar una risa suave ante la confusión de Kagome.
—¿Y qué hay en esa bolsa? ¿Es un líquido? ¿Para qué sirve? —continuó Kagome, con los ojos fijos en el suero.
Koga levantó la vista y le sonrió con paciencia.
—Pareces una niña pequeña con tantas preguntas —comentó, provocando que las mejillas de Kagome se tiñeran de rojo.
—Lo siento... es que todo esto es nuevo para mí —respondió ella, bajando la mirada.
Koga dejó la bandeja a un lado y se acercó. —No te preocupes, Kagome. Este es un suero —señaló la bolsa suspendida sobre ella—. Cada gota entra en tu sistema para hidratarte y darte los nutrientes que necesitas. Has estado mucho tiempo inconsciente y tu cuerpo está algo débil por la falta de alimentos —explicó con calma.
Kagome asintió lentamente, siguiendo con la mirada las gotas que caían. —Entonces, es para que me recupere más rápido —dijo, esbozando una pequeña sonrisa de agradecimiento.
—Exacto. Y, por cierto, no te disculpes por hacer preguntas. No eres pesada —añadió Koga, inclinándose un poco para mirarla a los ojos—. De hecho, me gusta cuando te sonrojas.
El rubor en el rostro de Kagome se intensificó, y Koga dejó escapar una risa suave.
—Tengo que ir a buscar unas medicinas, pero volveré pronto —dijo, acercándose para depositar un beso en su frente antes de marcharse.
Kagome se quedó inmóvil por un momento, sintiendo aún el calor del gesto. Cuando Koga cerró la puerta, se recostó de nuevo, sumida en sus pensamientos. Koga era atento y amable, y su sonrisa hacía que su corazón latiera con fuerza. Sin embargo, había algo en su interior que le decía que él no era "el indicado". Era un pensamiento difuso, como una sombra que se colaba en sus recuerdos fragmentados.
Pasaron un par de horas, y Kagome comenzó a impacientarse. Koga se estaba tardando más de lo esperado. De repente, el sonido de una puerta abriéndose en la distancia la puso en alerta. Su mente se llenó de temores, y al escuchar pasos acercándose, se escondió bajo las sábanas, temblando.
Unos suaves golpes en la puerta la hicieron sobresaltarse.
—¿Quién eres? —preguntó con voz temblorosa, asomando apenas su rostro.
La puerta se abrió lentamente, revelando a una joven de cabello naranja recogido en dos coletas. Su expresión era cálida y amigable.
—Hola, Kagome. Soy Ayame, amiga de Koga —se presentó con una sonrisa tranquilizadora—. Él tuvo un inconveniente y me pidió que te trajera estas medicinas.
Kagome respiró aliviada y le devolvió la sonrisa. —Gracias, Ayame.
———
Inuyasha caminaba de un lado a otro en la habitación, con el ceño fruncido y los puños apretados. La noche había caído, pero su mente no encontraba descanso. Aunque había contactado a las autoridades tras descubrir el collar de Kagome abandonado cerca del río, el proceso avanzaba con una lentitud que lo atormentaba. La burocracia y los protocolos le resultaban insufribles, y cada minuto que pasaba sin noticias sentía que el aire se volvía más pesado.
El collar de Kagome colgaba de su cuello, como un recordatorio constante de su ausencia. Había intentado dejarlo sobre la mesa más de una vez, pero la idea de separarse de aquel pequeño objeto lo asfixiaba aún más. Su mano subió instintivamente al colgante, rozando los detalles con los dedos, buscando una conexión con ella a través de ese sencillo accesorio.

ESTÁS LEYENDO
¿DONDE ESTÁS? InuKag
FanfictionKagome ha desaparecido, y su paradero es un misterio. Inuyasha, atrapado en la culpa, no sabe dónde buscarla. Hace un año que se separaron tras una traición devastadora, y algo inesperado sucedió que alteró sus vidas para siempre. Ahora, ambos deben...