1 •Nuestra conexión•

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Era una soleada tarde de verano, pero no por eso el crimen disminuía. Los héroes siempre trabajaban, y ese día no era la excepción.

Pero, para Bakugo Katsuki las cosas eran un poco más fáciles. Ser el héroe número uno y tener su propia agencia tenía sus ventajas.

Su cuerpo bronceado y bien esculpido se imponía en la ventana de su oficina, mirando la calle, con uno que otro héroe patrullando. Extrañaba un poco el trabajo de campo, pero lo había reducido a la mitad para darle el tiempo adecuado a su nuevo trabajo como directivo.

Pasó una de sus manos por su rubio y puntiagudo cabello, frunciendo el seño con un poco de cansancio.

Finalmente, suspiró con fuerza, rindiéndose ante sus ganas de volver a experimentar lo que sentía cuando era un héroe novato, como en sus inicios.

Con rapidez caminó hacia su escritorio y tomó el teléfono que ahí se encontraba. Unos simples y rápidos toques fueron suficientes para llamar a cierta persona, y en menos de 10 segundos ya estaba recibiendo una respuesta.

— ¡Hey! — Saludaron del otro lado de la línea. — ¿Pasa algo?

—Hey. Oye, cabello de mierda, ¿Cómo va el día?

— Ah, ya sabes, todo tranquilo. Sólo detuve un pequeño robo a un konbini. ¿Por qué? ¿Vas a aceptar que te preocupas por mi? — Bromearon.

— Ja, ya quisieras. — Dijo el rubio con una pequeña sonrisa de lado. — Quería avisarte que estás a cargo de la oficina hoy.

Hubo un silencio.

— ¿Tu asistente no se va a enojar?

— Mi asistente no se va a enterar. — Corrigió el muchacho. — Y que me intente pelear si quiere, soy el jefe, maldita sea.

— Ah, bueno, creo que estaré ahí en unos 5 minutos.

— Que sean 3.

— Sí, sí, jefe. Por cierto, vas a ir al taller de la universidad, ¿Cierto? ¿Puedes llevar los complementos que están en mi oficina? Ya sabes, en el cajón debajo de mi escritorio. Quiero que la persona que lo revisó la otra vez me de su opinión.

— ¿No eran importantes esas cosas?

— Sí, pero creo que eso los motiva a trabajar duro.

— Tch, está bien, pero asegúrate de cubrirme bien. — Se quejó el cenizo.

— A la orden, jefe. — Bromearon del otro lado de la línea.

Con la misma colgaron al mismo tiempo, y el rubio rápida y animadamente se dirigió a un cajón en su oficina, donde siempre mantenía un cambio de ropa menos formal. En un abrir y cerrar de ojos se habia desecho de su traje, para ponerse un conjunto más sencillo.

Enseguida su mirada buscó una esquina de su oficina, donde tenía una caja de plástico. La tomó y se escabulló de su oficina, encargándose también de tomar el otro paquete que le habían pedido.

En menos de 5 minutos se encontraba fuera del edificio donde mantenía sus oficinas, un poco aliviado por el hecho que su cara fuera tapada por las cajas que cargaba y la gorra que se había colocado, pues en serio no estaba de humor para poder lidiar con su asistente regañándole.

Unos 20 minutos caminando fueron más que suficientes para poder llegar a su destino.

Una pequeña estructura se erguía ante él, con menos de una docena de personas caminando de un lado a otro, atareados y con ropas sucias y visiblemente sudadas, a pesar de estar en una instalación con clima.

Tú. 《Bakugo x Reader》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora