3 •oportunidades•

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La mañana, (pues finalmente se podía notar el Sol en el cielo) era preciosa. Las nubes parecían estar en el lugar perfecto, y los pájaros parecían disfrutar y alegrarse por el clima, o al menos eso era lo que su melodioso y alegre canto le daba a entender a quien viene siendo protagonista de esta historia.

Una gran silueta se movía por la acera, moviendo una gran cantidad de cajas hacia una camioneta que había estacionado con anterioridad frente a su muy bien reconocido taller.

Realmente las cajas eran muy pesadas, probablemente un poco más de cómo las había recibido, y definitivamente mucho más de lo que podía soportar para evitar un dolor de espalda después. Pero eso no le importaba, realmente no quería dar dos viajes porque eso le haría perder tiempo y "sólo los perdedores pierden el tiempo", en sus propias palabras.

Entre uno que otro jadeo, logró acomodar las cajas en el interior de la blanca camioneta de entregas, y una sonrisa satisfecha se hizo presente en su rostro antes de jadear de nuevo tan pronto como su espalda decidió reclamarle por el esfuerzo.

— Ya no tengo edad para estas cosas... — Murmuró para si, sabiendo perfectamente que no estaba tan cerca de poder considerarse de edad avanzada, y tampoco se veía como algo remotamente parecido.

Suspiró mientras se estiraba, y decidió dirigirse al asiento del conductor, la determinación a hacer su entrega lo más pronto posible presente en su mente.

Batalló para encontrar la dirección que sería su destino, sí, pero una vez había llegado a la bonita y pequeña casa, se alivió, aún con un poco de preocupación por que en realidad se equivocara de persona.

Pero al tocar a la puerta, una alegre voz que había escuchado varias veces en la televisión le hizo percatarse que, efectivamente, había llegado a su destino.

Un pelirrojo abrió la puerta, examinando con la mirada a quien le visitaba tan temprano en la mañana.

— Eh... ¿Puedo ayudarle? — Dijo, percatándose que quizá no había sido tan buena idea salir como si nada, pues no reconocía a la persona.

— Ah, sí, sí. — Obtuvo como respuesta. — Verá, vengo del taller... el que está cerca de las oficinas Granade, ¿sí lo recuerda? Ya le he atendido antes y usted pidió que revisara este artefacto y...

— ¡Ah! Disculpa, no te reconocí con el uniforme, penséque algún fan habíaencontrado mi dirección. No tenía idea de que tenían uniformes. — Le interrumpió el hombre una vez conectados los puntos.

— Ah, se supone, pero casi nadie lo usa en el taller porque, bueno, se arruinaría. — Comentó sonriendo. — Como sea, tengo estas cajas que me dejó su amigo, y sólo tengo su dirección, ¿Debería dejarlas aquí también o...?

— Mi amigo... ¿Cómo es que le llamas tú?

— Watanabe. Y usted al parecer ahora es el señor Tanaka.

Ambos soltaron una pequeña risa al escuchar el nombre que, siendo honestos, era ridículo.

— Ok, ok, supongo que ahora mi nombre es Tanaka... Bastante masculino, aunque Kirishima sigue estando mejor, ¿No crees? — Dijo riendo, mientras firmaba con naturalidad un papel que le había sido pasado hace un momento. — Como sea, gracias. Son varias cajas, ¿No? Deja que yo las tome, deben de ser pesadas.

— Ah, muchísimas gracias. Son los únicos paquetes en la camioneta.

El pelirrojo asintió sonriente, esperando a que usaran la llave apra revelarle el cargamento.

Él se puso manos a la obra, mientras su acompañante sólo se paró y observó, agradeciendo fuertemente el no tener que volver a cargar todo por su cuenta. Aunque, también, admitía que el pelirrojo era probablemente más sensato, pues dividió la carga en varios viajes.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2020 ⏰

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