Fate/Shield (Fate/Escudo)

Es culpa de Zelretch

El sonido de la tos húmeda resonó a través de la habitación de una niña. Su pelo era blanco como la nieve, sus ojos rojos. Era pequeña, tenía unos ocho o nueve años. La chica se limpió la boca, una expresión de contenido en su rostro mientras descansaba en su cama, buscando un auricular V.R. Era un diseño elegante, completamente negro en aspecto con una visera azul oscuro. Estaba conectado a una gran torre de tres pies, en su pequeña pantalla parpadeaba palabras.

"¡Leyenda de los Cuatro Héroes!"

La niña sonrió mientras acariciaba su casco. Tosió otra vez. El sonido era gutural y raspado esta vez. La chica frunció el ceño mientras la salpicadura de sangre que volaba de sus labios golpeó su casco. Había estado sucediendo cada vez más a menudo, por no hablar del dolor agudo. Pero la chica había pasado por peor en su vida y mientras molestaba el dolor era tolerable.

El hecho de que pudiera decir que era "tolerable" cuando sus propios nervios y su cuerpo estaban siendo descompuesto poco a poco sólo podía ser una señal de lo que había soportado.

"Illya!"

La chica volvió la cabeza y sonrió. Con una expresión preocupada un hombre entró en su habitación. Sus amplios hombros y altura lo hicieron parecer un gigante en comparación con ella.

"Onii-chan!"

Le encantaba decir eso, sobre todo como una burla contra su hermano y qué poco consuelo que le trajo también. Shirou, el hombre que la salvó de una guerra devastadora y le mostró lo que significaba vivir realmente. Es cierto que aceptó su papel como su hermano adoptado demasiado en serio... pero fue precisamente por esa razón que ella lo amaba tanto. Se conocieron hace sólo nueve años, pero esos años estaban llenos de los mejores días de vida que esta chica haya tenido. En otro mundo estaría muerta, en otro el cuerpo de su hermano reconstruido y la vida continuando. ¿En este mundo? ¿En este caleidoscopio? Ella había vivido y el cuerpo de su hermano permaneció lo suficientemente intacto para sobrevivir. Había cierta preocupación por el brazo injertado de Archer, pero afortunadamente nada demasiado importante vino de ella.

Esta pequeña era Illyasviel Von Eisnbern. Mientras que ella puede haber parecido una niña pequeña... la verdad era que tenía 27 años. La niña nacida de un hombre normal y una mujer homúnculus estaba lejos de lo que se podía llamar la norma para los humanos ya, pero esa no era la razón de su estado. Fue alterada, imbuida con circuitos mágicos falsos, caminos en el cuerpo que permitían a un individuo usar magia, para aumentar artificialmente su poder a costa de su capacidad para madurar y su vida útil.

Todo para ganar una guerra y volver al hombre que la había abandonado y matado a su madre... su padre. El premio era insignificante en el mejor de los casos para Illya, lo que realmente le importaba era vengarse de su padre por todo lo que había hecho. Había sido echada a un lado... su madre sacrificó... ¿Para qué? ¿Un ideal? ¿Paz mundial? Era ridículo... ¿Realmente le importaba al hombre? A Illya no importaba que el hombre tratara de recuperarla, era el hecho de que estaba dispuesto a sacrificar a su esposa y por extensión a su hijo.

Fueron estos pensamientos los que hicieron que Illya reuniera tanto odio por Kiritsugu Emiya... su padre. Ella capeó el odio y abrazó la fría oscuridad del mundo en el que vivían. Que este tonto hizo lo imposible... y le mostró que el mundo nunca fue tan oscuro como puede parecer. Su padre tenía la misión en su mente constantemente, con los ojos fríos y distantes. Siempre sonrió con ella, aunque... pero era obvio ahora en sus últimos años que siempre estaba centrado en su meta y que el tiempo con Ilya era simplemente un indulto. ¿Sin embargo, Shirou? Tenía una meta similar una vez... una meta que había dejado a un lado para salvar a Sakura y, en última instancia, salvar a Ilya también. Era un hermano devoto y cariñoso, dando a Illya todo el amor, ella podía manejar y luego un poco... incluso si su naturaleza distorsionada levantaba la cabeza de vez en cuando. Incluso ahora simplemente se acaía en ella... incluso en medio de lo que estaba sucediendo.