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Una vez terminada mi tarea y ya me hallaba vestido di un último vistazo a la habitación para después salir de esta.
El aire frío del exterior golpeó mi rostro colocándose hasta mis pulmones pasando y enfriando todo a su paso.
El suéter de lana color vino contrastaba con la claridad de la camisa blanca y los pantalones beiges que eran igual de lana.

-Oh, ahí estás.- la fuerte voz de la señora se coló por mis oídos haciéndome girar hasta toparme con su robusto cuerpo cargando un costal blanco.
-Aquí estoy.- Sonreí de lado sintiendo el aire mover algunos mechones de mi cabello.
La señora soltó el saco sobre el suelo levantando una nube del polvo del suelo, arrugué mi nariz y moví mi mano de un lado a otro intentando alejar el polvo.

¿Te molestaría darnos una mano con la granja?- Sonrió señalando una montaña de varios costales bastantes parecidos al que cargaba. Asentí, me estaban ayudando debía devolver el favor de alguna forma.
-Bueno, lleva todos estos hacia allá, ahí está mi esposo él los acomodará.- Volví a asentir mientras la observaba levantar y cargar nuevamente el costal para avanzar hacia el granero y desaparecer tras sus puertas.

Suspiré y avancé hasta la pila de costales cargando uno sobre mi hombro izquierdo y con la derecha arrastraba otro, estaban llenos de una mezcla de semillas y no eran muy pesados en realidad.

-Carajo.- Una aguda voz femenina me hizo voltear hacia mi derecha -Yo apenas y puedo cargar uno y tú te llevas dos de un tiro.- Torcí mi boca hacia un costado.
-Alyce, déjalo ya.- Una de sus hermanas, Alyssa, había dado una reprimenda.
Volví mi visión hacia el camino notando la figura de la señora regresar por este mismo, caminé lentamente cruzándose con la mujer en un punto del camino y ella me dio una sonrisa de agradecimiento y yo asentí como respuesta.
Ya una vez me hallaba en la entrada del granero y el señor notó mi presencia me adentré que ese rectángulo de madera.
-Hola hijo, creo que nosotros no nos conocemos.- Avanzó hasta mi quitando el costal sobre mi hombro y colocándolo en una pila más ordenada que la de afuera, caminé algunos pasos y le extendí el otro costal el cual acomodó a un costado del anterior.
-Vaya, dos en un viaje.- Soltó una risa cansada y extendió su mano diestra hasta mi.
-Philip Falco, mi esposa es Salomé Falco e intuyo ya conoces a nuestras hijas.- Di media sonrisa al momento que tomaba su mano.

-Me encantaría presentarme pero no recuerdo mi nombre.- Claramente lo recordaba pero no planeaba decirles, había visto cruces, biblias y un retrato de la santa cena en la cocina, lo que me llevó a pensar que estaba ya en un lugar avanzado en la historia y que eran bastante religiosos, había muchas cosas que no me cuadraban. ¿Cómo pasó el tiempo?, ¿Cuánto estuve inconsciente? y ¿Dónde carajos estoy?

-No te preocupes niño, veremos eso después. Ahora necesito tu ayuda.- Sonrió, sabía a lo que se refería por lo que di media vuelta de regreso al montón de costales y así comencé a dar algunas vueltas cargando y montando cosas en todo el lugar, me encantaría ayudar lo más que pudiera.

Era la hora de la comida y estábamos todos sentados en la mesa. Observé un poco las cosas y luego a la familia; los señores se hallaban en las cabezas de la mesa mientras que Alya y Alyce estaban en un costado y frente a ellas estábamos Alyssa y yo.

-Bueno niñas, hay que dar las gracias.- ¿Las... gracias?, todas las féminas en la mesa inclinaron su rostro cerrando los ojos, di otro recorrido visual a las personas; ojos cerrados y manos unidas frente a su rostro. Oh no.

-Señor, oh señor. Te damos gracias por nuestros alimentos- Recargué mi frente sobre mis manos escondiendo mi cara a pesar de que los presentes no pudieran verme. -Gracias por amarnos y cuidarnos y por esta bendición traída. Amén.- Un coro de voces femenina hicieron eco de su 'amén'. Levanté mi rostro nuevamente y parpadeé un par de veces.

-Okey, nuestro invitado carece de nombre, ¿por qué no dan ideas para llamarlo?- Nuevamente la voz del señor Falco se hizo notar.

Toda la familia pareció meditar esta petición, no era muy común nombrar a una persona mientras comes. Hubo un silencio corto e incómodo hasta que, finalmente, la voz de alguna se hizo notar.

-Ezra, proviene de Esdras.- Mencionó la mayor de las hermanas, yo solo la observé sin emoción.

-Eleazar.- Continuó Alyssa, maldición, tiran nombres bíblicos.

-¡Kemuel!- El entusiasmo de la menor salió a relucir sobre los demás ganándose una extraña mirada por parte de todos.

-Lael.- Aportó la señora del hogar.

Las hermanas compartieron una mirada de pura complicidad para después gritar al mismo tiempo.
-¡Matías!- Arqueé una ceja para después observar al señor al mismo tiempo en que su familia lo hacía.

-Todos son nombres hermosos, señoritas, pero podemos preguntarle cuál le agrada más.- Me observó esperando una respuesta, dejé de jugar con el tenedor y tragué saliva.

-En realidad no tengo ningún problema con el nombre.- Las tres hermanas me miraron para luego compartir miradas y volver a posarla sobre mi.
-Bueno, esta es su casa, señor, me parece mejor que usted tenga la última palabra.- Solté sin más para comenzar a comer lentamente.

-y por qué no Azael... Suena lindo y posiblemente a nuestro invitado no le agrade que todos sean bíblicos.- La voz de Alyssa resonó en suave eco. -Me refiero a que ninguna de nosotras tiene nombres bíblicos en sí, ¿por qué él lo tendría?- Oh gracias al de arriba.

-Bien, es un buen punto, habías dicho Azael, a mi me parece bien.- La cabeza de la familia observó a esta. -¿Ustedes qué dicen?-

-Está bien, muy lindo.- La señora hizo segunda a su esposo mientras sus hijas sentían, yo solo di una pequeña sonrisa y continué con mi comida.

-𝑻𝒓𝒊𝒔𝒕𝒆𝒔𝒔𝒆 𝒅𝒖 𝒅𝒊𝒂𝒃𝒍𝒆.- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora