Sentado al borde de la cama, casi tocando el suelo con mis pies, me animo a escribir. Calmado por los medicamentos, y esperando el desenlace de mi sueño.
"Mis ojos buscan lo que mis oídos no pueden encontrar. Todo es culpa de sombras"
Mi niñez no fue la más trágica, ni la más feliz, de hecho, hasta la podía considerar buena; sin embargo, habían cosas que ahora que las pienso, me marcaron.
Cuando me cambié de escuela, no me sentía muy a gusto en el nuevo salón, destacando en los primeros puestos, me cambiaron de aula. Conocí a una niña en el verano de la escuela, pensé que éramos amigos pero, de un momento a otro me empezó insultar de una manera muy dura. Yo no entendía que era lo que pasaba, y si lo que decía de mí era cierto. Cada vez que me la topaba empezaba su discurso de insultos.
Ese mismo año me enfermé de Hepatitis, y el doctor me dijo que comía mucha chatarra, que estaba subidito... Y en mi cabeza ya encajaba lo que decía el doctor, con los insultos de ella.
Una vez en uno de esos chequeos anuales que nos hacía mi madre en el médico, mi mamá acudió preocupada al doctor y le preguntó: Doctor, mi hijo esta muy delgado(mi hermano) ¿No tendrá parásitos?
El doctor contestó: Señora, ser delgado no es una enfermedad, ser gordo sí.
Mi cabeza estaba muy confundida, ¿Ser gordo era estar enfermo? Dudas y dudas navegaban por ahí, encendiendo chispas de dinamitas a larga distancia.
Cuando me operaron del apéndice, por comer muchas grasas, me mandaron a hacer mi primera dieta. Me era raro comer todo sancochado y bajo en sal, pero entendí que era por mi bien, aunque no me guste.
A escondidas me comía chocolates y mis galletas favoritas, no podía vivir sin ellas y bueno, luego me sentía mal por mentirle a mi mamá y al doctor.
Otra cosa que me marcó mucho fue la comparación de mi peso con el de mi hermano, y es que me desesperaba tanto no poder ser mejor que él, mi cabeza estaba muy jodida en ese tema, se me era...