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Dedicado a: Lunasabbath

Juno volvió a despertar en la madrugada, a las tres

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Juno volvió a despertar en la madrugada, a las tres. Viendo que sus compañeros seguían durmiendo, decidió salir a caminar otra vez. Las luces de los pasillos no estaban encendidas, sin embargo, por los ventanales algo de luz de las estrellas y algunos botones alumbraban dentro de la nave. Se dirigió a la sala de entrenamiento, así quizá se cansaría y podría dormir bien.

Al regresar (después de ducharse, claro) y saltar a la cama de arriba, ni cinco minutos pasaron cuando Raditz subió las escaleras de la litera, pues la escuchó entrar y quería averiguar que pasaba.

— ¿Qué haces? — preguntó al abrir sus ojos. El menor perdió el equilibrio y apretó sus labios para no gritar por el susto. Se sostuvo de los barandales y se acomodó de nuevo.

— ¿A dónde fuiste? — susurró ladeando su cabeza.

— A caminar. — contestó. Al ver que el niño no se quitaba, arrugó su frente — ¿Qué quieres?

— ... Vegeta me quitó las cobijas.

La joven rodó sus ojos divertida, y se hizo a un lado, dejando un espacio para que Raditz se recostara. El menor sonrió ante la acción y se dejó caer junto a ella, se tapó con las sábanas y suspiró al apoyar su cabeza en la almohada.

— No molestes — le dijo ella, dándose la vuelta para darle la espalda — Y si te mueves mucho te echaré. 

— Bueno.

En la mañana fueron despertados por la alarma. Juno tuvo que hacerse hasta la orilla pues Raditz, en efecto, se movía mucho, pero no quiso perturbar su sueño.

Después de completar su rutina diaria, se reunieron nuevamente para ver sus tareas del día. Las misiones fueron asignadas de manera que estuvieran juntos, menos Juno, que fue asignada con otro escuadrón. No le tomaron mucha importancia, ya que sería "rápido"

Ya con movimiento en los corredores se dirigieron a la cafetería para desayunar como era debido.

Los rumores de la prueba se esparcieron rápido, y aunque pudieran haber soldados más fuertes, la brutalidad de un saiyajin no podía compararse, en especial la del joven príncipe. Algunas personas con las que combatieron se encontraban ahí, mirándolos con algo de rencor, en especial a ella.

— ¿Tengo algo en la cara? — les preguntó, dando un paso al frente. Al ver que se alejaban de manera "discreta" bufó — Bien.

Todos hicieron su camino sin rechistar, pero antes de que el peliflama llegara a una de las mesas del centro, un grupo de soldados jóvenes se dirigían al mismo lugar, y empujando sin cuidado alguno al príncipe se sentaron en la mesa, dejaron una bolsita de papel en la orilla que tenía la imagen de un cupcake.

A D D I C T 『 Freezer 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora