Happy... END?

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—¡Yuu! —Escuché que me llamaba esa vocecilla animada como siempre, esa tan dulce que te podía quitar cualquier mal que tuvieses. —¡Ya llegué! —Anunciaba mientras cruzaba el umbral de la puerta.

Yo sonreí, verlo con aquella chaqueta universitaria me hacía darme cuenta de lo mucho que ha madurado, y me alegra saber que yo he estado ahí para verlo. Acababa de empezar su segundo año universitario, el primero fue algo complicado ya que muchas de sus clases debía saltárselas para ir a revisiones, pero logró ponerse al día y aprobar casi todas las asignaturas. Sinceramente hablando, estaba muy orgulloso de él. En cuanto soltó su mochila fue a abrazarme, gesto que obviamente correspondí con mucho cariño.

—Bienvenido, Taiyou. —A pesar del tiempo que llevábamos viviendo juntos, no me acostumbraba a poder tenerlo a mi lado. Recuerdo aquel día como si fuese ayer, cuando no sabía si su luz volvería a iluminarme, pero mirarlo a los ojos hacía que se me olvidase ese mal trago.

Tras separarnos del abrazo, me dio un fugaz beso que claramente acepté. Avisó de que hoy cocinaría él, y le animé a hacerlo, sabía que no tenía las mejores habilidades culinarias del mundo, pero con el hecho de que quisiera hacerlo para mí, me hacía creer que era la mejor comida del mundo. 

Él se animó a estudiar Magisterio, le hacía ilusión poder enseñar a los niños y yo le veía como un buen referente, era una persona muy buena y animada, algo torpe, pero con una pasión que quemaba. Yo, sin embargo, opté por la Psicología. Pensé que así podría ayudar a la gente, también reconozco que soy bueno y tengo paciencia, empatía y... no sé, sentía que era mi vocación. Sin embargo, mi horario era algo diferente al de mi compañero, yo salía antes los viernes como hoy, y por eso ya le estaba esperando en casa.

A pesar de que yo era un par de años mayor, entramos a la misma vez a la universidad, en cuanto pudimos independizarnos más o menos. Le pedí ayuda económica a mis padres, no mucho, lo suficiente para pagar la mitad de nuestro apartamento que era pequeño pero acogedor. No sé de dónde, pero parece que algún familiar de Taiyou le ayudaba a pagar la mitad de la renta que le correspondía. Las carreras nos los pagaba una beca, además que recibíamos algo de dinero por haber estado hospitalizados y aún así decidir retomar los estudios.

Nuestra vida había mejorado tanto... Es que no podía creérmelo. Mientras mi novio estaba intentando no quemar la cocina, me puse a ver la televisión, o eso parecía. Realmente me puse a divagar un poco en mis recuerdos.


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—Taiyou, no puedes morir aquí... No así... —Susurré como si fuese a servir de algo. No deshice el agarre a su mano, y no me atrevía a mirar. Tampoco podría ver aunque fuese valiente, las lágrimas me lo impedían. 

Mi corazón iba a mil, Fuyuka me dijo que entrar sólo me haría más daño, pero... ¿Y si ese fuese el adiós? ¿Cómo no iba a estar a tu lado cuando más lo necesitabas? Escuchar que la melodía mecánica de la máquina que indicaba que seguías vivo estaba parándose, me encogía el corazón. No le recomendaría a nadie pasar por esto, no se lo desearía ni a mi peor enemigo, es la sensación más mala del mundo. La desesperación podía llegar a ser tan horrible... pero dentro de mí existía un leve rayo de esperanza.

Me puse a rezar, sí. Nunca fui creyente, pero cuando estás en un extremo así y solo, te aferras a cualquier cosa. ¿Alguien puede ayudarme? Quiero un milagro. ¿Hice algo mal? Le pido perdón a quien sea... Prefiero ser yo el que esté así, no Taiyou. Él nunca le hizo nada malo a nadie ni lo haría. De hecho, era necesario para traer felicidad al resto, no podía irse todavía. Cuanto más lo pensaba, más lloraba... 

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2020 ⏰

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