Capitulo 3

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Marco y Mario pasaron casi todo el dia acostados en la cama, abrazados tiernamente. Casi no habian hablado. Casi no lo necesitaban. Sus corazones estaban tan conectados que sólo latiendo juntos podían entenderse sin hablar. Se miraban a los ojos, se acariciaban muy despacio, con un cariño infinito. Podían pasar la vida entera de ese modo, si quisieran. De tanto en tanto Mario le decía "te amo, Marco" a su amor, casi como un susurro. Marco le decía "yo también",  mientras con las yemas de sus dedos recorría las mejillas y los labios de Mario. ¿Podía algo ser tan perfecto?. Pero no era perfecto, por cierto: no podían decírselo a nadie y eso lo hacia imposible. ¿Cuánto tiempo podían seguir sosteniendo una relación como esa? Esa pregunta los atormentaba secretamente a ambos. Y aunque ninguno de los dos se lo decía al otro, ambos sabían perfectamente que eso era como una espina clavada en lo más profundo de sus corazones.

-¿Te acuerdas del día en que nos conocimos?- dijo Mario acariciando el cabello de Marco, ahora despeinado.

-Por supuesto, Sunny -respondió Marco sonriendo-. Entraste al vestuario con tu carita de niñito desamparado y tu pelo perfectamente peinado y tus mejillas deliciosamente sonrojadas...Morí de amor al verte, querido.

-Estaba asustado, debo reconocerlo. Pero fue sólo sentarme a tu lado y sentir tu mano en mi hombro deseándome buena suerte, y ya todo el miedo desapareció-. Mario hizo una pausa mientras sonreía melancólicamente. -Morí de amor por ti  también.

-Y ¿recuerdas la primera vez que nos besamos? - dijo Marco.

-Sí. Habían pasado algunos meses desde que me uní al club. Nos hicimos inseparables. Compartíamos cada minuto dentro y fuera de la cancha. Sin darme cuenta no hacía otra cosa que pensar en tí. Cuando nos separábamos, sólo contaba las horas hasta volver a verte. Sentirte cerca mío se habia convertido en una dolorosa necesidad. Y algo dentro mío me decía que a ti te pasaba lo mismo. Tus miradas me lo decían sin palabras. Esas miradas que hacían detener mi corazón y le daban vida nuevamente en el mismo instante. Cada sonrisa, cada roce de tu cuerpo en los entrenamientos, cada abrazo cuando festejábamos un gol...Dios, era llegar al cielo para mi! 

-Estás hablando mucho, Mario. Creo que no te acuerdas del día en que nos besamos - dijo Marco entre risas entrelazando sus dedos con los dedos de Mario y besando el dorso de su mano sonoramente.

-¡Si me interrumpes no puedo seguir contándote! ¡Por supuesto que me acuerdo!- respondió Mario acomodándose y apoyando su cabeza sobre el brazo extendido de Marco, dejando sus rostros tan cercanos, que podían respirar el mismo aire-.  Fue una noche previa a un partido. Compartíamos la misma habitación de hotel en Berlín. Hacía realmente mucho frío. Por algún motivo faltaba calefacción en esa habitación, y ya era tarde. Yo comencé a temblar en mi cama y creo que comencé a toser. Tú te acercaste a mi cama para saber si yo estaba bien. ¡¿Cómo podías no sentir frio si solamente vestías tus boxers?!. Creo que cuando sentí que te acercabas, comencé a sudar. Te sentaste en mi cama y me acariciaste el cabello. Me preguntaste si estaba bien, y  mi corazón latía tan fuertemente que pensé que moriría en ese instante. 

-Parecías realmente enfermo, ¿recuerdas?. Sudabas, temblabas, y tu corazón latía como si tuvieras fiebre! Me asusté mucho...y sólo queria abrazarte con toda mi alma!- agregó Marco.

-Pero no estaba enfermo! Sólo estaba perdidamente enamorado de ti! Y tu estabas sentado en mi cama, acariciándome el cabello, y sólo llevabas puestos  tus boxers!!!.

-Y me miraste con tu carita redonda y tus ojitos brillantes y me dijiste que solamente tenías frio- continuó Marco.

-¡Es que no sabía cómo pedirte que me abrazaras en ese mismo momento!. Y mientras luchaba con las palabras que no podían salir de mi boca, sentí que te acostabas junto a mi, dentro de mis sábanas, y me abrazabas fuertemente. En ese momento estaba completamente seguro de que mi muerte sería inminente. Y no sabía si decirte algo o quedarme completamente inmóvil como estaba. Estaba petrificado, no podia respirar, no podía hablar... Hasta que acomodaste tu cabeza en la almohada junto a la mía, me miraste directamente a los ojos mientras tus brazos me apretaban para darme calor, y me preguntaste si así me sentía mejor -dijo Mario mientras se mordía su labio inferior recordando la emoción de ese momento.

-Creo que me aproveché de la situación, Sunny. Debo confesártelo ahora- acotó Marco graciosamente.

-Me imaginé. Y agradezco a Dios que lo hubieras hecho, mi amor. Aunque fui yo el que continuó luego de eso...y juro que no sé de dónde saqué fuerzas para reaccionar en ese momento. No podía ni moverme de la emoción, pero al ver tus ojos, sentir tus brazos rodeándome, tu cuerpo contra el mío dándome calor, sólo pude responderte que estaba maravillosamente mejor, y pegué mis labios a los tuyos sin decir nada más...- Mario se quedó callado, sonriendo y con los ojos llenos de lágrimas.

-Estás llorando Sunny??-preguntó Marco.

-No, sólo me llena de emoción recordar el maravilloso sentimiento que tuve en ese momento. Porque tu continuaste besándome sin decir nada. Respondiste a mi beso tal y como yo lo había soñado desde el momento en que te vi. Y todo era perfecto.  Y no nos preguntamos nada, no dijimos nada. Como si besarnos fuera algo que naturalmente debía pasar entre nosotros y no necesitaba ni explicación ni excusas ni palabras. Solo nuestros labios.Y fue tan dulce, tan tierno, tan ansiado, tan perfecto....

-Y nos besamos hasta quedarnos dormidos, recuerdas?. Hasta que nos llamaron por la mañana para ir a desayunar y despertamos sobresaltados. Recuerdo la mirada que tenías al despertar. Tenías el sol en tus ojos...y tus mejillas muy rojas. Me preguntaste si estaba todo bien, y te dije que nunca habia estado mejor en toda mi vida. Y nos apuramos a cambiarnos y bajar a desayunar con el equipo. Y no pudimos parar de intercambiar miradas cómplices durante todo el desayuno- dijo Marco completando el relato mientras Mario movía su cabeza para besar el brazo de  Marco donde tenía apoyada su cabeza.

-Te amo, Marco. No puedo seguir viviendo lejos de ti...-dijo Mario con su voz quebrada por la emoción.

-No otra vez, Mario. No volvamos a hablar de eso justo ahora...Mañana tienes que partir para Doha y ya es tarde. Por favor, disfrutemos esto mientras lo tenemos. Mañana estaremos muy lejos uno del otro y nos reprocharemos no haber disfrutado un momento más - respondió Marco seriamente.

Marco sabía y entendía perfectamente lo que sentía Mario. También a él le sucedía lo mismo. Pero le habia costado mucho tiempo y muchas solitarias lágrimas nocturnas aceptar la determinación de Mario de mantener la relación oculta por el bien de sus ascendentes carreras. Y, en especial, aceptar que Mario tendría una "novia" con la cual aparecer en todas las revistas, deportivas o de modas, donde los retrataban como la más prometedora pareja de los últimos tiempos. Marco había sufrido mucho también mientras leía titulares como "La Bella y el Campeón", y veia a su amado abrazado a Ann en todas las portadas, mientras él estaba solo en otra ciudad. Marco no estaba de acuerdo con esa decisión cuando Mario se la planteó. Creyó que era muy egoista de su parte. Sintió que Mario lo abandonaba en algún punto, o priorizaba su meteórica carrera a su inmenso amor. Pero tanto amaba Marco a Mario, que terminó aceptando lo que él le proponía. "Es para el bien de ambos, mi amor. En pocos años no estaremos en edad de jugar más al football y podremos vivir nuestras vidas como se nos ocurra", dijo Mario en ese momento. Y Marco lo aceptó. Era capaz de sufrir hasta lo más profundo por esa decisión, con tal de darle el gusto a su amado. Además, Marco nunca haría nada que pusiera en peligro o que perjudicara la carrera de Mario. Y mucho menos ahora, que Mario era el héroe de todo su país. Pero evidentemente esa decisión que a Marco le tomó tanto tiempo y esfuerzo aceptar, ahora estaba atormentando al propio Mario. No podía parar de reprocharse y de sentirse un egoísta y un cobarde por haber tenido semejante idea. Mario estaba sufriendo en carne propia las consecuencias de esa decisión. Pero parecía muy difícil en este punto poder volver atrás. Y eso hacía todo más doloroso aún. 

-¿En qué piensas, mi amor? - preguntó Mario finalmente, incorporándose y mirando a Marco a los ojos.

-En nada...-mintió Marco. No era el momento para decirle todo eso a Mario. Simplemente lo haría sentir mucho peor de lo que ya se sentía. Y mucho menos decirle esa noticia que aún no se animaba a darle a Mario: un club español había hablado en los últimos días con su representante. No, el ánimo de Mario no era el adecuado para que Marco le diera esa noticia en este momento. 

-No me mientas - dijo dulcemente Mario mientras le repartía pequeños besos por toda su cara.

-Es verdad, te estoy mintiendo -respondió Marco-. Estaba pensando en que te amo con todo mi corazón, Sunny- dijo Marco finalmente, y lo besó apasionadamente en la boca, como queriendo detener el tiempo y quedarse a vivir entre esos labios. 

En lo más profundo de mi corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora