de caso en copa

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Cristina no podía creer que ya fuese el 24 de diciembre. Aún no había llegado al despacho y ya podía imaginarse la cantidad de veces que sonaría el teléfono y cómo todas ellas sería su madre para decirle que fuese a cenar con ellos. Le costaba entender que bastante cuesta arriba se le hacía el día de Navidad en sí como para también celebrar el 24.

Después de lo acontecido el jueves con la lotería decidieron tomarse el viernes de descanso, cosa que agradeció. Después de que Quintero las pillase a Lourdes y a ella en el baño no les había vuelto a ver las caras a ninguno de los dos. Hasta hoy. Subió a la primera planta y la puerta ya estaba abierta. No era la primera en llegar.

- Buenos días -Se anunció al entrar.

- Muy buenos días -Apareció Guillermo por el soviet- ¿Un café? -Preguntó ofreciéndole su taza

- No, gracias. Estoy un poco revuelta -Confesó.

Soltó todas sus cosas en la mesa y se quitó el abrigo. Sacó varios expedientes de su maletín y se sentó. Decidió ponerse a trabajar cuanto antes. Empezaron a llegar los demás compañeros, todos muy animados y deseando feliz navidad a todo el mundo. Hoy se iban a la hora de comer para que la gente pudiese reunirse con su familia y eso les encantaba.

Cristina llevaba un rato con la cabeza metida en varios expedientes, repasándolos. La mayoría eran de compañeros y compañeras que le habían pedido que les echase un vistazo.

- Buenas -Escuchó la voz de Justo.

- Buenos días, Justo -Contestó intentando aparentar la mayor tranquilidad posible.

Agradeció que este no hiciese ningún comentario y que ni le dirigiese la palabra. El teléfono de la mesa de Cristina sonó y, en ese momento, Lourdes entró al despacho. "Salvada por la campana" pensó Cris mientras ponía el auricular en su oreja.

- ¿Si? -Respondió- Mamá, no voy a tener la misma discusión de cada año. Estoy cansada y tengo trabajo. Adiós -Rodó los ojos ante la mirada de sus otros tres compañeros- No, no te voy a dejar la oportunidad de explicarte. Este año no. Mañana nos vemos. Estoy trabajando -Colgó el teléfono y suspiró hondo.

- ¿Todo bien? -Se acercó Lourdes a su mesa.

Cristina levantó la vista para mirar a su compañera y pudo notar como, esta vez sí, la mirada de Quintero recaía sobre ellas.

- No. Todo mal.

Se levantó y fue directa al despacho individual. Cerró la puerta y empezó a andar nerviosa por el despacho. Intentando controlar su respiración para que no se le viniese encima lo que parecía un ataque de ansiedad. Escuchó unos nudillos en la puerta y a Justo asomando por ella.

- ¿Podemos hablar? -Preguntó el veterano.

- ¿Me vas a dar opción?

Quintero sonrió y cerró la puerta tras de sí. Se colocó la corbata y se sentó. Invitó a Cristina a sentarse en la silla frente a él. La mujer lo miró de arriba abajo temiendo lo que se venía. Aún así, imitó a su compañero abogado y ocupó el asiento frente a él.

- Escucha, Cristina. Ambos sabemos lo que vi. Es una tontería querer obviarlo.

- Justo, yo... -El abogado la cortó para que no lo interrumpiera.

- Escucha, yo sé lo que vi. Tengo ojos en la cara. Encima llevo gafas -Dijo riendo. Lo cual le sirvió a Cristina para relejarse un poco- Y no solo sé lo que vi esa noche, sino que también sé lo que he visto todos estos meses.

- ¿Qué? -Dijo Cristina quedándose de piedra.

- No nací ayer, Cristina. Y sé perfectamente que dos mujeres pueden sentir algo mucho más allá de la amistad, al igual que dos hombres. Y está bien, no pasa nada. Además, creo que tú tienes muy claro en qué punto estás. Por eso solo quería decirte una cosa y es que hables con Lourdes. Ambos sabemos de donde viene y que quizá esto le pillé fuera de juego.

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2020 ⏰

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