Capitulo 4

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Después de la charla unilateral con Lucius salí directamente de la mansión hacia el Callejón Diagon, rogando en lo más profundo de mi interior qué Harry y Remus hayan terminado de hablar con los Potter

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Después de la charla unilateral con Lucius salí directamente de la mansión hacia el Callejón Diagon, rogando en lo más profundo de mi interior qué Harry y Remus hayan terminado de hablar con los Potter. Apenas salí de las protecciones de la mansión, me apareció en el callejón y entre las sombras camine hasta Gringotts, estuve un buen rato parado en la puerta hasta que logre ver a Harry que venía corriendo hacia mí, Remus detrás de él y a los Señores Potter detrás de Remus.

—Lamento la demora Sev— Me dijo Harry —Fue mucho más difíciles de lo que pensamos— Volvió a repetir y se acercó para darme un beso.

—No pasa nada— Le dije a Harry —Pero apresuremos que antes del anochecer tenemos que estar de nuevo en hogwarts— Le dije y le devolvió el beso.

—¿Están saliendo?— Pregunto Euphemia. —No dijiste que lo criaste como un hijo.

—Después les cuento, es una larga historia— Les respondí y no volvieron a decir nada más.

Cuando estábamos los cinco reunidos entramos al banco y fuimos directamente hasta el final, en ese momento me pareció muy extraño lo vacío que estaba el banco pero le di la más mínima importancia.

—Necesitamos lo más urgente posible una audiencia con el director de Gringotts— Dijo Euphemia al duende que estaba encima del pedestal.

—¿Una audiencia para quién? — Dijo el duende. —Hay muchas personas delante mío—.

Todo esto sin levantar la vista de los libros que estaba mirando.
—Al nombre de Severus Snape— Dijo Euphemia y pude ver cómo le aventaba una bolsa llena de galeones, no hay nada que impresione más a los duendes como el dinero y después de abrir la bolsa y ver cómo sus ojos casi saltaban de sus córneas, salió corriendo de la silla y pidió que lo sigamos, los pasillos parecen interminables, dábamos demasiadas vueltas como para acordarnos por dónde íbamos, parecen que los pasillos no tenían fin y se repetían interminablemente hasta que después de lo que pareció toda una hora entera llegamos a una gran puerta diez veces más grande que cualquiera de nosotros.

El duende la abrió como si no pesara nada y dijo que pasaramos dentro, cuando todos pasamos dentro de la habitación las puertas detrás nuestro se cerraron solas y el duende que nos acompañaba había desaparecido, delante nuestro había una majestuosa habitación y en el medio un escritorio en este lugar estaba el duende que manejaba todas las instalaciones.

—En los noventa años que llevo trabajando en este banco jamás había visto qué persona dadas por muertas están caminando en el salón— Dijo el duende —Cliserio Gustalimio es mi nombre y soy el duende en Jefe de Gringotts, debe ser un suceso muy relevante en la historia para que vea a dos personas muertas acá dentro—.

El duende de por sí, no era muy amable y no se veía muy amable tampoco pero de sólo sentir como nos miraba, pasaba un escalofrío por mi columna, algo que ni siquiera el Señor Oscuro había logrado en algunas ocasiones.

Nuevos Comienzos [Snarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora