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Zhong Chenle y Park Jisung eran los hijos primogénitos y, por tanto, herederos y predestinados a tomar el rol de jefes de las grandes empresas de sus familias. El par de hombres no tenían ninguna otra meta más que aquella, que desde pequeños se les habló. Tomar el poder, liderar, dar la vida por el negocio que sus antecesores levantaron con sangre y sudor hasta alcanzar incontables logros. El mayor de ellos: ser de las más importantes a nivel nacional e internacional.

Y como es de esperarse en su clase social, no solo la vida profesional de los dos estuvo escrita incluso antes de sus nacimientos, sino que su vida afectiva estuvo predicha de igual manera, con estrategias escritas para fusionar apellidos con otras familias y, por consiguiente, poderes y crecer en ganancias.

Si bien, Chenle pudo posponer la eventualidad, uno de los momentos marcados con más énfasis, los Park no toleraron alguna objeción o queja.

Jisung se casaría con alguien más.

La relación que mantuvieron era lo único no escrito y planeado en sus vidas. Por ende, lo único que no podía durar por siempre.

Chenle no quiso explicaciones. Desde que la noticia apareció en los periódicos y noticieros, perdió todo contacto con la persona que juraba era el amor de su vida.

Y tampoco era que no lo supieran, que hayan sido tomados por sorpresa. Ellos simplemente lo habían ignorado.


Hate everything. (Chensung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora